Hoy viernes 26 hay marchas en Caracas y Bogotá, dos presidentes virtuales, Guaidó y Duque, que están en manos del narcoterrorismo del Foro de Sao Paulo, encabezarán sendas manifestaciones. Guaidó contra la narcodictadura del Cartel de los Soles y las FARC, quienes precisamente convocaron en Caracas una cumbre del FSP para afinar la estrategia de consolidación del narcoterrorismo en el continente; Duque marchará con los compañeros de camino de esa narcodictadura que el comunismo internacional impuso en ambos países.
Compleja la situación en ambos países, Venezuela está en la disyuntiva final de volver a la democracia en el corto plazo o convertirse definitivamente en una segunda Cuba por “saecula saeculorum”. La perspectiva es positiva, pues la tiranía está agonizando y solamente falta que una oposición unida con apoyo internacional le dé la estocada final al tirano genocida Maduro, y con él al régimen narcoterrorista.
Más difícil, paradójicamente, es la situación colombiana. El pueblo ha por 3 veces ratificado su oposición al farcsantismo: en el plebiscito, en las parlamentarias y en las presidenciales. Pero el farcsantismo, el “régimen” como lo llamaría Álvaro Gómez Hurtado, tercamente permanece en el poder por medios ilegítimos e ilegales.
En el plebiscito votó categóricamente por el No, desechando el fatídico acuerdo de entrega del país a las FARC. Pero el farcsantismo lo impuso, desconociendo el veredicto popular, estableciendo un régimen de facto, es decir una dictadura, pues desconoció el resultado del veredicto, pero, además, no contento con eso incorporó el adefesio al bloque constitucional y encima lo declaró inalterable por tres períodos presidenciales. Ni en Cuba se ha llegado a tan insólita caricatura de democracia. Pero lo peor es que esta dictadura está al servicio del narcoterrorismo, por lo tanto, no solamente tenemos una dictadura sino, lo peor, un narcoestado.
En las elecciones parlamentarias, el partido más votado fue el Centro Democrático, pero además con los votos obtenidos por los conservadores, evangélicos , La U y Cambio Radical, se hubiera obtenido una mayoría amplia de centro-derecha, que hubiera podido hacer las modificaciones necesarias para quitarle la impunidad, elegibilidad y continuación de negocios ilegales al narcoterrorismo, pero una parte de la U (los lagartos Benedetti, Barreras, etcétera) y CR decidieron junto con el Partido Liberal, unirse a la izquierda del FSP y apoyar la continuación de la dictadura del farcsantismo.
Finalmente, en las elecciones presidenciales, elegimos a Iván Duque como presidente de la República, no solo porque fue el que dijo Uribe (los colombianos lo seguimos fielmente en 2010, votamos por Santos porque él lo dijo, igualmente por Zuluaga, pero el Farcsantismo compró la segunda vuelta, y finalmente lo seguimos apoyando en el 2018), sino sobre todo porque prometió modificar los acuerdos entre los truhanes JMS y Timochenko, en su programa de gobierno hubo 3 promesas específicas al respecto:
“3. Prohibiremos en la Constitución la existencia del narcotráfico como delito político conexo. El narcotráfico no podrá ser un delito amnistiable en Colombia.
9. Redoblaremos la cooperación y las acciones contra el lavado de activos para acelerar la extinción de dominio sobre activos obtenidos ilícitamente, incluyendo todo aquello que las FARC intenten ocultar.
18. Tendremos la férrea voluntad de actuar de manera decidida contra la impunidad, asegurando que los máximos responsables de crímenes de lesa humanidad no puedan aspirar a cargos de elección popular, luego de un proceso de desmovilización, desarme y reinserción, sin haber cumplido una pena efectiva y proporcional “ (https://s3.amazonaws.com/ivanduquewebsite/static/propuestas.pdf)
A pocos días del primer año de gobierno de Duque, se nos agotó la esperanza que el presidente cumpliría sus promesas. En cuanto a la prohibición constitucional del narcotráfico como delito político conexo, lo hicieron hacia el futuro, o sea, otorgándoles impunidad a la FARC. Arguyen que las leyes no son retroactivas, pero es que jamás el narcotráfico ha sido delito político conexo en Colombia (y aunque no tengo la seguridad me atrevo a decir que en ningún país), eso lo incluyó fue el narcoacuerdo, por lo tanto, con especificar que no sería delito conexo, sin calificarlo en el tiempo bastaba; pero claro el “régimen” siempre se impone y se asegura que al narcoterrorismo no se le toca ni un dedo. Con respecto a la extinción de dominio exprés, nada se ha hecho, las FARC declararon como bienes unas palas, unas tazas y una bacinillas, y en un año de gobierno se sigue la perniciosa tendencia del farcsantismo de no escudriñar los multibillonarios en dólares bienes del narcoterrorismo en el exterior.
En cuanto a la impunidad, uy es de terror contar lo que ha sucedido. Ya sabemos que hay todo un concierto para delinquir entre JEP, CSJ, Corte Constitucional y Consejo de Estado, hoy están en Caracas la mayoría del Secretariado de las FARC, alzados contra la legalidad, pero con apoyo tácito o explícito de las Altas Cortes, del Parlamento que ha consolidado la narcodictadura, y finalmente del presidente Duque, que a pesar de ser una gran persona, un hombre bueno y honesto, un estadista, no ha hecho nada sino acatar la ilegítima institucionalidad del farcsantismo.
¿Que no puede hacer nada el presidente contra la narcodictadura? Claro que sí, querer es poder. La Constitución en el artículo 213 le da la facultad de decretar el estado de conmoción interior, que puede durar hasta 270 días; en dicho período el gobierno puede suspender las leyes incompatibles con ese estado.
Duque ha debido decretar ese estado, derogar el acuerdo y haber efectuado un plebiscito donde el pueblo apoyaría ratificar la decisión del plebiscito del 2016. Ese era el camino correcto para no cohonestar la narcodictadura del farcsantismo. Como dije al principio, Colombia y Venezuela están bajo la férula de los narcoterroristas; para acabar con esa deprimente situación es indispensable la intervención exterior, en Venezuela se está haciendo aunque un poco tímida, pero tarde o temprano llegará el golpe final contra maduro.
Contra el farcsantismo también se requiere de intervención externa, pues el “régimen” es imbatible sin ella. Felizmente ya está por darse esa intervención y es la necesaria e inevitable descertificación de Colombia por parte de Estados Unidos. Esto es una acción ejecutiva que en 1986, el Congreso enmendó el acta para forzar al secretario de Estado y al presidente a preparar una lista de los más importantes países productores y de tránsito de drogas y retener la mitad de la ayuda externa proveída por el gobierno de Estados Unidos.
La descertificación no es solamente eso, sino que prácticamente aísla al país del circuito financiero internacional, con las graves consecuencias económicas, ante la ligereza con que se ha tomado la dictadura en Colombia. Trump puede poner condiciones serias para no descertificar al país, algo así como una descertificación provisional, condicional a que:
- Se les elimine la impunidad, elegibilidad y continuación del negocio ilícito al narcoterrorismo.
- Se haga una profunda reforma de justicia
- Se implemente una sería política de eliminación de narcocultivos, , incluyendo la aspersión aérea.
Así como se está cercando la narcodictadura de Maduro, así mismo se debe hacer en Colombia, es la misma narcodictadura, los mismo tiranos (FSP apoyado del narcoterrorismo), con los mismos objetivos y la misma metodología, solo que allá lo hacen militares chafarotes y acá excelsos letrados y juristas. ¡No a la narcodictadura¡ Tanto en Venezuela como en Colombia.