A principios de año la revista National Geographic* dedicó una edición especial al futuro de la medicina, en la que da cuenta de los avances médicos y de cómo los investigadores desarrollan herramientas ni siquiera imaginadas por ellos mismos hace una década, como por ejemplo la edición de genes Crispr-Cas9, una herramienta que altera el ADN de embriones humanos y que el doctor Shoukrat Mitalipov, director del Centro de Terapia Genética y Células Embrionarias de la Universidad de la Salud y Ciencia de Oregon, Portland, junto con su equipo utilizan para cortar un segmento de un gen paterno con el fin de eliminar una mutación asociada con una enfermedad cardiaca, potencialmente mortal, llamada cardiomiopatía.
Al realizar el corte con esta técnica si fertilizan óvulos de donantes sanas con el esperma de un hombre que padece cardiomiopatía, en teoría, científicamente bien sustentada, estos embriones, si llegaran a convertirse en bebés, no tendrían la enfermedad ni pasarían el defecto genético a la línea familiar. Si bien es cierto que la técnica del doctor Shoukrat Mitalipov no funcionó en todos los casos, indica con seguridad que “con una mayor refinación podría utilizarse, su técnica, para cualquiera de las 10 000 enfermedades asociadas con mutaciones únicas”. Con miras para “producir” humanos “sanos” de toda enfermedad.
Asimismo, se nos presentan avances médicos que son ya toda una realidad en círculos médicos especializados y que, suenan más a ciencia ficción, como la impresión 3D de prótesis biónicas como ojos y hasta de un corazón; o bien, los lentes intraoculares que “monitorean los niveles de glucosa en las lágrimas”, ayudando a los diabéticos a gestionar su alimentación y medicamentos mediante aplicaciones instaladas en los teléfonos celulares, así como la medición de la presión y la identificación de indicadores prematuros de cáncer.
También están en franco desarrollo robots al estilo origami, que se ingieren como una pastilla y se despliegan, por ejemplo, en el intestino con la finalidad de tomar y retirar cuerpos extraños, sin la necesidad de tener que intervenir al paciente, o bien, para suministrar un tratamiento específico en una zona focalizada.
En esta misma línea, se han desarrollado parches portátiles del tamaño de un pequeño timbre postal, que tiene la función de evaluar las pulsaciones cardiacas y transmitir en tiempo real la información a un smartphone donde los datos podrán ser enviados al médico especialista para su evaluación, o bien, equipar un teléfono con software y micrófono para “escuchar” una tos y diagnosticar pulmonía. La idea sería que “cualquiera” pudiera chequearse y enviar la información al médico especialista para ser diagnosticado en tiempo real desde cualquier parte del mundo sin necesidad de “acudir al médico”.
Nuevos conceptos surgen, y la industria de la medicina se transforma, y es que dentro de no mucho, al ser “medicados” por los doctores, nuestras recetas podrían ya no solo incluir medicinas, ya que en la actualidad ya se habla y se comienza a hablar, con sus reservas, de los “digicéuticos”, una manera de brindar terapia a través de apps, primordialmente. La idea es que, al recetar tecnología, estas mejoren el bienestar o gestionen el padecimiento sin medicamentos ni asistencia personal, únicamente será necesario “utilizar el software recetado o los intercambios digitales con un médico que ofrezca apoyo e información”.
La medicina convencional está invirtiendo la manera en la que tradicionalmente “ofrece recomendaciones generales y prescribe tratamientos diseñados para ayudar a más personas de las que dañan”, pero que podrían ser tratamientos inútiles para ti. Ahora la medicina convencional comienza a adoptar tratamientos que son más de una medicina de precisión, reconociendo con esto que cada individuo posee características moleculares únicas, y que estas desempeñan un papel, a favor o en contra, en nuestra salud.
La tendencia médica en los años por venir es un monitoreo permanente del ser humano, algo denominado como “salud de precisión”, que en combinación con la “medicina de precisión” (brindar un tratamiento único a una persona) ayudarían a mantener al paciente sano adelantándose a las enfermedades brindando tratamientos adecuados en el momento a que apenas se asome cualquier enfermedad.
Monitorear nuestras ondas cerebrales y patrones de sueño, a través de fundas y sábanas “inteligentes”; medir nuestros signos vitales, los excrementos y analizar nuestra saliva, mediante inodoros, espejos y cepillos de dientes inteligentes; dar seguimiento de nuestra alimentación y hábitos de consumo a través de los refrigeradores y cocinas; seguimiento a nuestra salud mental mediante patrones que analizarían nuestros celulares; medición de la contaminación del medio ambiente, contenido de alcohol en nuestra sangre o somnolencia en nuestro cuerpo mediante sensores instalados en los automóviles; detección de cáncer de mamá, seguimiento a nuestros signos vitales, niveles de glucosa y registro de nuestros niveles de exposición al sol mediante membranas eléctricas adheridas a la piel; son algunas de las “soluciones” que la medicina del futuro está por ofrecer. Tiempo al tiempo.
*Edición en español publicada en México y Centroamérica, en otras regiones de habla hispana puede variar la fecha de publicación.
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