Con la irresponsabilidad que le caracteriza, Nicolás Maduro decretó como festivos todos los días de la Semana Santa, otra manera de ignorar la crisis que abruma al país. Si alguien se tomó en serio las vacaciones fue él mismo, quien no alteró su reposo para conceder ni una palabra de explicación o consuelo por la grotesca tragedia de Policarabobo que se sumó al sufrimiento cotidiano de los venezolanos.
Pero la condena mundial hacia su gobierno lejos de tomarse un descanso arreció durante el mes de marzo. El cerco económico impuesto por el presidente Donald Trump se acrecentó con la firma de la orden ejecutiva que prohíbe todas las transacciones con cualquier moneda digital, léase petro, emitida por el gobierno venezolano. El tema de Venezuela fue preocupación recurrente de las reuniones de pasillo del G20, el club más selecto del planeta, efectuadas en Argentina el 19 marzo.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a seis funcionarios y ex funcionarios del gobierno venezolano por malos manejos económicos y actos de corrupción, y el gobernador de Florida firmó la ley, que había sido aprobada el 8 de marzo por los legisladores estatales, que impide negocios de su estado con el gobierno venezolano
El gobierno de Suiza caracterizado por su “neutralidad perpetua” emitió un comunicado en el que se alinea con las sanciones impuestas por la Unión Europea al prohibir la entrada a su país de siete funcionarios venezolanos de alto rango de los distintos poderes, a la vez que ordenó una serie de restricciones económicas, como la prohibición de la venta a Venezuela de armas y bienes que puedan utilizarse para la represión interna. El comunicado es explícito en la vinculación de dichas medidas con la restauración de la integridad del proceso electoral a un entorno democrático inclusivo que respete plenamente el marco constitucional y legal y las obligaciones internacionales.
También en la muy reciente lista publicada por el gobierno de Panamá de 55 funcionarios venezolanos que deben ser sujeto de supervisión financiera en el marco de la lucha contra el blanqueo y el financiamiento al terrorismo, encontramos implícita una contundente condena política. Es la primera vez que un país latinoamericano aplica sanciones contra el gobierno de Maduro, incluyéndolo a él mismo de paso.
En la plenaria de la Unión Interparlamentaria reunida entre el 24 y el 28 de marzo en Ginebra, se negó el ingreso a la delegación de la asamblea nacional constituyente que a base de trucos e infantilismos trató de disimular la humillación. El nuevo gobierno de Perú mantiene la exclusión de Maduro de la lista de invitados a la Cumbre de las Américas que se realizará la primera quincena de abril en Lima, a la vez que fue ratificada la invitación a Julio Borges a dicho evento por parte de los parlamentarios peruanos.
La tan ansiada participación de la ONU en el proceso electoral de mayo para intentar adecentarlo se esfumó con las declaraciones de su secretario general adjunto de Asuntos Políticos, quien reiteró la información que ya venía circulando, a saber, que dicha organización no se ha planteado enviar ninguna misión de observadores a las elecciones venezolanas.
Por último, el papa Francisco, que ha apoyado la valiente posición de nuestros obispos, clamó por una pronta solución para la penosa crisis venezolana y habló de venezolanos que viven en su país como en un territorio extranjero.
Resulta evidente que internacionalmente se está librando parte importante de la batalla por el retorno de la democracia a Venezuela. En ese terreno se encuentran activados con gran acierto importantes líderes opositores, pero también el gobierno de Maduro da muestras de su negativa a modificar sus abusos de poder haciéndose el desentendido ante las graves consecuencias del cerco internacional.
Tampoco es menos cierto que con las elecciones presidenciales muy cercanas, al margen de un Henri Falcón muy activo en la promoción de su complaciente candidatura, que hace caso omiso de las adversas circunstancias electorales, encontramos un vacío de la MUD, de sus dirigentes y de importantes organizaciones de la sociedad civil que han prometido movilizarse en búsqueda de un nuevo cuadro político, a través de un frente. Ojalá no tarde mucho una respuesta a la altura de esa presión internacional pocas veces vista.