COLUMNISTA

Un país deteriorado

por Oscar Hernández Bernalette Oscar Hernández Bernalette

El deterioro de Venezuela en general es evidente. Un amigo que tenía muchos años sin visitar Venezuela me comentaba lo innegable del retroceso: “La mayoría de las ciudades de occidente progresan; ustedes están detenidos y en franco descuido”. Así es, muchas ciudades latinoamericanas han logrado superar con creces muchos de los problemas que afectan la cotidianidad. Mejoran sus aeropuertos, carreteras, las plazas, las fachadas de sus edificaciones. En fin, muchas cosas que se hacen con voluntad y, sobre todo, experticia de la que aquí tanto carecemos. Los ciudadanos nos acostumbramos a vivir con poca calidad de vida y nos hacemos menos exigentes. En primer lugar, la ciudad de Caracas y la situación de la infraestructura. Cualquier venezolano o visitante puede confirmar el deterioro de nuestra infraestructura en general y particularmente la vial. Lo del Metro de Caracas es insólito. Lo que debería ser la joya de la corona del un presidente que trabajó en el sistema Metro, hoy es puro abandono. Nuestras carreteras son un desastre. Sin mantenimiento y no se han planificado nuevas vías. La autopista Caracas-La Guaira se inauguró en 1953 y hoy sigue siendo la principal arteria que nos comunica con nuestro aeropuerto internacional, el puerto y con la región turística para los caraqueños. Allí esta detenida la construcción del empalme de la Cota Mil con la Caracas-La Guaira.

El deterioro de la autopista Caracas-Valencia, más parecida a una intercomunal, y los constantes accidentes deberían ser un alerta para cualquier gobierno mínimamente eficaz. Por qué no recordar la vía a oriente, otra vergüenza. Solo al constatar su estado se comprueba la carencia de planificación a escala nacional.

Nos acostumbramos a tanta desidia que pasamos por alto detalles que son incomprensibles para gente que viene de otros países. Como ejemplo, unas defensas destruidas em algún accidente que fueron repintadas de amarillo en vez de cambiarlas inmediatamente. El otro extremo son las autopistas suizas. Cuando hay un accidente llegan, casi por igual, la policía, la ambulancia y el camión que cambia las defensas destruidas.