Entregar en sus manos por favor:
Estimado Noamigo/Noenemigo: Solo quiero decir, como para empezar aclarando vainas, que se sepa que no somos ni amigos ni enemigos. Por allí anda un ex hablando de que aquellas personas que le han dado la bienvenida a la política al señor Mendoza somos sus enemigos. No señor, para nada. Luego hizo lo mismito que Falcón: lo invitó a la política pero como outsider. Nosotros lo invitamos como insider. ¿De dónde viene esa propuesta? ¡Es la economía estúpido! (the economy, stupid, fue una frase muy utilizada en la política estadounidense durante la campaña electoral de Bill Clinton en 1992 contra George H. W. Bush padre, que lo llevó a convertirse en presidente de Estados Unidos).
En ese orden de ideas y analizando algunas encuestas, entre ellas Datanálisis, Venebarómetro y RatioUCAB, podemos observar que entre los principales problemas, miedos, temores y preocupaciones de todos toditos los venezolanos se encuentra el asunto económico, concretamente desabastecimiento de comida, de medicinas y la alta inflación. Más de 75% de los encuestados menciona el problema de los alimentos como el fundamental.
Y es que la procura de la comida es uno de los objetivos fundamentales en la vida. La historia de la humanidad puede muy bien ser descrita como la historia de la búsqueda de la comida; desde las cuevas de los primitivos, recolectando vegetales, pasando por la caza y la pesca, hasta las siembras y cosechas con control electrónico y satelital. Cito a Wikipedia: “Los platos que cocinamos y comemos a diario contienen todos los ingredientes de nuestro pasado y nuestro presente: nuestra identidad, nuestro lugar en la sociedad y el lugar de nuestra sociedad en el mundo. El prestigioso historiador de origen español Felipe Fernández-Armesto, profesor en la Universidad de Oxford y autor de la magistral obra Civilizaciones, nos ofrece esta fascinante Historia de la comida, que aborda este suculento tema desde la perspectiva de la cultura, la sociología, la gastronomía y la relación con el entorno; en suma, una historia global que abarca más de medio millón de años (medio millón, 500.000 años, vergación). A modo de hilo conductor, Fernández-Armesto distingue ocho grandes revoluciones en la historia de la comida, desde que la aparición de la cocina separó el camino de la humanidad del de otras especies animales, hasta la más reciente, cuando la industrialización ha transformado el modo como la comida se obtiene, se consume y se imagina, pasando por el desarrollo del pastoreo, la invención de la agricultura o el aumento de las desigualdades, que hizo de la comida un indicador social”.
Suficiente explicación. Al buen entendedor pocas palabras. El gobierno venezolano sabe lo mismo que nosotros… pero tiene el poder. Sabe que quien controle la comida puede controlar voluntades, y ellos lo hacen sin escrúpulos, en forma chantajista, ventajista, corrupta, con violencia y extorsión, con manipulación social y policial, en fin, y bajo los sabios consejos de cubanos y chinos se apropiaron de todo el sistema de distribución de la comida entre las grandes mayorías mediante el sistema CLAP. Mecanismo parapolicial que perfeccionan cada día más.
Allí están los resultados de la elecciones de gobernadores y alcaldes (claro, a sabiendas de la gigantesca estupidez de AD, VP y PJ de llamar falsamente a la abstención, pues llevaban candidatos a montón). Eso les da un poder enorme, tal como lo describe Fernández-Armesto cuando se trata de la lucha del hombre por el alimento. Para las grandes mayorías el gobierno es garantía de su alimento. Y esa garantía se traduce en votos. Mientras haya más desabastecimiento y más inflación, el gobierno tendrá mayor poder para manipular voluntades y conciencias. Diría la señora aquella, una tendencia irreversible.
Una familia pobre frente a la opción de una propuesta política opositora, de una esperanza, de una promesa de un lado y del otro una caja CLAP no tiene precisamente libertad de elegir. Milton Friedman, en su libro Libertad de elegir, dice que la característica principal de una economía de mercado es que todo intercambio es llevado libremente por las dos partes, sabiendo que obtendrán un beneficio de este. En Venezuela no existe una economía de mercado sino una economía estatizada y bajo control de gobierno. Una especie de ensayo comunistoide. No hay equilibrio en el intercambio. Todo el “bairgaining power” está de un solo lado.
Así que el problema fundamental a dilucidar en las próximas elecciones presidenciales no son las tesis socialdemócratas, ni los principios socialcristianos, ni la descentralización, ni el equilibrio de poderes. El Rerum Novarum no es precisamente la preocupación de millones de venezolanos que sufren la dieta Maduro, muchísimo menos de aquellos que escarban la basura en busca de alimentos.
Se trata de saber quién me ofrece un futuro más seguro justamente en lo relativo a la comida. Para mis hijos, para mis padres, para mí, para mis amigos. El debate es la comida. Y allí es donde calza usted, Sr. Mendoza, al representar un camino seguro hacia el abastecimiento (sin demeritar para nada sus ventajas competitivas y comparativas como gerente exitoso). Garantía y seguridad alimentaria.
Usted no aparece mal en las encuestas, sobre todo sabiendo que no ha entrado en el ruedo de la política con todas las harinas, quise decir, con todos los hierros. Usted ha hecho unas cuantas apariciones en público: televisión, conversaciones con el presidente Maduro, visitas a juegos de beisbol, de básquet. Seguramente hechos sin intenciones de campaña electoral, pero como usted no es ciego, ni sordo, ni mudo alguna idea tendrá de su fuerza como líder de masas.
Usted tiene un tremendo compromiso. Frente a su país y frente a la historia. El gobierno que sabe de su potencialidad como candidato o como figura comprometida con algún candidato, amenaza con expropiarle sus empresas (recuerde además que ser gerente exitoso en el mundo privado no es garantía de ser un buen gobernante, tiene que entender la necesidad de contar con respaldo político, es decir, con líderes partidistas y partidos políticos). Ese es un riesgo cierto. No son conchas de ajo lo que usted arriesga si entra en el mundo político. Es una decisión parecida a la de Sofía, personaje de aquel libro de William Styron que fue llevado al cine. Cualquier decisión que tome tiene penalidades y costos. Pero no tomarla tiene peores consecuencias. En resumen; las presidenciales de 2018 se resumen en una batalla: el CLAP y la tarjeta de la patria contra la harina PAN y la margarita Mavesa. ¿A quién apuesta, querido lector?
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