COLUMNISTA

Obreros de Hiram Abif. Los tres puntos (Parte II)

por Mario Múnera Muñoz P.G.M. Mario Múnera Muñoz P.G.M.

También representan simbólicamente a Hiram, el rey de Tiro; Hiram Adif y el rey Salomón. Los tres puntos son también para el masón, el símbolo de lo justo, de lo bello, de lo verdadero, que también representan las tres cualidades indispensables del masón: sabiduría, voluntad e inteligencia. Esas cualidades son inseparables y deben estar en equilibrio perfecto en el masón; debe haber armonía en ellas, porque si no hay armonía en estas tres cualidades, tendremos a un ser monstruoso. Porque si fuera solamente voluntad, será un objeto repleto de energía, pero sin amor, sin inteligencia, pues la sabiduría implica el amor y el conocimiento. Si fuera solamente inteligencia, sería un egoísta que solamente cuidara de sus intereses desechando todo lo que no satisface a su orgullo. Pero si fuera solamente sabiduria o amor sería también estéril, porque sus grandes y generosas aspiraciones no serían puestas en acción por la voluntad, ni controladas por la inteligencia y por la razón. Lo hayamos asimismo expresado por los tres golpes de Mallete, por el signo, la batería y el triple abrazo. El aprendiz: aprende, el compañero: comprende y el maestro: realiza. Estos tres puntos constituyen motivo de profundas  meditaciones, porque representa el nacimiento, vida y muerte, siempre presentes en el espíritu del masón. Emblema también de un principio creador, conservador y destructor. Los tres puntos, representan la infancia, la juventud y la vejez, tres fases complejas del ser humano en la que el hombre tiene diferentes obligaciones que cumplir, para las cuales debe estar preparado. Los tres puntos, simbolizan el padre, la madre e hijo, trinidad perfecta, cuyo desequilibrio será fatal para la colectividad humana. Los tres puntos representan la reglas de oro (S. Mateo, Cap. 7, Vers. 7)” Pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe. El que busca halla, al que llama, se le abrirá”. Tres son los enemigos que siempre están presentes para devorar al verdadero masón: La profanidad, la superstición y la carnalidad. El mundo, el demonio y la carne. Con la profanidad, escarnecemos los misterios de la orden. Con la Superstición, invertimos el sentido de nuestros símbolos. Con la carnalidad, volvemos al hombre semejante a los animales e incapacitados para los pensamientos elevados y nobles. Los tres puntos recuerdan al masón que está compuesto de los tres elementos: mineral, vegetal y animal. Para conservar el equilibrio en la naturaleza no debe olvidar lo siguiente: entre el animal y el mineral hay un intermedio indispensable: el vegetal, que debe predominar en su alimentación y en su vida para que pueda gozar del equilibrio y salud mental. Los Tres Puntos enseñan al masón que debe ser un hombre con fe, esperanza y caridad. Fe, en la eterna supremacía de la verdad. Esperanza, en el cumplimiento de las leyes supremas que rigen el universo. Caridad, en el amor para con sus hermanos, hijos del mismo Padre Supremo, originario del mismo Principio Creador. Los tres puntos recuerdan que el masón es un constante protector de la mujer, que es madre, esposa e hija, representando los tres estados de su paso por el mundo, sirviendo siempre a la creación, formación y sustentación de la razón humana. Así llegamos al final del tema de los Tres Puntos, uno de los más extensos símbolos de Nuestra Augusta Institución. Siempre nos enseña nuestros deberes y al mismo tiempo la Gloria de nuestra vida de masones.