COLUMNISTA

Obreros de Hiram Abif. El gran arquitecto del Universo EGADU

por Mario Múnera Muñoz P.G.M. Mario Múnera Muñoz P.G.M.

La masonería es una institución fraternal dedicada al estudio de la ciencia y la práctica de las virtudes. Es una sociedad de libre pensamiento basada en la tolerancia. Su objetivo es la búsqueda de la verdad y el perfeccionamiento moral y material de la humanidad. Es por esto que un masón es un ser humano libre y de buenas costumbres. Ser libre, es no estar sujeto a dogmas, fanatismo, ignorancia y prejuicios.

La palabra masón se traduce como albañil, constructor. Los masones «operativos» eran constructores de edificios materiales, pero en la actualidad, se les denomina masones «especulativos», esto quiere decir que son constructores del edificio moral del perfeccionamiento del ser humano. Son obreros libres del límite de la materia, donde el desprendimiento los hace «cualificados» para comprender el «sendero iniciático».

Los masones se hicieron también teólogos, y reconocen a un ser superior como el gran arquitecto del universo (EGADU). Con este nombre no se limita a ningún ser humano que practique una creencia religiosa y desee ser parte de la institución masónica, pues su condición es que crea en un ser superior, independientemente del nombre que se le atribuya. Con este nombre a un ser superior, la masonería pretende aunar «la razón y el espíritu», que no puede estar separada la una de la otra, sino que se complementan.

El racionalismo, actitud de la persona que atribuye a la razón un papel importante sobre la voluntad o la emoción y es la fuente principal y única base de valor del conocimiento humano, para conocer las cosas que posee. Es lo que nos distingue de los demás reinos de la naturaleza. Desde que el ser humano tuvo uso de su «razón», la espiritualidad ha estado presente en su ser, no como religión.

Nuestra razón nos plantea las siguientes preguntas: ¿Quién soy?… ¿De dónde vengo?… ¿Y para dónde voy? La espiritualidad en el ser humano es tratar de comprender esa trascendencia de lo material, de la vida y la muerte. Esa experiencia de los estados superiores de la conciencia, ese otro algo que todos sentimos. Pero para comprender esto hay que trascender la razón, porque este conocimiento está más allá de lo físico y de la razón.

Cuando leemos las palabras de gran arquitecto del universo, las vemos en un trívium que contiene una gran energía creadora y sustentadora del universo: «Gran», es una palabra con la que expresamos la magnitud del ser superior. «Arquitecto», es una palabra que nos relaciona o conecta con el diseño de lo creado. «Universo», es un apalabra que nos expresa una magnitud sin límites, infinito, no concebible a la razón. Las tres palabras son términos abiertos al conocimiento y a la comprensión de quien lo nombra. Abierto a cada individualidad, pues lo llevas dentro de tu ser como parte de su creación. Es una energía que realiza el orden al caos. No nos exige nada que no entendamos, que no pensemos y no veamos. Pero sí nos hace interrogarnos sobre su significado, y nos invita a la investigación, el conocimiento sobre su existencia y la nuestra. Pero este nombre también nos invita a la espiritualidad y trascendencia. En el sendero iniciático, de él parte lo primigenio y la tradición, legado que transmitimos a los que vienen detrás de nosotros. Nos llama siempre a una reflexión: desde la materia y desde nuestro espíritu. En él tienen cabida todas las creencias religiosos y nos mantiene conscientes de la trascendencia de la vida.

El sendero iniciático en la masonería EGADU te induce a la mente a la trascendencia a sí misma. Es la raíz de toda la verdad y como tal da certeza a la razón, y la masonería es el vínculo de unión entre EGADU y el ser humano, pero se encuentra velado por los sentidos externos. Es indivisible, sin partes, uno y único, está en todas partes, no hay polaridad que distinga sujeto y objeto, ni conocido o desconocido, es uno y todo. La masonería es el medio divino del triunfo de lo absoluto.