COLUMNISTA

Nada justifica la tortura

por Andrés Colmenárez Farías Andrés Colmenárez Farías

Nada, absolutamente nada, justifica la tortura y no es solo una frase que intenta fijar posición con relación a los múltiples casos de tortura que se han narrado y conocido en Venezuela bajo el gobierno de Nicolás Maduro, solo basta recordar cómo se estrenó en este campo justo al comenzar su tan cuestionada y nunca aclarada y auditada “victoria” presidencial en abril de 2013.

De esos días recuerdo claramente unas declaraciones de Diosdado Cabello en las que señaló que quien los tenía “aguantados” había muerto recientemente, hacía referencia a Hugo Chávez, y era una clara advertencia de lo que hemos visto posteriormente.

No mentía Cabello, aunque en el gobierno de Chávez se conocieron múltiples denuncias de casos de violación de derechos humanos nunca antes en la historia reciente de Venezuela se habían registrado tantos casos de vulneración de todos los derechos civiles, económicos y políticos de la sociedad venezolana.

Ellos realmente nunca mienten; pluralizaron la tortura, la volvieron cotidiana. Una especie de camisa que le queda bien a todos sin importar la edad, la talla, el sexo o la religión. Ellos torturan, hacen muy bien todo lo malo.

Como en todas las dictaduras y gobiernos que se caracterizan por su totalitarismo, la violencia contra la población civil es más que una manera de actuar un procedimiento necesario para mantenerse en el poder.

Con violencia intentaron llegar y ahora solo con violencia lo pueden sostener. El apoyo popular ciudadano lo perdieron hace mucho y lo saben.

La Organización Mundial Contra la Tortura sentencia con la frase que le da título a este artículo una acción que no es solo un eslogan que pretende describir una acción, sino una sentencia para lo que no existe ni debe haber justificación alguna: Nada justifica la tortura.

Intentar degradar a un diputado a la Asamblea Nacional ilegalmente detenido, torturado y desaparecido por horas y luego presentado en ropa interior a través de las redes sociales con síntomas evidentes de tortura persigue un solo fin y es hacernos creer que tienen el poder absoluto de degradarnos psicológica y moralmente.

Es una estrategia planificada, nada es casual cuando de infundir terror se trata. Lo que no saben es que se perdió el miedo y más que lástima y vergüenza esas imágenes nos llenan de orgullo porque es una evidencia de que solo les queda el terror para seguir en el poder.

Cuando conocí a Gaetano la voz se le entrecortaba, era una pausa dolorosa, una mezcla de rabia, indignación y vergüenza. Escuchar cómo fue detenido y llevado a la fuerza hasta un destacamento militar, donde fue encapuchado y amenazado de muerte, nos hizo recordar que la violencia que buscan aparte de la física es la mental. Intentan quebrar rodillas, amedrentar voluntades y hacernos doblegar esperanzas.

Aún recuerdo la llamada del señor Carlos; detrás de su voz la impotencia y la rabia contenida solo por su profesión de fe cristiana, pero cuando se le quebraba la voz susurraba lo que a todos nos ha pasado por la cabeza. Él tenía en ese momento a su esposa y a su hija adolescente detenidas en el destacamento 47 de la Guardia Nacional en Barquisimeto, junto con 6 mujeres más. Todas retenidas de manera arbitraria, incomunicadas y también, luego de que conocimos sus testimonios, torturadas y amenazadas con ser violadas físicamente.

Ese mismo destacamento militar fue bautizado como el destacamento del terror, después en un intento de promover la impunidad fue nombrado con el numero 121. Allí, en pleno centro de Barquisimeto, un campo de detención arbitraria, un centro de tortura, un centro de concentración al estilo nazi.

En otra oportunidad, así bajito como un susurro, ella me contó: “Me arrastraron por el piso, mis dedos que iban descubiertos por unas sandalias fueron perdiendo uñas poco a poco. Mientras tanto los insultos, las amenazas y por supuesto los golpes”. Ella, a quien el destino me hizo conocer y con quien compartí muchas actividades, un día en plan de confesión me dijo: “Me hice pipi y con esa ropa duré cuatro días. Bañada en orina y con la menstruación”.

No es solo un diputado, todos hemos padecido esas torturas y esos tratos crueles, inhumanos y degradantes, por eso seguimos levantando la voz para denunciar estos casos.

Twitter: @andresvzla1975