“Veinte años no es nada” reza la estrofa de un tango de Carlos Gardel y es fácil decirlo, pero es mucho lo que ocurre en la vida de una persona, de la población de un país en ese período. En nuestro caso es demasiado lo que hemos padecido los venezolanos desde que el chavismo se instauró en el gobierno hace 20 años.
Desaceleración de la economía, inflación, caída de las reservas internacionales, desabastecimiento de alimentos y medicinas, hasta llegar a una escasez crítica, aplicación del control de cambio, corrupción, carencia de políticas públicas que favorezcan la convivencia, inseguridad, el control de los poderes del Estado y las nefastas consecuencias que esto trae, entre otros tantos problemas, nos mantienen hoy sumidos en una de las peores crisis por la que ha atravesado Venezuela en su historia contemporánea.
Y ha sido en estos veinte años que el chavismo ha “construido”, ladrillo a ladrillo, este panorama ante el accionar errático de los miembros de una oposición que se niega a reinventarse y a prever las acciones del régimen.
Y es que nuestro sistema político se encuentra enfermo de un virus que, al parecer, se contagia con facilidad y actúa como una poderosa arma química: la «mentalidad del enemigo», único legado por el que será recordado el castro-chavismo-madurismo que ha arruinado al país en estos 20 años.
Muchos políticos opositores –grupo al que pertenezco pero con quien tengo diferencias, como debe ser en el ámbito de una verdadera democracia– cuestionan, critican y adversan las propuestas que surgen de quienes consideran “contrincantes opositores”.
Muchos políticos opositores pareciéramos desconocer e incluso oponernos a soluciones propuestas por actores y factores distintos a nuestros entornos, como ocurre en el caso de Henri Falcón, a quien se le califica de “vendido”, “enchufado político” o ”chavista disfrazado”, entre otros calificativos.
Mi posición en este caso no nace de una defensa hacia Henri Falcón, sino de la creencia de que solo unidos y con una mirada amplia podremos salir de la crisis en la que nos encontramos sumidos y de la que parece no podremos salir, criterio este que el madurismo quiere que creamos para continuar manteniendo su dominio.
Si alguien afirma que Falcón está vendido, que diga el por qué públicamente; si no tiene pruebas contundentes, entonces debe sentarse en una misma mesa porque todos los grupos queremos salir de la crisis.
El país quiere unidad, salir de la crisis y con esta diatriba, con esta lucha por el poder entre dos sectores minoritarios, se aleja la posibilidad de cambio. Si Falcón es un jugador de Maduro, que se exponga con claridad para que sea descartado como opositor; si no llamémoslo y que se siente. Él es una realidad. Atacarlo es suicida y ese sí es un verdadero juego a favor del gobierno. Incluso si quisiéramos que Falcón renunciara, deberíamos sentarnos con él.
Es así como desde Unidad Visión Venezuela proponemos la creación del Frente Amplio Venezuela Libre, integrado por todos los factores de oposición. Para ello instamos a la realización de una cumbre Falcón-MUD-Yo Soy Venezuela. Desde esta propuesta debemos instalar una mesa de negociación y organización de una nueva estructura que debe elegirse –a través de primarias– en un congreso de la oposición.
La creación del Frente Amplio Venezuela Libre nos brinda la oportunidad –ya demostrada el pasado 17 de abril en el seno de la Asamblea Nacional– de generar y dotar de sostenibilidad un mecanismo para el debate constructivo y la acción cooperativa.
Es así como debemos dialogar, entendiendo el término en su concepción real de escuchar, comprender y responder a nuestro interlocutor y no limitarnos a oír predispuestos a rechazar sus propuestas.
Vacunémonos contra el virus de la “mentalidad del enemigo” tan efectivo para los propósitos de continuidad en el poder del madurismo y tan nefastos para la población y quienes integramos la oposición, que solo buscamos las vías para construir un mejor país.
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@OmarAvilaVzla