COLUMNISTA

Obreros de Hiram Abif. Sobre la transmisión iniciática

por Mario Múnera Muñoz P.G.M. Mario Múnera Muñoz P.G.M.

La iniciación, ese momento tan sublime, cuando se sufre la muerte (iniciática) para nacer de nuevo, es cuando experimentamos la transmisión de una influencia espiritual. Es indispensable, para que exista esa transmisión espiritual, que se haga la iniciación por una organización tradicional regular.

Una organización que se llame “tradicional”, no regular, que son organizaciones seudoiniciáticas, no son depositarias de ninguna influencia espiritual, y por lo tanto no puede transmitir nada en realidad. Es indispensable, para que se cumplan todos los objetivos en los ritos donde se implica una influencia superior, que pueda ser llamada propiamente no humana, que sea una transmisión regular. Esto implica tanto los ritos religiosos como iniciáticos.

Las organizaciones iniciáticas no pueden estar a disposición de simples iniciativas individuales porque es necesaria la presencia de alguna cosa que no podría venir de los individuos, algo que está más allá de las posibilidades humanas.

Las organizaciones tradicionales se pueden dividir en: a) Exotéricas: son organizaciones que están abiertas indistintamente a todos. Comprenden las organizaciones específicamente religiosas, civilizaciones orientales, organizaciones sociales de carácter religioso. Al mismo tiempo, están ligadas a un principio de orden superior; en todo caso, es condición indispensable para ser reconocida tradicional. Toda religión tiene un origen no humano y está organizada en forma de conservar el depósito de un elemento no humano que tiene a partir de este origen. Este elemento que es del orden de lo que llamamos influencia espiritual, ejerce su acción en ritos apropiados. b) Esotéricas: son aquellas organizaciones que están reservadas a una élite, donde solo son admitidos aquellos que poseen una “cualificación” particular. Es esta propiamente la organización tradicional.

La transmisión iniciática regular debe hacerse siempre para no perder la cadena, la continuidad y así perdurar esa transmisión espiritual. La iniciación debe tener un origen no humano, porque sin eso no podría alcanzar su meta final. Es por eso que los ritos iniciáticos no pueden ser relacionados con autores humanos, y de hecho jamás se les han conocido autores, y tampoco a los autores de los símbolos tradicionales, y por la misma razón, porque estos símbolos son igualmente no humanos en su origen y esencia. En estas condiciones es fácil comprender que el individuo que confiere las iniciaciones a otros es un verdadero “transmisor” en el sentido exacto. Es un soporte de una influencia que no pertenece al orden individual. Es por eso que no puede actuar en su propio nombre, sino en nombre de la organización tradicional regular, aun el individuo no esté capacitado, pero en ese momento ritualístico está “investido” en nombre de la organización tradicional. Lo importante es que la cadena no sea interrumpida.

En la India ningún discípulo puede sentarse frente a un gurú, porque la acción de su verbo y su aliento despierta el “prana” y puede perjudicar al discípulo con esta energía. Por tal motivo, aquí está la explicación de la disposición especial de los asientos en una logia masónica.