A partir del 10 de enero del presente año Maduro no es reconocido por más de sesenta naciones en el mundo como presidente constitucional de Venezuela. Ello indica que su negativa en abandonar el poder sustentado en las armas de un sector de las fuerzas armadas venezolanas lo sindican de estar usurpando el cargo como jefe del Poder Ejecutivo.
Tal iniciativa dictatorial trajo la reacción casi inmediata de naciones vecinas. Estados Unidos, Canadá, países centroamericanos, andinos, del Caribe y Cono Sur latinoamericano apelan ante la OEA.
Su secretario general, Luis Almagro, convoca con carácter de urgencia al cuerpo colegiado tras el formulamiento de la mayoría de sus miembros, gobierno que sentencian al gobierno bolivariano.
Naciones europeas agrupadas se pronuncian de inmediato condenando el golpe de Estado al ejercicio democrático, apoyando la iniciativa parlamentaria venezolana en la designación de una autoridad interina sustentada en la Constitución del país.
El gobierno temporal en la persona del diputado Juan Guaidó ante la hambruna que padecen los venezolanos, junto con las Naciones del Grupo de Lima, la mayoría de países miembros de la OEA, Unión Europea, Nacionalidades de la Unión Parlamentaria Mundial establecieron como fecha tope el 23 de febrero para iniciar la distribución de socorro internacional en territorio venezolano.
Maduro implementa como política de Estado desde 2013 reducir la población vía la ausencia de nutrientes y medicinas. Simplemente se niega a alimentarlos como indican los experto de la Unión Panamericana de la Salud.
La negativa de la autoridad venezolana en dejar pasar los alimentos y medicinas quemando estos pertrechos, causando 295 heridos y 3 muertos –Observatorio Venezolano de Conflictividad Social– desde Colombia; trajo la desilusión de muchos, quienes aspiraban a que fuese ese 23 de febrero la derrota de la tiranía, llegada de la ayuda externa, el inicio del retorno de la diáspora, el establecimiento del tan anunciado gobierno de transición para finalmente convocar a elecciones presidenciales.
Mas no ha sido así, como tampoco Juan Gaidó prometió que la solución de la crisis de gobernabilidad acontecería de tal manera.
Evaluando la historia, este proceso con apoyo internacional tiene un gran parecido con la Guerra del Golfo Pérsico durante el gobierno de George Bush, padre, entre Kuwait e Irak.
En 1990 Hussein acusa a Kuwait de robarles petróleo en el campo de Umalia. Estados Unidos interviene e intenta conciliar las posiciones. A pesar de los esfuerzos, Saddam Husein, gobernante de una poderosa nación, arremete contra la pequeña Kuwait y Emiratos Árabes en agosto de ese año.
Las autoridades norteamericanas reclaman la invasión iraquí y exigen la salida inmediata de la chica nación.
No fueron escuchadas las demandas, Saddam Husein se consideraba poderoso.
Seis meses después, Estados Unidos, junto con una congregación de aliados a principios de 1991, rescata el territorio invadido y echa fuera a los iraquíes. La potencia petrolera sufre un serio colapso económico en perjuicio de la población civil.
Estos lentamente se rehabilitan para terminar el presidente en manos de los americanos, y sería juzgado y condenado a morir en la horca
Para actuar, el ejército del norte buscó un frente internacional para luego empezar una estrategia de persuasión humanitaria, tal como acontece con Venezuela. Implementando tal iniciativa, pasó medio año para ejecutar el plan de redención militar de los Emiratos.
Los venezolanos deben estar decididos a continuar protestando e insistir en traer ayuda humanitaria para Venezuela por cualquier vía.
El presidente Donald Trump habló muy claro ante el Congreso bipartidista con motivo de exponer el estado de la unión. Allí planteó la recuperación del territorio suramericano, lo cual motivó recibir un caluroso aplauso de ambas organizaciones políticas.
El empresario presidente no puede arriesgar el capital político logrado; debe continuar y salir airosamente del caso Maduro Moros aislándolo del contexto de los pueblos. Solo la burla le espera de no avanzar contra el eje del mal Venezuela-Cuba-Bolivia-Nicaragua.
En cuanto al tirano usurpador, debe este buscar transar su partida. Husein y Noriega y otros no negociaron, y ya saben ustedes donde están.
Trump no perdonará al delincuente. Este demostró ser solo un exterminador de seres humanos al quemar la ayuda benefactora, lo cual es un delito de lesa humanidad.
El hambriento se aferra a la bondad del vecino, la esperanza del caminante y la misericordia de Dios, cuando ya nada le queda.