Los analistas políticos han concluido que Nicolás Maduro tendrá que enfrentar un severo agravamiento de la crisis, en el año 2018, aún peor que aquella que lo condujo a la terrible derrota de su gobierno en las elecciones parlamentarias del año 2015. Su imperdonable error de no rectificar a tiempo la política de destrucción nacional diseñada y ejecutada por Hugo Chávez, la cual le permitió despilfarrar el mayor ingreso de recursos, jamás conocido en nuestra historia y, además, endeudar irresponsablemente a Venezuela en cifras casi inimaginables, lo está conduciendo a un desenlace catastrófico para su gobierno y para Venezuela. En este artículo analizaré las causas que han generado la actual crisis económica y sus posibles soluciones. De todas maneras es imprescindible saber que cualquier solución a la crisis exige un cambio de gobierno.
Hugo Chávez mantuvo durante los primeros años de su primer gobierno una visión ortodoxa de la economía, regida por los principios económicos establecidos en la Constitución de 1999, coincidentes con el contenido de su documento: «La propuesta de Hugo Chávez para transformar a Venezuela”. Los artículos 112 y 115 constitucionales resumen esa visión: “Todas las personas pueden dedicarse libremente a la actividad económica de su preferencia sin más limitaciones que las previstas en esta Constitución y las que establezcan las leyes correspondientes… El Estado promoverá la iniciativa privada, garantizando la creación y justa distribución de la riqueza”; “se garantiza el derecho de propiedad. Toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes”…
Su pensamiento económico, posiblemente influido por Fidel Castro, cambió totalmente. Así lo muestra la modificación de los artículos 112 y 115 en su proyecto de reforma constitucional del año 2007: “El Estado promoverá el desarrollo de un modelo económico productivo, intermedio, diversificado e independiente, fundado en los valores humanísticos de la cooperación y la preponderancia de los intereses comunes sobre los individuales para crear las mejores condiciones para la construcción de una sociedad socialista”; “Se reconocen y garantizan las diferentes formas de propiedad. La propiedad pública, aquella que pertenece al Estado; la propiedad social, la que pertenece al pueblo y a sus descendientes y la propiedad mixta, conformada por el Estado en conjunción con un particular o entidad colectiva”.
El inmenso ingreso que tuvo Venezuela durante esos años, 1.500.000.000.000 de dólares, más la deuda pública de 250.000 millones de dólares, hace muy difícil explicar cómo pudo producirse una crisis económica de esta magnitud. De plano hay que rechazar la falacia gubernamental de la “guerra económica” y la simple justificación por la caída de los precios petroleros. En mi criterio, sus causas son multifactoriales: la destrucción de Pdvsa; la inseguridad jurídica; el desconocimiento de la propiedad privada; la tendencia socializante del régimen, el control cambiario, el excesivo gasto público; la deuda externa; la emisión de dinero inorgánico; la creciente corrupción; el rechazo a la empresa privada y fundamentalmente haber sacrificado los objetivos económicos del régimen por obtener beneficios políticos.
Sorprendentemente, Nicolás Maduro, conocedor de toda la trama existente en el régimen chavista, prefirió mantener, al asumir la Presidencia de la República, la misma orientación económica que, desde el año 2007, había señalado Hugo Chávez, sin reconocer que existían graves signos que mostraban que Venezuela se dirigía hacia una crisis inmanejable en todos los órdenes. En el año 2014 se atrevió a dar una declaración de una increíble fatuidad: «Un gobierno revolucionario con el poder económico como el que yo presido, tiene planes para pasar cualquier situación, así tiren los precios del petróleo adonde los tiren». Esa actitud mostró que su visión de la crisis era dominada por su sesgo ideológico, una gran ignorancia y una sorprendente irresponsabilidad. El proceso hiperinflacionario que enfrenta Venezuela, como resultado de esa absurda orientación económica, indica claramente que se ha iniciado un peligroso proceso de estanflación.
La crisis económica se expresa de distintas maneras: una creciente escasez de productos de primera necesidad y de medicinas, en medio de un proceso hiperinflacionario que compromete la subsistencia de los venezolanos. Al mismo tiempo, enfrentamos una crisis de balanza de pagos que puede comprometer la cancelación total del servicio y amortización de la deuda pública para este año, con las consecuentes acciones legales de nuestros acreedores. Las cuentas externas se encuentran muy comprometidas en virtud de la reducción de los precios del petróleo, la disminución de la producción y los leoninos compromisos petroleros con China y Rusia. Este contexto ha sido influido por la perversa destrucción del aparato productivo, para privilegiar la importación de insumos, favoreciendo la corrupción, en desmedro de la producción nacional.
Nicolás Maduro considera que la única solución de la crisis económica es una renegociación favorable de la deuda externa que permita utilizar parte del pago de su servicio en el fortalecimiento de la capacidad importadora de productos de primera necesidad y medicinas, mientras los precios del petróleo vuelven a fortalecerse. El punto débil de esta estrategia se encuentra en apostar nuevamente al incremento de los precios, sin reparar en las pocas probabilidades que existen de que eso suceda. Pienso que la solución de la crisis económica exige alternativas mucho más flexibles. Es verdad que se necesita una renegociación de la deuda, pero también se requeriría conseguir nuevos créditos para fortalecer la producción petrolera. De igual manera sería imprescindible orientar parte de esa deuda hacia el fortalecimiento de la producción nacional en el sector privado de la economía. Así mismo, es imprescindible generar confianza en los posibles inversionistas.
La Fuerza Armada Nacional, como grupo de presión, debería ser factor para que ocurra, constitucional y electoralmente, el necesario cambio de gobierno y se inicie la imprescindible recuperación económica. Esa es su responsabilidad histórica.
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Nota: En mi anterior artículo cometí un error. Mantuve que los heridos durante el estallido popular de este año habían sido 15.000. Realmente la cifra es 1.500. De todas maneras una inaceptable tragedia nacional.