De acuerdo con versiones de prensa de Centroamérica, de México y del propio Donald Trump, ya viene una nueva caravana. Partirá hoy o mañana de San Pedro Sula, como la anterior. Probablemente llegue a la frontera de Guatemala con México el 19 de enero, fecha de la que tenía cierto conocimiento el gobierno de López Obrador. Arribará a alguna ciudad de nuestra frontera norte unos diez días después, cuando pondrá a prueba a ese gobierno, y sus nuevos acuerdos con Trump.
Hay versiones encontradas, entre los integrantes de la nueva caravana, así como entre los gobiernos afectados y los medios, a propósito de los resultados de la anterior y de las motivaciones de la siguiente. Aunque las autoridades hondureñas, mexicanas y norteamericanas han insistido en que la de octubre y noviembre fue un fracaso, ni es del todo cierto, ni lo creen los nuevos argonautas. No sabemos a ciencia cierta cuántos migrantes, del total que llegaron a Tijuana, pudieron pasar a Estados Unidos, pero parece que, sobre todo en días recientes, la cifra es relativamente elevada. El caso emblemático es de la Sra. Rosa Meza, la mujer con dos infantes que fue fotografiada cruzando el río Tijuana cuando un gran número de hondureños intentó dar portazo a San Ysidro en diciembre. Un par de semanas después, apareció Rosa Meza en otra foto, ahora en Los Ángeles, con familiares, habiendo entrado a Estados Unidos en compañía de dos congresistas y pudiendo esperar su audiencia de asilo dentro de territorio estadounidense.
A partir del cierre parcial del gobierno federal norteamericano, el número de agentes de la patrulla fronteriza, de empleados de centros de detención y de jueces de migración ha bajado de manera considerable. Ante esto, muchos solicitantes de asilo han ingresado a Estados Unidos, han sido entrevistados y posteriormente liberados bajo palabra en espera de su siguiente entrevista. Solo en El Paso, hace unos diez días, CBP “soltó” a quinientos migrantes en plena ciudad. De confirmarse todo esto, las versiones mexicanas y hondureñas según las cuales solo un pequeño porcentaje de los integrantes de la caravana ingresó a Estados Unidos resultarían falsas. Al contrario, una buena proporción de los 7.000 a 8.000 que arribaron a Tijuana habrán ya entrado a territorio norteamericano, y muchos más estarían en puertas de hacerlo. En cambio, el número de repatriados o de solicitantes de asilo en México se antojaría menor.
Pero, además, los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos que se unan a esta nueva caravana no necesariamente saben o quieren saber la verdad empírica o incluso científica de los resultados de la caravana anterior. Si se corrió la voz de que un buen número de los que partieron en octubre tuvieron una suerte mejor que la que les auguraba su permanencia en sus propios países, ese es motivo suficiente para sumarse a este nuevo esfuerzo. Por algunas versiones de prensa, parece ser que esa es la opinión de muchos de los que se han empezado a acercar a la caravana que sale en estos días de San Pedro Sula.
Cuando lleguen a la frontera de México con Estados Unidos, y Trump siga exacerbando los sentimientos xenófobos y racistas de su base, mostrando esta caravana como la más grande en la historia de la humanidad, veremos si los acuerdos a los que llegaron López Obrador y Ebrard con él funcionan. Como se sabe y se ha escrito muchas veces en esta página, se trata de que los hondureños sean entrevistados en Estados Unidos y luego devueltos a México, donde esperarían su segunda entrevista y su audiencia relativa a la solicitud de asilo que presentaron. Es, como ya se ha dicho también, una versión de facto de un acuerdo de Tercer País Seguro. Todo indica que hasta ahora no ha funcionado el acuerdo anunciado por el gobierno de México desde principios de diciembre. Pero todo sugiere también que Trump da por hecho que López Obrador va a respetar ese acuerdo.
Muchos pensamos que es inaceptable para México por principio, pero que también resultará tóxico para un gobierno que se vanagloria de ser de izquierda, humanitario, y tratar de respetar los derechos humanos. Veremos si México respeta lo que Trump entiende por esos acuerdos, o cómo reacciona Trump si resulta que México no respeta los acuerdos que él pensó que había logrado con su vecino del sur.
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