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Sigue el mandamás de AD en el ruedo de la política exhibiendo todas las marrullerías del oficio. Embriagado de socarronería por sus cuatro gobernadores electos, los dejó en libertad –de la boca para afuera– para  que doblaran la cerviz frente a la presidente de la espuria asamblea nacional constituyente y se subordinaran ante el régimen; así  pretendió salvarse de la incineradora de la opinión pública que lo reconoce como el  verdadero artífice del contubernio con la dictadura y con la  ANC, a la que él mismo, en una de sus feroces incontinencias verbales, bautizó como la  “prostituyente”.

El lamentable capítulo de juramentación de la banda de los cuatro peripatéticos se inscribe en el submundo de la pornografía política y puede entenderse en toda su dimensión en la figura de “la podredumbre” a la que se refería el comandante eterno cuando denigraba de la cuarta república y especialmente cuando quería insultar a los adecos.

Quedó para la historia aquel partido fundado por Rómulo Betancourt, con principios y valores democráticos que jamás traicionaron aquellos hombres solventes en lo moral y en lo político, que sirvieron de forma desinteresada al país y actuaron sin ambiciones personales: Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Valmore Rodríguez, Antonio Leidenz, Carnevali, Ruiz Pineda, Raúl Leoni, Gonzalo Barrios y otros insignes líderes adecos. Entre ellos y Henry Ramos Allup hay un abismo descomunal. 

La secta adeca que está en manos de Ramos Allup no tiene ataduras con la historia del que sin duda fue un glorioso partido, ni con las enseñanzas y el ejemplo de sus líderes fundadores. La traición de hoy expresa su más categórica repulsa por abandonar las esencias de un comportamiento político decente, por el que hoy clama la mayoría de los venezolanos. Casi veinte años de involución con los narcogobiernos de Chávez y Maduro no han sido suficientes para erradicar prácticas políticas que solo nos han conducido al envilecimiento. 

En un desesperado intento de desmarcaje, algunos partidos y dirigentes que hacen vida en la agónica MUD han rechazado y desconocido la juramentación ante el fraude constituyente de los cuatro gobernadores adecos y expresaron respaldo al gobernador del Zulia, Juan Pablo Guanipa, por su posición de no doblegarse ni humillarse ante la dictadura y negarse ante las pretensiones del berreante secretario general de AD para que también se juramentara ante la ANC.

Ahora quedaron claras las componendas, se entiende por qué bajo la presidencia de Henry Ramos en la Asamblea Nacional (candidato presidencial lanzado por el régimen) no se juramentaron los magistrados exprés del TSJ, ni se renovó el CNE y cómo sacrificaron a los diputados de Amazonas. Su presidencia en la AN se encuentra definitivamente bajo sospecha. Llegó la hora de que la dirigencia se deslastre de algunas lacras vetustas que nos han conducido al fracaso, que han transmutado los triunfos de la oposición en estrepitosas derrotas y han ayudado a prolongar el período nefasto y empobrecedor de Nicolás Maduro. 

Tal vez sea útil reproducir las palabras de Ramos Allup antes de las regionales –en un mitin en Valencia-, cuando mandó a marcar como infiltrados a los que no votaran en las elecciones convocadas por la ANC. Fueron unas acusaciones tan fascistas como ofensivas, en las que se apoya su ideología y su actividad como colaboracionista del régimen. Por fin se han percatado de ello políticos de otros partidos y sus propios correligionarios que se expresan a través de las redes sociales, como Carlos Ortega, que desde el exilio escribió en su cuenta de Twitter: “Henry Ramos, eres un monumento a la miseria humana, el adeco más sinvergüenza y traidor que ha tenido nuestro partido”.

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