COLUMNISTA

El morral necesario

por Ángel Oropeza Ángel Oropeza

No es un eslogan. Vamos bien. De hecho, se puede demostrar de manera tangible que esto es así, en términos de avances concretos hacia la consecución del objetivo. La estrategia está funcionando. Sin embargo, el triunfo no está dado. Hay que hacerlo posible. ¿Cómo colaboramos todos con esta ineludible responsabilidad histórica?

El largo transitar de los venezolanos por el desierto, en procura de la tierra prometida de la libertad y la justicia, requiere en la actual coyuntura de ciertas condiciones para lograr que la fatigosa y difícil travesía culmine en el destino deseado. Necesitamos ciertos implementos  en nuestro morral de camino.  Para los montañistas, el contenido de su morral puede ser la diferencia entre lograr su objetivo o fallar, e incluso entre la supervivencia o la muerte en el intento. Pues bien, para todos colaborar efectivamente con la tarea de hacer posible la transición a la democracia es necesario que revisemos nuestros morrales, para asegurarnos que estén presentes y a la mano algunas herramientas que pueden hacer la diferencia entre alcanzar la meta o quedarnos solo cerca de ella. Mencionaré apenas algunas de ellas.

1) Aunque la lucha es de todos, porque de todos es el país y de todos será su triunfo, no todos podemos hacer lo mismo. No pretendamos todos dirigir el juego cual manager de tribuna. Es mucho más útil e inteligente que cada quien se organice en torno a una tarea concreta, de las muchas que requiere esta etapa de la lucha. Eso sí, actívese. No es la hora de espectadores sino de actores. Todos hacemos falta.

2) Algunas de las cosas que queremos no serán tan rápidas de lograr. Los procesos de cambio no son lineales. Por el contrario, suelen estar plagados de incertidumbre y obstáculos, algunos de los cuales en ocasiones no permiten ver los avances alcanzados. Por ello la perseverancia es una herramienta indispensable en nuestro morral de tránsito. Las grandes obras, decía Samuel Johnson, no son llevadas a cabo por la fuerza sino por la perseverancia. Perseverancia que no es lo mismo que paciencia, la cual es criminal pedírsela a un pueblo que ha sufrido tanto. No se trata de esperar, se trata es de no desistir, y menos cuando se está tan cerca de las primeras metas. El goteo del agua hace un hueco en la roca, escribió el poeta Ovidio, no por la fuerza sino por la persistencia.

3) En esta instancia de la lucha, el primer paso es salir cuanto antes del gobierno. Y para ello una condición necesaria es quebrar su base fáctica de apoyo. Poco contribuyen a esta esencial tarea las amenazas de retaliación masiva y hasta de exterminio generalizado de quienes todavía hoy sostienen la dictadura. Una de las estrategias de la coyuntura es disminuir en lo posible los costos de salida de los personeros del régimen. El artículo 3 de la Ley de amnistía, elaborada por la Asamblea Nacional, con clara intención estipula la concesión de todas las garantías constitucionales en favor de aquellos funcionarios civiles y militares que, actuando con base en los artículos 333 y 350 de la Constitución, colaboren en la restitución del orden constitucional, precisamente para separarlos de aquellos que, seguramente movidos por sus intereses económicos o por conveniencias particulares, opten por seguirse prestando a sostener el régimen de facto. Meter a todos los funcionarios militares y civiles en el mismo saco, cerrarles todas las puertas de salida y prometerles una muerte segura al iniciarse la transición política, es la mejor forma de nuclearlos en defensa propia.  Una cosa es la necesaria justicia, y otra el revanchismo y la venganza. Por tanto, la inteligente amplitud y el sentido democrático de la justicia son indispensables en nuestro morral.

4) Aunque no es fácil huir de los dualismos argumentales y mucho menos de los emocionales, es crucial escapar de las tentaciones extremas del triunfalismo y de su contraparte, el derrotismo. Ambos no solo suelen ser falsos, como ocurre con las simplificaciones y generalizaciones indebidas, sino que nos llevan a distorsionar la necesaria percepción y análisis de la realidad, y nos conducen a decisiones y conductas que atentan contra la consecución del objetivo.

5) Si sabemos que las armas preferidas de la dictadura son la creación  de desesperanza y la división de las fuerzas opositoras, por favor no nos prestemos ni a lo uno ni a lo otro. Es lamentable el espectáculo de algunas personas atacando a aquellos dirigentes que simplemente no les gustan, volviendo con el cuento que tanto beneficia al gobierno de los opositores de verdad y los traidores. Es el momento de la unidad superior. Para ser exitosa, la transición requiere superar el lenguaje maniqueo de traiciones, conspiraciones de trastienda y otras ridiculeces que nos impusieron hace 20 años, y avanzar hacia una narrativa democrática de tolerancia e inclusión progresivas. No solo es necesario, sino además inteligente.

6) Finalmente, una herramienta indispensable en nuestro morral de lucha es no olvidar nunca por qué estamos haciendo esto. No se trata –ni de lejos– de una batalla entre dos facciones que pugnan por el poder político. Se trata de la lucha de un inmenso país sufriente que se cansó de padecer, y unos pocos que se han enriquecido con ese sufrimiento. Más que una batalla política, es un imperativo ético y de dignidad. Venezuela necesita un gobierno que le sirva, no a uno como el actual que se sirve de los venezolanos para sus propios intereses económicos y de poder. El éxito de la transición se va a medir por su capacidad para lograr que la gente sufra menos.  Por tanto, preparémonos desde ya para eso, y presagiemos hoy con nuestra palabra y nuestra conducta el tipo de relaciones que queremos para el país que vamos a construir.

Las condiciones históricas indican que esto va a cambiar pronto. Pero no cambia solo y la dirección del cambio no está determinada. Ni cuándo. Las herramientas que tengamos en nuestro morral de lucha pueden ayudarnos a acercarnos a la meta o a alejarnos de ella. Lo cierto es que Dios nos bendijo al permitirnos ser testigos y protagonistas de estos momentos de inflexión y cambio. Hagámoslo bien.