Acción Democrática, Primero Justicia, Voluntad Popular y Causa Radical decidieron no presentar candidatos en las elecciones municipales convocadas por el Consejo Nacional Electoral a realizarse en diciembre de este año. Parece ser que dicha decisión, ya anunciada unilateralmente por Voluntad Popular, fue tomada en una reunión entre los más destacados dirigentes de dichas toldas políticas. Soy de los que creen que es necesario ponerle fin a la polémica surgida entre aquellos sectores políticos que se abstendrán y los que participarán en dichas elecciones. Cada uno ha expuesto sus razones. Julio Borges, en el programa de Vladimir Villegas, planteó, con detalle, los motivos que tienen quienes propugnan la abstención y los objetivos que buscan: eliminar los atropellos a los votantes y hacer cumplir cabalmente las normas electorales vigentes. Los sectores decididos a votar han mantenido públicamente que es un grave error ceder sin luchar espacios políticos al régimen dictatorial, “razón por la cual presentaremos candidatos únicamente en aquellos sitios que debemos preservar para respaldar a nuestros alcaldes electos y en aquellos que los vecinos han decidido competir para recuperarlos”. Varios de los alcaldes en ejercicio han decidido lanzarse a la contienda electoral, contrariando la decisión de su partido político, con el respaldo de los vecinos en su respectivo municipio.
Pareciera ser, aunque no hay anuncio oficial, que la Mesa de la Unidad Democrática ha sido disuelta como consecuencia del resultado de las elecciones de gobernadores y a las divergentes posiciones mantenidas por sus integrantes sobre la participación en las próximas elecciones municipales. Dividir a la MUD era, sin lugar a dudas, el objetivo más importante de la estrategia política de Nicolás Maduro y su corrupta camarilla. Dolorosamente, lo han logrado plenamente. Esta lamentable realidad política debe ser superada a la brevedad posible. Es imposible derrotar al madurismo en la elección presidencial sin recuperar y fortalecer la unidad opositora. Ese esfuerzo no se consolidará si no se da por concluida la inconveniente polémica surgida entre abstencionistas y votantes y se superan totalmente las confrontaciones estériles entre los partidarios de cada una de las posiciones y los posibles resquemores que se han presentado entre nuestros principales dirigentes políticos y sociales. En lugar de perder el tiempo en esas pequeñeces, se debería utilizar la madurez y la experiencia acumulada en tantos años de lucha de nuestro liderazgo para fortalecer un gran acuerdo político que le permita a la oposición democrática superar exitosamente el reto de la elección presidencial. Todos los indicios me permiten concluir que esa elección será convocada, obviando nuevamente los lapsos legales, durante los primeros meses del próximo año.
La posibilidad de esta arbitraria decisión del régimen obliga a iniciar, a la brevedad posible, las negociaciones necesarias entre los distintos actores políticos para escoger nuestro próximo candidato presidencial. Esa escogencia es de una inmensa trascendencia. Los posibles aspirantes deben entender que la selección de uno de ellos disiparía, definitivamente, la mayor debilidad que tiene la oposición democrática: la ausencia de una sola dirección política que permita unificar el sentimiento opositor en las grandes mayorías nacionales. La opinión pública, y creo que también los principales líderes de los partidos políticos, tienen claro que la escogencia del candidato presidencial debe hacerse a través de elecciones primarias. Promover y organizar, inmediatamente después de las elecciones municipales, una consulta popular para escoger nuestro candidato presidencial de igual importancia que el evento electoral realizado por la Mesa de la Unidad Democrática, el pasado 16 de julio, tendría un impacto de opinión de tal importancia que revitalizaría la unidad de la oposición y su capacidad de lucha. Al resolverse el siempre difícil problema de la escogencia del candidato presidencial, la oposición democrática estaría en capacidad de responder unitariamente a la maniobra impuesta por Nicolás Maduro de adelantar las elecciones presidenciales o a cualquier otra acción de la dictadura madurista.
Nuestro candidato presidencial tendría que asumir de inmediato dos retos fundamentales: romper la desesperanza que ha venido surgiendo en los venezolanos como consecuencia de la dolorosa realidad que enfrenta diariamente en medio de tantas penurias, inspirando un nuevo espíritu de lucha en la oposición democrática que reactive la movilización popular ante la certeza de que el gran cambio político que significaría la derrota de la dictadura madurista se reflejaría, casi de inmediato, en una profunda e inmediata recuperación económica al facilitar obtener un importante apoyo financiero de los organismos multilaterales para poder superar la actual tragedia nacional; y estimular un movimiento internacional que amplíe y fortalezca aún más los respaldos que hemos recibido de Estados Unidos, de Canadá, de la Unión Europea y de América Latina con el objeto de presionar política, diplomática y económicamente a Nicolás Maduro y a su gobierno para lograr que las elecciones presidenciales se desarrollen en condiciones realmente equitativas que permitan superar los inmensos desequilibrios políticos y electorales que impiden a los venezolanos expresar libremente su voluntad democrática y espíritu libertario. Unidad y fe en el triunfo. Adelante.
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