Ejercida por quienes ponen el grito en el cielo porque se llega a la conclusión de que Venezuela republicana democrática no resucita sin una armada intervención humanitaria compuesta por comandos latinoamericanos entrenados para sacar del poder a la mafia criminal que continúa asesinando al país. Son los patriotas que durante dos décadas se limitaron a señalar la injerencia castrista en todos los niveles institucionales controlando los poderes militar, ejecutivo, legislativo, judicial, municipal. Espiando la vida personal y profesional de la disidencia. Totalitarismo, pues.
Su patriotismo consiste en que a estas alturas del programa destructivo, a las puertas de la coba eleccionaria, se reúnen secretamente para negociar cargos, presuntas condiciones que salven por igual a las cúpulas de los verdugos y a las de sus cómplices partidistas que por ineficiencia, por intereses particulares, por patriotismo verbal y por desvergüenza no quisieron admitir sus errores, que el chavismo es militarismo comunista calcado del cubano, y Venezuela fue vendida a rusos, chinos, iraníes, guerrilla colombiana y, en conjunto, al narcoimperialismo mundial. Y como opositores no supieron manejar diestramente la situación.
Tampoco admiten ambos bandos del embuste que esta clase de regímenes nada tienen que ver con las dictaduras de Pinochet, Videla, Trujillo y equivalentes, continúan en su delirio de irrealidades comparando las gestas de Mandela y Walesa con su errada conducta y la de sus seguidores. Desconocen o manipulan la historia mundial de las infamias genocidas invocando una patria bolivariana inexistente porque si el Libertador volviera, moriría de disgusto, de asco, de dolor, antes de su prisión o nuevo destierro por militar decisión de los padrinos con sus ahijados coberos.
La coba es una organización bien estructurada para que mentir sea un sistema de supervivencia primero y de enriquecimiento siempre. Cobero de su propia identidad es el ungido por los Castro, el CNE, los tribunales vengativos y de manera detallada, con majaderías politiqueras, pactos ocultos, trampas urdidas con morosidad de hormigas venenosas. Es la única verdad de la doctrina chavista, desde su origen con un paracaidista encorbatado que jura frente a las cámaras de televisión su desconocimiento absoluto de Fidel Castro y llama coberos traidores a quienes detectan sus alianzas con las fuerzas subversivas del continente suramericano.
Mentirosa es la biografía individual de casi toda su dirigencia militar y civil, ni hablar la de sus socios internos y extranjeros, sus dialoguistas falsamente opositores. Falsa de toda falsedad su misión obrerista.
La coba, un fenómeno tan incrustado en el chavismo y sus facilitadores que si alguna vez dicen siquiera una sola verdad nadie les cree. Y esa falsedad será su propia condena.
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