COLUMNISTA

Para los venezolanos diálogo es una mala palabra

por Manuel Corao Manuel Corao

En la época del comunismo en funciones de gobierno en Venezuela, cada vez que se ha realizado un diálogo entre la oposición y el residente temporal del Palacio de Miraflores al mando, la sociedad civil sale mal parada.

Desde el jerarca Hugo Chávez hasta nuestros días han sido varios los encuentros que se han realizado entre los antagonistas políticos.

Como muestra de ello son los reclamos del ciudadano en calles y avenidas por el ejercicio atropellado del gobernante que ha llegado a poner en duda la libertad de información y los derechos individuales ante el colectivo, minimizar la iniciativa particular e incluso eliminar la propiedad privada.

Ante tal circunstancia el ministro José Vicente Rangel invita a una mesa de diálogo de larga duración a los partidos políticos reunidos en la Coordinadora Democrática, para luego eludir la responsabilidad.

La intención era solo ganar tiempo y paz para sentar las bases de lo que hoy es una tiranía.

Hugo Chávez es ganado a la idea de ir más allá de la simple reelección. Peo no pudo ver realizado tal sueño hegemónico porque en una consulta soberana sobre el destino de la izquierda revolucionaria como sistema de gobierno, que desechaba de hecho la democracia representativa, el totalitarismo fue rechazado.

Ello condujo al ex militar a quitarse la careta al burlar la decisión comunitaria cuando modifica semánticamente la Constitución.

Tal burla llevada a cabo por el encumbrado hombre del pie monte venezolano dio inicio a su baja en popularidad, cuya secuela inicial fue ver partir de su lado a numerosos activistas del socialismo democrático como tendencia plural.

Nicolás Maduro una vez encargado de la presidencia por ausencia temporal de Hugo Chávez en virtud del tumor cancerígeno en músculo liso diagnosticado en la isla de Cuba extrema el ejercicio del dominio y es cuando podemos observar a partir de 2013 un aumento de los presos políticos, la destrucción programada de la economía y multiplicarse el presupuesto represivo.

En  2012 y ante el malestar del sector productivo acuerda el entonces alcalde capitalino Jorge Rodríguez reuniones fanfarronas  con los antagonistas. Contrarios denuncian la treta. El común de todos estos encuentros es el secretismo comunista y la mentira.

Jorge Rodríguez pretende, y así lo implementa, que el pueblo se resienta del opositor por no ser instruido previamente sobre el plan, cuando él rompe el silencio convenido.

Varios intentos protagoniza el poder autoritario, pero de estos próximos destacan las secuelas burlonas aun ante la presencia de instituciones de buena fe en el pacífico esfuerzo.

Luego de la pomposidad del comprometido velorio de Chávez, Maduro asume el poder desconociendo el triunfo de Henrique Capriles en las elecciones presidenciales.

La sociedad civil venezolana toma las calzadas en un movimiento denominado La Salida, liderado por Leopoldo López a partir de abril de 2014.

Maduro  se radicaliza y a sangre y fuego buscan a los valientes cabecillas, a quienes reducen cuando el país se sumerge en la peor crisis económica de su historia con una inflación que en 2019  puede ubicarse en 130.000%.

El empresariado se niega a desaparecer consiente de que es la iniciativa particular con su ingenio y empuje patriota la que puede solventar las vicisitudes presentes  de la Venezuela maltratada.

No pasarían muchos años de La Salida cuando la Iglesia Católica de Roma, ante la violencia se ofrece como mediadora para terminar solicitando que el representante para tal misión enviado en representación de papa Francisco regrese a la curia romana al denunciar la falta de interés del Ejecutivo en una solución real.

A pesar de ello, en 2017 los grupos organizados pro democracia que adversan a Maduro Moros atienden la iniciativa del presidente dominicano Danilo Medina.

Aparece cual brujo de repertorio el ex presidente del gobierno español José Rodríguez Zapater, quien pretende mostrarse como un actor de buena voluntad pero en realidad es un enviado del socialismo del siglo XXI.

La tramoya es descubierta y el opositor sindica mundialmente tal ventajismo al descubrir un documento ya firmado por Nicolás Maduro en manos del  ex presidente ibérico, sin la anuencia de los contrarios.

Ahora Noruega convoca una plataforma de acercamiento, a  lo cual responde el usurpador enviando a los eternos saboteadores, los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, quienes a pesar del secretismo solicitado por la Cancillería nórdica se adelantan a indicar que están reunidos en Oslo con los antagonistas.

A Guaidó, esperanza de la mayoría hambrienta, se le reclama el secretismo comunista y caer incautamente. Los anfitriones comprometidos con la izquierda mundial hacen mutis y Maduro Moros dice anotarse una victoria.

Juan Guaidó afirma reiteradamente que lo planteado es gobierno de transición y elecciones transparentes luego de partir Maduro Moros y que ello no es negociable.

Mientras en Oslo afirman que estos contactos se vienen realizando desde La Habana y ahora se trasladan al frío territorio.

Ello irrita al parroquiano que ve a los cubanos comunistas como el incitador de la destrucción acelerada de la economía desde 2012, a pesar de los altos precios del barril de petróleo.

Ir a Oslo no es imprescindible.

El reclamo que hoy el pueblo formula sin respuesta efectiva alguna bien podría hacer mella en el ánimo de la mayoría vulnerable, que espera la ayuda humanitaria armada que le prometieron el 10 de enero.