La violación permanente y sistemática de los derechos humanos por parte del gobierno de Venezuela ha generado una difícil situación para la región.
La diáspora venezolana expresada en la migración masiva y creciente de miles de conciudadanos que huyen a Colombia, Brasil, Panamá, Ecuador, Perú, Argentina, Chile, así como a Curazao y Aruba; incluso a naciones europeas como España, entre otras, se ha convertido en un verdadero problema para todas ellas.
La Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados exhortó a los países de la región a ser solidarios con los migrantes venezolanos. El 8 de marzo el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los refugiados instó a las naciones integrantes de la ONU a garantizar mecanismos de protección que permitan la estadía legal de los migrantes y orientar sus políticas a estándares mínimos de protección de legalidad, acceso a servicios básicos y garantías de no retorno, independientemente de la fecha de entrada al país de acogida.
Si bien el exhorto no es vinculante para esos países, tampoco significa que esos miles de venezolanos tengan, aún, la condición de refugiados. No obstante, esos organismos internacionales se han pronunciado ante la generación de situaciones como discriminación, xenofobia y criminalización hacia los venezolanos en varios países adonde han ido huyendo de la crisis humanitaria. El contexto internacional está al tanto del difícil acceso a la alimentación, la hiperinflación, inseguridad y la persecución política, como política de Estado por parte del gobierno venezolano.
Por su parte, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos también se ha pronunciado. El 14 de marzo publicó la resolución 2/18 sobre migración forzada. En cuya resolución la CIDH calificó el éxodo de los venezolanos como una “grave y compleja crisis de migración forzada” y señaló que tiene que ver con la violación sistemática de derechos humanos por parte del Estado venezolano.
“La CIDH considera que las violaciones masivas a los derechos humanos, así como la grave crisis alimentaria y sanitaria que viene enfrentando Venezuela como consecuencia de la escasez de alimentos y medicamentos, han conllevado al crecimiento exponencial de cientos de miles de personas venezolanas que se han visto forzadas a migrar hacia a otros países de la región en los últimos años, como una estrategia de supervivencia que les permita a ellas y sus familias preservar derechos tales como la vida, la integridad personal, la libertad personal, la salud y la alimentación, entre otros”.
Al respecto, la Carta de Naciones Unidas establece que los Estados miembros, tienen la obligación de proteger y garantizar los derechos humanos de sus ciudadanos. La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 2, dispone: “Venezuela se constituye en un Estado democrático y social de derecho y de justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.
Así, y en consonancia con la Carta Magna, las Naciones Unidas, durante la celebración de su Cumbre Mundial del año 2005, instituyó una nueva dimensión en el derecho internacional público y del derecho internacional humanitario aplicable a nivel global: la responsabilidad de proteger. Produciéndose un cambio evolutivo en postura frente al concepto de soberanía de los Estados. Desde la “no interferencia” a la “no indiferencia” de la comunidad internacional, introduciendo a la carta la doctrina de la responsabilidad de proteger a partir de las garantías y protección a los derechos humanos. Bajo el principio de que si el Estado nacional no puede garantizar o viola como política de Estado esos universales, inalienables y progresivos derechos y garantías a su población, la comunidad internacional debe responder, e ineludiblemente, en forma escalada.
Cuando el gobierno venezolano viola estos y otros convenios internacionales válidamente suscritos, se hace directamente responsable de las dificultades por las que atraviesan sus ciudadanos que han huido al exterior, víctimas sin alternativas de una migración forzada; así como también es el causante de las situaciones que se generan en los países receptores de los venezolanos que huyen de nuestra, e inducida, crisis humanitaria.
La violación sistemática a los derechos humanos en Venezuela se ha convertido en una política de Estado. Mientras… el éxodo continúa, y el sufrimiento general se profundiza.
www.unidadvisionvenezuela.com.ve
@OmarAvilaVzla
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