Desarrollar este tema, el cual es muy profundo y es difícil de expresarlo con el lenguaje corriente, en el sendero iniciático, en el mundo espiritual, no se conceptúa y no se razona, solo se «comprende».
El mensaje que nos transmiten los símbolos hay que descodificarlo, hay que develarlo. Pero como habitamos en el plano dual, y nuestro estado de conciencia lo tenemos en niveles bajos, debemos tratar primero por medio de la razón de encontrarle su explicación, pero hay que recalcar que para captar lo que hay detrás de la letra o los símbolos, hay que ver más allá de lo físico. Trascender la razón.
Me llamó la atención una definición de Símbolo (Iniciático): «Se usa para abrir las puertas del mundo espiritual». Muy acertado, como lo expresamos antes, es más allá de lo físico. El mensaje de lo no manifestado se puede transmitir en dos formas: por tradición (de boca a boca) y por símbolos (una verdad develada). Nosotros poseemos una facultad, que es la «razón», la cual nos coloca en el tiempo y el espacio, en la dualidad. Por medio de ella somos conscientes y nos diferencia del reino animal, el cual solo tiene la facultad del «instinto, sensación y emociones». Y la razón la manifestamos por medio de la mente y pensamiento. Y esto nos faculta para discernir.
Para conducirnos en el plano físico empleamos los cinco sentidos. El mundo de la mente es muy limitado. El lenguaje de la masonería son los «símbolos», que están más allá de lo físico (metafísica), no humano, no racional. El símbolo es el rito en acción. Para comprender lo que los símbolos nos develan, iniciáticamente, necesitamos la «intuición» espiritual o intelecto puro, lo no humano. A los «símbolos» no se les puede racionalizar ni moralizarlos.
La masonería, por medio de los «símbolos», difunde la luz y recoge lo disperso. Orden al caos. La cualificación faculta al Iniciado para develar, conocer y comprender el mensaje tradicional que contiene. La masonería por medio de los símbolos nos conduce al «conocimiento interior», donde se encuentra la esencia inefable de la verdad. Cuando nos referimos al mundo espiritual, a la búsqueda del conocimiento por el sendero tradicional, lo calificamos de «esotérico”, lo cual significa «yo hago entrar o Interior».
Los griegos iniciados lo llamaban «Ieros Logos, el cual se traduce en Ciencia Sagrada», reservada a una élite espiritual y cualificada. Es el Conocimiento Interior. Según «Luc Benoiest», el esoterismo tiene tres etapas: 1- el misterio: lo que se recibe en silencio. De lo que resulta difícil hablar. 2- cualificación: característica indispensable para comprender la verdad o la luz. 3- metafísico: Más allá de lo físico, donde se aglutinan o se unifican todas las doctrinas tradicionales.
El esoterismo es la ciencia de la sabiduría perenne. El Q.H. Fermín Vale Amesti, nos expresa: «Que la gnosis utiliza el esoterismo como medio transmisor de doctrina, y al simbolismo como medio de realización. Es decir, utiliza los símbolos como una especie de *sustento espiritual* destinado a hacer efectiva la iluminación interior. El símbolo como lenguaje primordial que el hombre ha olvidado le ayuda a recordar su real y verdadera condición. En toda Escuela de Misterios genuina se enseña la técnica o ascesis interior que permite al Iniciado acceder al conocimiento directo que es la gnosis. Mediante ella se puede trascender el estado de conciencia puramente racional, discursivo y analítico, para alcanzar los estados suprarracionales de síntesis y de matesis, estado que corresponde a la reintegración al estado espiritual primigenio».
Cuando un Iniciado medita en los símbolos, discierne, capta el mensaje, de un conocimiento no apreendido, que se encuentra en las profundidades de su ser, de su íntimo, donde está su maestro Interior. Un reflejo intuitivo de la Verdad. Y para concluir: Cuanto más el ser humano investiga, más descubre lo grande que es su ignorancia. La verdad en su interior es infinita. Somos la manifestación del no manifestado.
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