COLUMNISTA

Nuevo sistema cambiario

por Luis Oliveros B. Luis Oliveros B.

Hay cambios en la política económica del madurismo. Ya no se habla de controles de precios, aunque en la teoría aún existan, en la práctica ningún organismo gubernamental anda fiscalizando ni pidiendo estructuras de costos. Desde el BCV están luchando por controlar la liquidez. Desde el primer apagón (más de 10 semanas), la variación porcentual de la liquidez monetaria cae en términos interanuales. Y ahora introducen un nuevo sistema cambiario, el cual dicen algunos es el fin del control de cambio.

¿Es el fin del control de cambio? Si usted no puede ir a una entidad financiera a comercializar (comprar o vender) las divisas que necesite, hablar de que no hay control de cambio es complicado, si a eso le suma la imposibilidad de utilizar sus tarjetas (débito y crédito) en el exterior, creo que la respuesta es obvia. Pero asumamos por un momento que este nuevo sistema cambiario es el final del control, a la larga esa discusión poco importa, desde hace rato los venezolanos aprendimos a sobrevivir a pesar del control y el mercado aquel que no se puede nombrar es el que dicta el precio de la divisa.

Lo importante es analizar este nuevo sistema cambiario. Nos dicen que será totalmente libre, aunque debas ir a tu entidad financiera y anotarte para comercializar. Ya ese paso, con el nivel de desconfianza hacia quien ejerce el poder y la inseguridad, genera desincentivos genuinos. Por otra parte están las comisiones, las cuales parecen muy altas e indican que el público destino de este sistema no es el de las operaciones de bajo volumen, al menos no al inicio.

Al final este sistema, cuando empiece a funcionar (aún no arranca, será clave el papel de los corresponsales y cómo operar en un país sancionado), será beneficioso para las empresas, las cuales necesitaban una ventana legal para adquirir divisas y poder reflejarlas en sus balances sin problemas. No se puede negar que el sistema es una buena noticia en ese aspecto. También lo será porque por esa vía deberíamos obtener una tasa de cambio más transparente, más limpia, más robusta, la cual nacería de la interrelación entre la oferta y demanda de divisas ocurrida en un sistema que se desarrolla en el mercado financiero.

¿De dónde vendrá la oferta? Está creado para que, en principio, sea un sistema entre componentes del sector privado, por lo tanto, la oferta debería ser únicamente privada, el sector público no tiene muchos grados de libertad para entrar al sistema. Limitaciones de tipo financiero y de operatividad (las sanciones le crean problemas) le imposibilitarían operar allí. Ciertamente, esto le restará profundidad al sistema, históricamente los sistemas cambiarios en Venezuela han estado basados en el comportamiento del sector público, por ser este el principal (y casi único) exportador neto del país. Por este motivo, junto con los problemas inflacionarios y el complicado escenario externo que tiene Venezuela, es que creemos que la estabilidad actual de la tasa de cambio pudiera verse afectada más temprano que tarde.

Sin dudas hay cambios en materia económica, el problema es que llegan muy tarde, quien las toma no tiene credibilidad, generó un colapso en la producción petrolera de tal magnitud que aún no encuentra cómo recuperar ese sector y al mismo tiempo tiene encima unas sanciones económicas y petroleras que limitan el alcance de esas medidas que pretende desarrollar (y recordemos sus taras ideológicas que en el pasado siempre aparecieron para empeorar el panorama). Si se confirma lo que dice la empresa Argus, en torno a que la producción petrolera venezolana ha bajado hasta 500.000 barriles diarios en el mes de mayo, el panorama será mucho más complicado que el ya casi trágico que padecemos actualmente. El madurismo intenta tarde revertir el desastre, pero sin petróleo no podrá.