COLUMNISTA

El mayo venezolano

por Rafael Rodríguez Mudarra Rafael Rodríguez Mudarra

La llegada del mes de mayo, en especial el transcurrido en Paris, nos trae curiosidad obligada por cuanto ha sido en muchos casos escenario trascendente de protestas sociales y políticos y, a la vez, el logro de importantes vuelcos en el comportamiento funcionarial de la representación del Estado.

En mayo de 1968, extensivo a junio, el mundo hubo de presenciar un movimiento de protestas política, social y cultural iniciado en la ciudad de París por un grupo de estudiantes de izquierda opuestos a la “sociedad de consumo”. Conducta contestataria a la que posteriormente se unieron grupos de obreros industriales, considerada como la mayor revuelta estudiantil y la mayor huelga general de la historia francesa; otros sustentan que de Europa Occidental, respaldada por más de 9 millones de trabajadores, con influencia del movimiento hippie y de la reforma universitaria de Córdova en Argentina en 1918. La reforma universitaria de Córdova hubo también de ser bandera izada por el Frente Universitario de Venezuela, que en la década de los años cincuenta hizo causa unitaria con el pueblo para enfrentar la dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, y contribuir a su deposición.

No obstante la fuerza del referido movimiento estudiantil, no sé si se debió al respeto institucional de los franceses, pero en verdad no hubo asomo de plantearse la toma del poder, mucho menos de atentado manifiesto contra el Estado. Todas estas protestas llegaron a su fin cuando el general Charles de Gaulle anunció elecciones anticipadas, que se llevaron a cabo el 23 y el 30 de julio. Las protestas surgen en una década de prosperidad, pero con síntomas serios de un grave deterioro de la situación económica. Realizado una plebiscitaria resultó ganador el No. De Gaulle renuncia. Se cumplió aquello de que “Cuando Paris estornuda toda Europa se resfría”.

El movimiento del Mayo Francés pone término al modelo de liderazgo personalista que había caracterizado la Quinta República francesa. Los franceses recobran su lema: “Queremos tiempo para vivir”. ¿Será capaz Nicolás Maduro de convocar un plebiscito para su continuación o no en el poder mediante el cumplimiento de los preceptos constitucionales. Tal como sucedió en la Francia de De Gaulle? Hasta ahora parece imposible. El revocatorio que tuvo comienzo de realización constitucional para considerar su mandato, por disposición de este no se realizó. Contó para tal fin con órganos del poder público nacional subordinados. A diferencia del ex presidente francés, héroe de la Segunda Guerra Mundial; su perpetuación en el poder es más que evidente.

Con el recuento precedente no es intención establecer similitud, lo cual sería osadía, entre el general De Gaulle, respetuoso de la Constitución y leyes que rigen al pueblo francés, con otros presidentes que en la región latinoamericana hayan incurrido en abuso de poder; ni mucho menos con Nicolás Maduro, hoy entredicho en la región y el mundo. Lo hago para dignificar una República, donde sus gobernantes no han violado, desde la abolición de la monarquía, el principio constitucional de la no compatibilidad de los poderes públicos.

Empero, cierto es que en Venezuela se suscitó en  mayo de este año, en concreto el día 20, un hecho propio de la barbarie feudal, Soy un convencido de ello por haberlo aprendido de mis ductores políticos, que el gobierno de mayoría de una minoría militar en servicio activo con manejo del mando, que preside Nicolás Maduro, no ha hecho otra cosa con resultados fatales, que no sea la de continuar el viejo sistema venezolano: “Es dueño de la radio, de la prensa, que utiliza los fondos públicos con fines partidista y que luego, al cabo de una falsa preparación del ejercicio del voto, llama al pueblo a las urnas electorales para que concurra a ellas como pieza o como bestia no a cumplir conscientemente su derecho a decidir sobre el destino de la nación, sino a servir de instrumento, una vez más al ánimo de opresión y del dominio del gobierno del hombre, o del grupo, que ejerce el poder”.

En mayo de 2018 Nicolás Maduro manipuló el adelanto de la elección presidencial y embauca a la dirección de la oposición, minoría de partidos que forman la Mesa de la Unidad Democrática. Mediante la convocatoria a un diálogo maniqueo e infecundo logra establecer contradicciones entre sus integrantes. Sin apego a la Constitución impone una ANC espuria para lo cual contó la subordinación de cuatro señoras activistas del PSUV, que integran  el Consejo Nacional Electoral. Tal arbitrariedad fue rechazada en la región y en el mundo. Son infinitas las denuncias sobre la  ilegitimidad presidencial de Maduro.

El 20 de mayo hubo de darse en Venezuela una protesta cívica contra el inconstitucional proceso electoral. En esta oportunidad, el pueblo mayoritariamente y de manera espontánea  impuso la abstención electoral en forma plebiscitaria, ejerciendo a plenitud el poder constituyente que le es propio. También ha optado por la formación de una nueva y definida dirección opositora; hoy con manifestación de protesta en todo el territorio nacional. Ha logrado la unificación de los que integran la unidad del pueblo, ansiada y solicitada y constituida por gremios, sindicatos, sectores empresariales progresistas, tanto del campo como de la ciudad, y el clero. Este último, sin abandonar su oficio de pastores, ha hecho público con toda autoridad que “ignorar al pueblo, hablar indebidamente en su nombre, reducir ese concepto a una parcialidad política e ideológica, son propias de los régimen totalitarios, que terminan despreciando siempre la dignidad humana”, fin de la cita.