Si usted está leyendo este artículo por Internet es porque afortunadamente hoy la página web de El Nacional no ha sido alcanzada por un “extraño” inconveniente originado durante la semana en los procesos de la empresa estatal que presta ese servicio y que casualmente afectó también al portal La Patilla cuya línea editorial tampoco parece complacer a la “nomenklatura”.
Desde el principio de la semana cuando en la 48ª Asamblea General de la OEA se escenificaron episodios dignos del famoso libro de Ripley Aunque Ud. no lo crea protagonizados por el canciller (con minúscula) de Venezuela, quien a lo largo del evento utilizó actitudes y expresiones tan insólitas como degradantes. El chorro de coprología allí liberado solo tiene comparación con igual actitud exhibida por el “compañero Samuel Moncada” en reunión equivalente hace unos meses en clave de malandraje caricaturesco cuya bajeza aún se recuerda en los pasillos del “Ministerio de Colonias”, que es como ambos personajillos denominan a la OEA.
No se trata en estas líneas de resumir ni analizar el desarrollo de la 48ª Asamblea General, sino de comentar algunas pinceladas que dan cuenta del aislamiento creciente de la diplomacia bolivariana, aun cuando ellos creen (o al menos dicen) que “se la están comiendo”.
La OEA tiene 34 miembros. Para suspender a un país se requieren 2 tercios (24) y, además, ello debe hacerse en una Asamblea Extraordinaria convocada a ese efecto. No era este el marco de la presente convocatoria. En esta ocasión solo se trataba de votar una resolución de la Asamblea General Ordinaria para desconocer –entre otras cosas– la “elección” del 20-M por carecer la misma de los parámetros mínimos que garantizasen su pulcritud y credibilidad. Para ello se requerían 18 votos. Se lograron 19, pero lo importante no es solo eso, sino la evolución de los apoyos de cara a los obtenidos por Venezuela en reuniones no muy lejanas. En esta ocasión se plegaron votando con Venezuela “patria o muerte” tan solo tres países: Bolivia, Dominica (Caracas le habían condonado una deuda impagable de 140 millones de dólares el día anterior) y St. Vincent/Granadinas. Como curiosidad, ha de saberse que Dominica tiene 73.000 habitantes, Chacao tiene 63.000. St. Vincent tiene 102.000 habitantes, Baruta tiene 358.000. Saque Ud. conclusiones de la representatividad.
Otros datos para tener en cuenta: el más “pana” y más chulo de los cultores del socialismo del siglo XXI –Nicaragua– se abstuvo, el más guabinoso “mediador” –República Dominicana– votó en contra, y algunos de los mayores beneficiarios de las dádivas de Petrocaribe se abstuvieron anticipando ya el cambio de dirección de los vientos del Caribe y preparando el nuevo guante limpio con el que extenderán la mano para recibir la cooperación de nuevos donantes que puedan garantizar la única fuente de viabilidad de quienes, para su desgracia, no la tienen sino a través del hábil ejercicio de una política exterior acomodaticia.
Solo queda comentar dos abstenciones significativas: el “pana del ALBA”, Ecuador, donde alguien parece percibir ya para dónde es el rumbo conveniente, y luego Uruguay, cuya votación abstinente fue la desilusión del día. La “Suiza de América” prefirió abstenerse antes que jugarse por la democracia que ha sido directriz permanente a lo largo de su política interna y exterior.
No podemos concluir estas líneas sin comentar otro hecho digno también de Ripley. El señor Arreaza, quien lunes y martes había pronunciado las más insultantes frases en contra del “imperio” (en cuyo suelo estaba), no dudó el miércoles en ir a visitar al senador republicano Bob Corker, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano (el mismo que fue a rescatar días atrás al rehén Joshua Holt) para proponerle, en nombre de Venezuela, el reinicio de una etapa de reconciliación. Mientras tanto, quien se pavonea como posible nuevo dueño de El Nacional y el psiquiatra de la “revolución” aprovechaban sendos espacios televisivos para rescatar el lenguaje que había quedado en desuso desde las épocas más ígneas del discurso de Kim Il-sung y su hijo Kim Jong-il. Hasta el “gordito” medio está aprendiendo a ser menos loquito.
Por eso deducimos que lo que estamos presenciando es el manotazo final de quienes se deben estar preguntando en cuál lugar de la geografía mundial podrán transcurrir los días que aún les quedan. “Sic transit gloria mundi” (así de efímera es la gloria del mundo) es la reflexión latina que a muchos convendría tener en cuenta.
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