La historia reciente del Líbano se ha caracterizado por padecer guerras, conflictos, tensiones internas y externas, inmigraciones, refugiados y mucho más. El tema doméstico resaltante es que Líbano se destaca por la dualidad cristiana-musulmana de su población, con leve mayoría cristiana, en una región donde todos los demás países son de gran mayoría musulmana, tanto en el Medio Oriente como en el Magreb o norte de África.
El año 1920 marca el inicio del Líbano como entidad político territorial independiente, con sus fronteras actuales. Los franceses obtuvieron, a través de la colonización, el control de Líbano y Siria debido al acuerdo secreto Sykes-Picot firmado en 1916 por Francia e Inglaterra, y los mismos franceses establecieron, desde entonces, las fronteras y territorio del Estado del Gran Líbano bajo su administración.
Para tener una idea del mosaico confesional de lo que Francia agrupó en lo que denominó Estado del Gran Líbano, que ocupa una superficie de 10.400 Km2, algo así como el estado Táchira en Venezuela, citemos los territorios incorporados: la Gobernación del Monte Líbano, de mayoría cristiana maronita; Distrito Trípoli al norte, con mayoría musulmana sunita; Distrito Sidón y Distrito Nabatiye al sur, con mayoría musulmana chiíta; el valle de Bekaa al este, con mayoría cristiana católica melquita, y la zona septentrional de mayoría musulmana chiíta.
No resulta difícil suponer que la gobernabilidad de este heterogéneo mosaico religioso-cultural sólo sería factible con la participación de todas las representaciones, lo cual fue reflejado históricamente desde el inicio en la primera constitución, redactada por el católico Michel Chiha, aprobada en 1926. Para Chiha era vital mantener la apropiada representación sectaria confesional como garantía de estabilidad: «Líbano es un país en el que la Tradición debe evitar la fuerza». Salibi, Kamal, A House of Many Mansions, University of California, Estados Unidos, 1990.
La Constitución de 1926 es considerada por muchos la fundación oficial de la República Libanesa.
El 8 de junio de 1941, el Gobierno de la Francia Libre, presionado por los aliados, y después de una conflictiva dominación colonial, proclama la autonomía de Siria y Líbano, al tiempo que las tropas británicas ocupaban estos países. En febrero de 1942 el gobierno británico se encargó de hacer efectiva la soberanía. Francia reconoció la independencia de Líbano el 22 de noviembre de 1943.
Una vez lograda la independencia, se presentó la tarea de reflejar en una constitución la normativa del nuevo estado, surgiendo la idea del Mithaq al-Watani (الميثاق الوطني), el Pacto Nacional, en el que participarían las diversas fuerzas políticas, religiosas, sociales y culturales. Los líderes religiosos se encargaron de la ejecución del Pacto, pero los principales redactores fueron el maronita Béchara el Khoury, fiel al estado fundado por los franceses y al Vaticano, y con el apoyo del patriarca maronita Antun Butrus Aridah; y el sunita Riad Solh, luchador por el Estado Árabe y afín a Siria y a los demás países árabes musulmanes. Posteriormente Béchara el Khoury sería presidente de la República Libanesa desde el 22 de noviembre de 1943 al 18 de septiembre de 1952.
Este Pacto Nacional se logra debido a que cristianos y musulmanes deciden dejar de lado la mutua desconfianza, estableciendo una alianza táctica para aprovechar la situación. La fórmula acordada para el Pacto fue: «Libano es un país con rostro árabe» equivalente a decir que estaba en proceso de arabización. En ese entonces para los cristianos era una forma de apaciguar a los musulmanes, y para los musulmanes era una fórmula eminentemente transitoria, un aplazamiento de sus metas unionistas con el mundo árabe musulmán sunita.
Paralelamente a aspecto doctrinario del pacto, se había acordado mantener el sistema de reparto comunitario confesional (distribución del poder político e institucional proporcionalmente entre las comunidades confesionales, en este caso: cristianos maronitas, musulmanes sunitas, musulmanes chiitas, cristianos ortodoxos y drusos), estableciendo cuotas fijas: presidente maronita, primer ministro sunita, líder del parlamento shiita, vicepresidente del parlamento griego ortodoxo; comandante del ejército, jefe de seguridad y jefe de la política exterior, maronitas. A los drusos se les otorgaba alguna cartera ministerial.
Por mutuo acuerdo fue establecido también que la rama ejecutiva y legislativa tendrían la proporción fija 6/5, dando 6 posiciones oficiales a los cristianos por 5 a los musulmanes, siendo la base «congelada» el censo del año 1932, que había arrojado esa misma proporción.
Este modelo confesional se acordó con el fin de que ninguna minoría del país pueda quedar discriminada por el gobierno. Adicionalmente fue importante destacar el vital reconocimiento del Líbano como unidad independiente separada de Siria y de Francia, y con el árabe como idioma oficial.
Esta distribución de los poderes en el gobierno se mantuvo, con algunos contratiempos y situaciones conflictivas, hasta la finalización de la guerra civil en Líbano, que desde 1975 hasta 1989 devastó al país, más por la intervención de agentes externos que internos. El 22 de octubre de 1989 se firma el Acuerdo de Taif, en Arabia Saudita (اتفاقية الطائف) , en el que se hicieron algunos cambios, lo más resaltante fue que se elevó el número de diputados a 128, y en proporción de 50% cristianos – 50% musulmanes, suprimiendo la superioridad numérica de los cristianos en beneficio de una paridad. Se siguió con el mismo reparto de los puestos claves de gobierno, Presidencia: maronita; presidencia del consejo de ministro: sunita; presidente del Parlamento: chiita, vice presidencia del Parlamento: ortodoxo.
La aún vigente dualidad cristiana-musulmana de la población libanesa, origen del confesionalismo religioso, excluyente en términos sectarios e incluyente en términos políticos de reparto del poder, continuará definiendo a la entidad política libanesa; seguirá permitiendo, como ha ocurrido hasta ahora, en algunos momentos su estabilidad y en otros el caos. <