El tema del retorno a la democracia de Venezuela se ha vuelto un asunto de importancia global creciente y sustantiva. ¿Quién podía imaginar lo que acaba de ocurrir con la suspensión de la Asamblea Anual del Banco Interamericano de Desarrollo que se iba a celebrar en Chengdú, China, causado por un motivo inherente a Venezuela? Ello fue la consecuencia de la negativa del país huésped a conceder el visado requerido por Ricardo Hausmann para participar en la misma en su condición de representante legítimo designado por el gobierno de Venezuela ante ese organismo.
El desentendimiento entre Estados Unidos y China ha pasado a mayores, como lo muestra ese desencuentro en relación con el tema venezolano en este episodio de hace unos días. Washington ha pasado a la acción y lo ha hecho de manera trascendente y mostrando los colmillos.
Pekín se había permitido ignorar, de manera olímpica e irresponsable, las advertencias de Washington sobre la posibilidad de suspensión de la reunión anual del organismo si la visa al representante venezolano le era negada y, tal como había sido vaticinado, Donald Trump ordenó usar su poder como primer accionista del BID para provocar la suspensión del encuentro multilateral. Es la primera vez que una reunión rutinaria de este nivel se suspende por motivos procedimentales, pero con una tensión interna de enorme calibre.
El asunto traerá cola. Estados Unidos y China tienen agendada una importante cita para fines de esta semana sobre una posible salida airosa para su publicitada “guerra comercial”. En ella los ánimos de unos y de otros estarán influidos por las posiciones que las dos partes han asumido en torno a Venezuela. Inaudito!
El caso es que temas de gran calado a escala planetaria están siendo influidos por el tour de force de inspiración venezolana que está teniendo lugar entre las dos más grandes potencias del planeta. Esto es muestra de la relevancia que Estados Unidos, bajo el gobierno de Donald Trump, le está asignando a la flagrante violación de las libertades y a la ausencia de democracia, que son las condiciones protuberantes de régimen asentado en el país venezolano por casi dos décadas. Más que ello, este episodio es muestra de la inflexibilidad que el presidente norteamericano está dispuesto a asumir como posición en la escena global en torno a un asunto que siente como prioritario en sus actuaciones de cara al mundo.
Por otro lado, otro peso pesado de las lides internacionales, Rusia, también se hace parte de la diatriba sobre Venezuela y a la necesidad de una salida de la crisis, pero con una disposición al apoyo a régimen usurpador más extrema y más caustica que la china. No acababa de concluir la reunión de Elliot Abrams en Roma con el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, convocada para discutir el deterioro de la situación en Venezuela, cuando el gobierno de Vladimir Putin se decidió a actuar enviando a nuestro territorio equipos aéreos con la finalidad de explicitar, sin palabras, un apoyo visible al régimen dictatorial de Nicolás Maduro. Ello ha ocurrido a pocas horas de un importante cambio de seña de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la que por boca de Michelle Bachelet, su alta comisionada, denunciaba por primera vez torturas y ejecuciones en el gobierno del dictador Maduro.
Así, pues, nuestro país es materia clave de la geopolítica mundial y no por los aciertos de sus gobernantes, sino en función de las tropelías que se han venido perpetrando desde lo alto del poder.
En otro terreno, que hoy por hoy sea tema de debate en varias instancias internacionales si el R2P o Derecho de Proteger debe ser invocado para darle solución a nuestro descalabro interior es otra arista llamativa de esa protuberante presencia que hemos ganado en la escena global.
¿Qué tiene todo esto de bueno?. Que a fin de cuentas es la internacionalización de nuestro conflicto interno lo que más contribuirá a instrumentar, para nuestra dolida patria, una solución geopolítica plausible.
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