Recientemente mi nombre fue mencionado en un artículo de opinión, en el cual se señalaba unos supuestos contactos míos con miembros del Alto Mando Militar durante la actual crisis nacional, obligándome a publicar una declaración para desmentir su contenido. Sin embargo, han continuado apareciendo rumores en las redes que ahora señalan mi posible designación como ministro de la Defensa en un supuesto gabinete que se constituiría para facilitar la salida del poder de Nicolás Maduro. Antes que nada, debo rechazar categóricamente ese rumor por no ser cierto. En caso de que llegase a ocurrir la casi segura salida de Maduro, le correspondería a Juan Guaidó, como encargado de la Presidencia de la República, designar un nuevo gabinete una vez constituido el nuevo gobierno. Toda especulación que se haga en ese sentido solo contribuiría a crear confusión y a generar innecesarias polémicas. Llego a pensar que la insistencia de utilizar mi nombre solo se puede explicar como parte de la guerra comunicacional del régimen madurista.
En lo que concierne a nuestra tragedia, conviene ratificar que la salida militar se ha venido transformando en la alternativa más probable de solución de la crisis venezolana. Las conclusiones de la reunión realizada en Roma entre el representante de Estados Unidos y el vicecanciller ruso así lo muestran. Elliott Abrams sostuvo que “Estados Unidos mantiene todas sus opciones, pero ha escogido el camino de las presiones políticas, financieras y diplomáticas”. Serguei Ryabkov afirmó que “Rusia sostiene que Estados Unidos no debe de intervenir militarmente. Trump, al mantener que todas las opciones están sobre la mesa, obliga a Rusia a interpretar que no acepta excluir la fuerza militar”. De todas maneras, se debe valorar como importante que las conversaciones tuvieron un tono de cordialidad. Esta realidad solo se pudo alcanzar debido a que los intereses de las dos potencias son diferentes. Rusia reconoce que Estados Unidos no podría permitir que una presión militar extracontinental ponga en riesgo una posible intervención multilateral.
Hay otro elemento a considerar. No fue una casualidad que coincidiera la visita de Jair Bolsonaro a Washington en los mismos días. Así no funciona la diplomacia. Fue un claro mensaje a Rusia de la estrecha alianza entre las dos potencias hegemónicas de América para enfrentar cualquier intervención extracontinental. Por primera vez, después de varias décadas, coinciden en el poder en Estados Unidos y en el Brasil dos presidentes de similares orientaciones ideológicas. Este aspecto va a ser un factor a tomar en cuenta en los próximos años para entender los problemas continentales. Los medios de comunicación, al evaluar previamente los objetivos de la reunión, mantuvieron que uno de los temas fundamentales en las conversaciones sería el caso Venezuela, al considerar que Trump exploraría la disponibilidad del Brasil para apoyar una eventual intervención militar en Venezuela. No hay duda de que esa posibilidad existe y sería un gravísimo error de los Altos Mandos venezolanos no considerar la existencia de esa posibilidad.
Las noticias publicadas por algunos medios de comunicación en Estados Unidos han señalado que en el Brasil existen dos posiciones: la de Jair Bolsonaro y su equipo de gobierno, quienes creen firmemente que el destino del Brasil estaría comprometido mientras se mantenga en el poder la revolución bolivariana y que acepta como viable para poner punto final a ese régimen la posibilidad de una intervención militar multilateral, y la de sectores menos radicales, entre ellos los propios mandos militares, que ven esa forma de acción como difícil de realizar por lo complejo del teatro de operaciones y la debilidad existente en las Fuerzas Armadas, las cuales por razones de política interna no han recibido suficientes medios económicos, durante las últimas décadas, para adquirir o fabricar sofisticados armamentos capaces de ser utilizados en una acción militar internacional. De todas maneras, hay que resaltar que Estados Unidos, desde hace unos años, ha establecido una política de ayuda militar hacia el Brasil muy importante.
La pregunta que deben hacerse los cuadros militares venezolanos es la siguiente: ¿se justifica someter a nuestro pueblo a las terribles consecuencias que producirían las sanciones políticas, financieras y diplomáticas coordinadas por Estados Unidos y respaldadas por más de 50 países del mundo occidental, o tener que enfrentar una intervención militar multilateral con la segura certeza de una derrota, en lugar de aceptar como solución de la crisis venezolana la convocatoria a unas elecciones democráticas, justas y equitativas, garantizadas por un nuevo CNE designado, como corresponde, por la Asamblea Nacional? Donald Trump se equivoca al creer que la Fuerza Armada Nacional solo está constituida por unos jefes militares corruptos. Ofrecerles protección no es realmente importante. Lo fundamental es aprobar, por la Asamblea Nacional, un proyecto de Ley Orgánica de la Fuerza Armada que garantice estabilidad y justicia a los cuadros militares y que cree la ilusión de que el nuevo gobierno hará un esfuerzo consistente para que nuestra institución se transforme en una organización profesional y apolítica, con sólidos valores éticos y morales, orientada exclusivamente hacia la defensa nacional.