Uno de los factores que necesita el madurismo para perpetuarse en el poder es lograr la destrucción de la educación que se imparte en planteles privados, y «constitucionalizar» desde los estudios de primaria y bachillerato el culto a la personalidad y las loas permanentes al gobierno, bajo la excusa del estudio de una nueva materia la cual está concebida en llamarse «historia, cultura y expresión revolucionaria» pero disfrazada eufemísticamente con el nombre de «pensamiento nacional, latinoamericano, caribeño y patriótico», cuyos contenidos y currículos ya se encuentran en el despacho del «ministerio de educación».
Los ideólogos de semejante aberración educativa, a quienes bien valdría la etiqueta de intelectuales seniles, están perfectamente identificados porque reciben en sus cuentas del exterior y en Venezuela por parte del Banco Central de Venezuela (BCV) y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) el pago de sus «honorarios», sin obviar que en caso de concretarse la seudoconstituyente de Maduro, el himno de las milicias, se integraría inmediatamente como parte del Himno Nacional en todos los eventos oficiales y de obligatorio estudio en las instituciones educativas.
La situación se tornaría más grave, porque habría una reforma profunda sobre nuestra Constitución desde sus propios orígenes pensativos. En tal sentido, para justificar la aplicación de esa bazofia curricular que pretenden aplicar en nuestras escuelas y liceos, anexarían en la exposición de motivos de la carta magna un apéndice, el cual, palabras más, palabras menos, hablaría sobre la necesidad de «materializar» los cambios «revolucionarios» logrados desde 1999, los cuales apuntan hacia la construcción de una «patria indestructible, soberana, antimperialista y anticapitalista» que luchará contra cualquier enemigo externo o interno que intente socavar los principios fundamentales de la «revolución», razón por la cual todos «los hijos de esta patria» estarán obligados a luchar a costa de su sangre y vida por la permanencia y existencia sublime del poder popular.
O sea, es claro que ante tales desafueros constitucionales y jurídicos, y una vez «materializada» la seudoconstituyente, todos los venezolanos, y en especial nuestros niños, adolescentes y jóvenes, se convertirían en soldados del madurismo, pudiendo incluso, como se ha venido haciendo en estos momentos de nuestra historia sobre aquellos que se les oponen al gobierno, ser llevados ante instancias militares, en caso de negarse a luchar ante quienes ellos consideran el «enemigo», y ser «juzgados por traición a la patria». Y si bien lo anterior resulta una barbarie política, peor resulta condensar en el imaginario de nuestros hijos una concepción permanente de la guerra, conjugado con perversas campañas de odio en las propias aulas de clase.
Por supuesto que los docentes no quedarán excluidos de esta situación porque aquellos que se nieguen a impartir tales «conocimientos» serían acusados de ser «los primeros enemigos internos de la patria», es decir, no solo se librarían en las escuelas de los docentes «traidores» y no sumisos en términos de apoyo al madurismo, sino que esos mismos profesionales de la educación, también serían llevados ante instancias militares para ser sentenciados y condenados, pudiendo en consecuencia la neodictadura llevar a las aulas a quienes incluso sin ser docentes se sometan a la perversa doctrina del gobierno.
También, hay que referirse a que, para lograr la «justificación jurídica» sobre lo anterior, modificarían el artículo 4 de nuestra máxima norma jurídica, la cual señala que: la República Bolivariana de Venezuela es un Estado federal descentralizado en los términos consagrados en esta Constitución, y se rige por los principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad (…) a esas líneas, luego de la palabra «federal», le sería agregada la frase «y comunal», suprimiendo el término «descentralizado» (como sería en el resto del texto constitucional), razón por la cual cualquier «consejo comunal», «movimiento social» o «de misiones» junto con los burócratas del madurismo, bajo el esquema de una disposición transitoria, mientras promulgan la ley correspondiente, podría destituir de forma inmediata a los docentes a través de «juicios administrativos» y pasados a los tribunales militares. De esta manera podrían sustituir en forma expedita a sus «enemigos» y colocar en las escuelas a sus neófitos y panegíricos, aunque estos no tengan formación educativa ni pedagógica.
El artículo 78 también será suprimido sobre el contexto del reconocimiento ante la Declaración Internacional sobre los Derechos del Niño, y con ello evadir cualquier sanción emitida por órganos mundiales en esta materia, lo cual los haría incólumes en el proceso de que niños y adolescentes sean orientados y entrenados en términos y procedimientos de guerra.
En relación con el artículo 102, la situación no puede ser más dramática, en virtud de que cuando se refiere a que está al servicio de la sociedad, el mismo quedaría al servicio de «los intereses de la patria», por no decir del madurismo. Asimismo, no estará fundamentada en el «respeto a todas las corrientes del pensamiento», sino en el «respeto de los principios sublimes y gloriosos del pueblo». Obviamente, al eliminar la palabra sociedad, quedará sujeta a ese «pueblo», y en cuanto a esa «sociedad democrática», se hablará de los preceptos: independencia, federación y revolución.
En cuanto a los artículos 103 y 104, sobre el primero, la mención a la Organización de las Naciones Unidas desaparecerá y se hará mención a la llamada Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y «otras organizaciones» que luchen por los pueblos del mundo. En cuanto al segundo, el reconocimiento de coexistencia de una educación pública con instituciones privadas quedará definitivamente abolido, y se hablará de educación regida por el «Estado» en administración mixta, con el propósito de que el «ministerio de educación» designe al personal directivo y administrativo de todas las instituciones cuya nómina aún no dependa de las arcas públicas.
Elías Jaua ha invitado al debate sobre la inconstitucionalidad de la constituyente de Maduro. Lo reto públicamente para que desmienta lo que estoy diciendo en estas líneas, pero como perfecto zascandil y bradifrénico, difícilmente se enfrentará con el auténtico magisterio para debatir lo que no tiene justificación alguna.
La seudoconstituyente que invoca el gobierno pretende convertir a nuestros hijos, docentes y sociedad en general en «soldados del madurismo». No lo vamos a permitir.
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