En nuestros primeros años de estudios nos enseñaron un factor matemático que sigue presente hasta en las propiedades más avanzadas de dicha cátedra. Hablo de la conmutatividad. Esta también es conocida como propiedad conmutativa y nos enseña que el orden de los factores no altera el producto. Es decir, si en una operación matemática tenemos una suma básica (4+3=7) y cambiamos el orden de los números (3+4=7) el resultado seguirá siendo el mismo.
Este factor no solo hace vida en las matemáticas. A diario podemos observar cómo dicha operación se hace presente en la cotidianidad e incluso en las frases cliché que solemos usar. Ahora, si a este factor lo comparamos con la realidad de las tiranías latinoamericanas, podemos decir que el orden de los factores no altera el producto.
Cuba ha sido para la democracia latinoamericana una semilla venenosa que ha germinado en distintas naciones del continente. Nos remontamos al año 1953: el país insular de playas con arenas tan blancas como el azúcar que allí se cultiva, vio nacer un movimiento inspirado en la Revolución de Octubre (hecho ocurrido en Rusia y que vendió a nuestro continente la ideología socialista y comunista) que recibió el nombre de Movimiento 26 de Julio (M-26-7), basándose en una organización cuyo fin era derrocar al dictador Batista y que tenía una ideología de progreso y grandes cambios; antiimperialista y democrática, fundada en las ideas de José Martí.
El movimiento logró su objetivo y derrocó al dictador. Años después el panorama se tornó oscuro. Quienes dijeron no ser comunistas, sino revolucionarios, quebraron sus ideales y fueron de todo menos democráticos.
Fidel, el hombre de izquierda a quien se le deben frases históricas como “No he sido nunca ni soy comunista, si lo fuese tendría valor suficiente para proclamarlo” o “Los hombres pasan, los pueblos quedan; los hombres pasan, las ideas quedan” y a quien su pueblo tilda como dictador –con lo cual estoy de acuerdo– fue el promotor de los mayores desastres que hoy vivimos distintos pueblos de América Latina. No solo se perpetuó en el poder, inspiró a muchos ex demócratas a que lo hicieran y copiaran su modelo, lo cual, el 8 de septiembre de 2010, destacó como “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”. Hoy Fidel descansa en paz, el pueblo de Cuba no.
En nuestro país, un revolucionario quiso tomar el poder por la fuerza en 1992. Su plan fracasó, fue condenado a cárcel con todos los derechos respetados. Salió en libertad y pudo hacer política. Chávez, el fundador del Movimiento Quinta República estaba en las calles del país con un mensaje esperanzador, un mensaje de pueblo, un mensaje que al igual que otros revolucionarios no cumplió.
El ex presidente Carlos Andrés Pérez tildó el gobierno de Chávez como “una mafia de militares que se inscribieron en la academia para tomar el poder y destruir a Venezuela”. Pérez no falló en sus premoniciones. Al cabo de unos años, Chávez se autoproclamó socialista, no le importó aquella entrevista con Jaime Bayly y mucho menos le importó cuando calificó a Cuba de dictadura; recibió lineamientos de los Castro y en Venezuela el socialismo del siglo XXI vendió como la solución a nuestros problemas.
Al igual que el país insular, el “patria o muerte” era la consigna oficial de su gobierno. Iniciaron las expropiaciones, las violaciones de derechos humanos eran cada vez más notorias y la censura a la prensa se convirtió en un hobbie.
El modelo al que Chávez llamó socialismo del siglo XXI copió con exactitud el modelo que hoy tiene a Cuba en el tercer mundo. Los ministerios pasaron a ser ministerios del poder popular, El Congreso pasó a ser la Asamblea Nacional y pare de contar. Las chequeras venezolanas pertenecían a los países del Alba. Los venezolanos vimos cómo la bonanza petrolera fue invertida en otras tierras, mientras que la nuestra solo servía de trampolín para impulsar el desarrollo de dichas naciones que apoyaban cada injusticia que aquí se cometía.
“Como el Negro Primero, llegaste de Cuba muerto”, dijo el general Jacinto Pérez Arcay mientras daba sus palabras al ya fallecido ex presidente Chávez. La frase fue muy mediática, tanto que el mismo Pérez Arcay la catalogó como una metáfora. Ahora se inicia la cuenta regresiva para unas nuevas elecciones y quien resultó “ganador” –entre comillas porque su adversario denunció que se habían robado la elección– es quien dice continuar el legado de Hugo, siendo este el “hijo del comandante”.
El gobierno del heredero empezó con polémicas: devaluación, desabastecimiento y mucha incertidumbre sobre su legitimidad y nacionalidad. Nicolás no aguantó tres denuncias de López para encarcelar y dar a conocer lo más oscuro de su ser.
Siguiendo el ejemplo que los Castro dieron, en Venezuela se instauró un régimen comunista similar al que hoy gobierna Cuba. Los militares mafiosos a los cuales CAP hacía referencia, hoy sostienen a un tirano incapaz. Chávez descansa en paz, el pueblo venezolano no.
Los Castro han sido una semilla venenosa en la democracia latinoamericana. La expansión de ese veneno lo completaron Hugo Chávez y sus regalías (dinero que es nuestro y que nos robaron) por distintos países que hoy sacan lo más amargo de sus frutos. Nicaragua es un ejemplo.
Daniel Ortega no podía quedarse atrás. Su ideología es la misma de Fidel, Hugo y Evo. Su represalia es aún peor de lo que pudimos imaginar. Nicaragua sufre hoy lo que en Venezuela se vive en carne propia. Una era similar al somocismo, es lo que argumenta la opinión pública de ese gran país.
Estudiantes en las calles, estudiantes caídos; prensa informando, prensa censurada; dirigentes alzando la voz, dirigentes presos por denunciar lo que la tiranía quiere ocultar; cuerpos de seguridad reprimiendo, cuerpos de seguridad violando la Ley. Así cambiemos el factor, el resultado siempre será el mismo, tiranías que se perpetúan en el poder, continuando un legado malévolo, de pobreza, hambre, miseria y muerte.
Latinoamérica debe sacudirse de este modelo político. Colombia y México tienen en sus manos un arma letal: la democracia. Depende de ellos si el comunismo llega a gobernar (y viven lo que hoy vivimos los venezolanos, cubanos y nicaragüenses) o lo desplazan y eligen demócratas que respeten sus leyes.
Cierro esto diciendo que los comunistas no creen en Dios, y mucho menos le interesa tener las ideas en rebelión de la juventud. Fidel lo dijo “Los hombres pasan, los pueblos quedan; los hombres pasan, las ideas quedan”. Un hombre valiente nos enseñó a luchar por nuestra libertad, independizó nuestro país y luchó sin descanso hasta derrocar el yugo español. Esas ideas libertarias siguen vigentes. Sigamos el ejemplo de nuestro libertador, el gran Simón Bolívar.
@FreiderGandica
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