El cambio parece que tendrá que esperar todavía un tiempito más. La oposición venezolana está en una fase de oscurantismo de la que todavía no termina de salir para permitir el nacimiento de una estrategia definitiva que nos lleve a una Venezuela distinta.
«El entorno de los que le dan la plataforma política al presidente interino Juan Guaidó y también la actitud de algunos de su partido que creen que ganaron unas elecciones tiene muy molesta a mucha gente que cree que esta es la gran oportunidad para salir de Nicolás Maduro», me escribe alguien cercano al círculo íntimo del mandatario.
Añade que incluso Guaidó ha tenido encontronazos con su jefe político porque ha entendido que no puede trabajar con personas cuestionadas por su pasado.
«Hay mucha gente diciéndole que no todo es tarima y show, que debe avanzar, que los que marchan se le van a cansar y que luego, si eso sucede, lo abandonarán los que solo están haciendo negocios y no les interesa el futuro del país», afirma.
En las últimas semanas las dudas se han profundizado. Los seguidores incondicionales de Guaidó, hasta hace poco la gran mayoría y con unos niveles extremos de fanatismo, han dado paso a muchos que se cuestionan, que quieren menos marchas y más eficacia, menos reuniones en la Organización de Estados Americanos y más lobby con Michelle Bachelet, la Corte Penal Internacional y la Unión Europea.
Otros siguen de cerca lo ocurrido con la ayuda humanitaria y se preguntan en serio cuándo se va a repartir entre los dolientes, que padecen los embates de una crisis que nunca termina.
Separe el trigo de la paja, presidente, y no extienda aún más el tiempo de la toma de decisiones. Hay muchísima gente honesta dispuesta a ayudarlo, sin un afán de protagonismo desmedido o la necesidad de un negocio que le deje incontables beneficios, como para que siga buscando el concurso de aquellos que precisamente no son un dechado de virtudes.
Agarre el toro por los cuernos y pelee con quien tenga que pelear, la salvación del país urge a no quedarnos con los brazos cruzados esperando que algo mágico nos caiga del cielo.