COLUMNISTA

Obreros de Hiram Abif. El arte de construir

por Mario Múnera Muñoz P.G.M. Mario Múnera Muñoz P.G.M.

La augusta institución de la masonería es una fraternidad que se pierde en los anales de los tiempos, pues es la continuidad de una tradición iniciática, que grandes iniciados, seres de altos conocimientos dejaron su huella para que lo continuaran. Es muy importante recalcar que la institución la componen variedad de seres humanos con diferentes estados de conciencia, lo cual en oportunidades causa divergencias por los diferentes puntos de vista en que comprenden este sendero. Quien no haya logrado comprender iniciáticamente las enseñanzas esotéricas, solo especula.

Ahora bien, lo que conocemos como masonería es una institución que heredó de las escuelas de misterios de Egipto, Grecia, la India, etc., los conocimientos tradicionales de tiempos remotos. Con esto queremos decir que la masonería es netamente tradicional, sin deformaciones de ninguna clase, como una verdadera escuela iniciática. Poseedora de un simbolismo profundo, hermético y esotérico.

El término masón se define como oficio de constructor, por este motivo los símbolos masónicos, por medio del cual se transmite los conocimientos iniciáticos, son los implementos que se utilizan en este oficio, y esto es a partir del siglo XIV cuando se conoce realmente con el nombre la masonería. No obstante, en 1936 ya se conocía el nombre de Lathomos Fremaceons, que traduce “masones llamados franc-masones”, masones libres, que podían trabajar en cualesquier lugar.

El masón originalmente se conoció como hombre «que podía desbastar o trabajar la piedra». En esta época la masonería era operativa, que significa que se dedicaba a construir templos físicos. Cuando el masón dejó de construir templos físicos, pasó a ser especulativo. Tiene varios significados, viene del latín specula, observación, reflexionar, hacer especulaciones discursivas, teoría. Es una actividad racional. Intelectual, teórico, sin relación con lo real. Especular o filosofar es discutir. Solo con la realización espiritual, con un arte real, comprende que es construir Templos no físicos, no hechos con la mano. Templos internos, con la perfección de un trabajo iniciático, se logra. El arte de la construcción del templo interior. Porque nos basamos en el oficio de construir, porque no es dogmático, no transmite conocimiento profano. Solo transmite conocimiento no aprendido. Es un arte sagrado. Es lo trascendente del arte real y por eso conformamos una sociedad iniciática. Así se alcanzaba la trascendencia del estado individual del ser humano con la realización espiritual, realizando la construcción de su templo interior.

Este método es el arte real, porque tiene una técnica operativa. Y esto nos conduce al estado primigenio o estado primordial, un estado de conciencia, nos convierte en adepto. El arte real es el arte de perfeccionar lo que la naturaleza dejó imperfecto en el ser humano. La masonería es una institución elitista, donde sus seres humanos que la integran son diferentes. Y es elitista porque busca seres humanos cualificados, aptos para recibir una iniciación.

La mejor calidad de las piedras brutas para transformarlo en la piedra cúbica. Conciencias despiertas, en la vía iniciática que conduce hasta el íntimo santuario del templo interior. La institución masónica tiene su método de «instrucción» basado en las experiencias de las antiguas escuelas iniciáticas, bajo la premisa de que ningún ser humano puede vivir sin tener conocimiento de la naturaleza y sus leyes.

La palabra instruir se compone de dos palabras: in, interioridad y struere, significa edificar, construir, por lo tanto significa construir por dentro. Y la palabra iniciar, tiene dos palabras, in, dentro, ire, entrar. El rito de iniciación, si está cualificado el que se inicia, le sirve de puente para recibir la influencia espiritual, sin dogmas o doctrinas de fe, y le puede ayudar a señalar el camino hacia su estado original.

(Continuará).