En artículo anterior, “Dos bases de la cultura”, tocamos brevemente las dos actividades que encabezan estas notas. Señalábamos allí los comienzos de la escritura y la aparición del alfabeto. A la vez, hicimos referencia a la necesidad de la gramática para disciplinar formalmente la comunicación entre los seres humanos.
Escribir, hablar, escuchar y leer son las inteligentes formas de comunicarnos las personas. Aprendimos y enseñamos a leer y a escribir, como fundamentos básicos de la cultura, y lo hemos hecho valiéndonos del bello castellano. Este, nuestro idioma, nos llegó después de recorrer largo camino. Lo comenzó en Roma, allá por el año 218 a. C., cuando los romanos, llevando el latín, se dieron a la tarea de conquistar y colonizar la península ibérica. Durante ese lapso, de unos 200 años, fueron trasladando hasta allí, además del idioma, parte de sus costumbres, de sus instituciones, como también parte de la novedosa cultura propia del derecho romano. Con ello ocurrió el cambio de nombre, pasó a denominarse Hispania, y sus habitantes fueron desprendiéndose de las viejas lenguas y adoptando el latín, que antes había sido un dialecto del Lacio. Se produjo, pues, lo que el profesor Sambrano Urdaneta denominó “la romanización de la península ibérica”.
La lengua latina, idioma de gran importancia, estuvo vigente en el Imperio Romano y durante toda la Edad Media. Con el tiempo, paulatinamente fue perdiendo vigencia y, al agravarse con la desmembración del Imperio Romano de Occidente, se transformó, entonces, en las denominadas lenguas romances, una de ellas es el castellano.
El castellano es, pues, derivado del latín y se oficializó en España, luego de su unificación en el siglo XV, y con la ordenanza dictada por Alfonso X, el Sabio, cuando estableció la obligación de que en ese idioma, y no en latín, se escribieran los datos históricos y todos los documentos públicos. Hoy es también el idioma de toda América hispana. En Venezuela, establece el artículo 9 de la Constitución Nacional que el idioma oficial es el castellano. Pero en ella, los constituyentes incurrieron en una notable falla al no acatar aquella regla gramatical referente al uso de los géneros en los sustantivos. Así, cuando refiriéndonos al ser humano mencionamos el vocablo hombre, aludimos tanto al hombre como a la mujer; del mismo modo, al decir presidente, ministro o fiscal se sobrentiende que este sustantivo, aunque es masculino, sin discriminación abarca al funcionario de cualquier sexo. Sin caer en las inelegantes expresiones de vicepresidenta, fiscala, etc.
Volviendo sobre la escritura, demos un gran salto hacia atrás, hagamos breve mención de la Biblia. No podemos señalarle fechas, pues la historia nos cuenta que fue escrita durante unos 14 siglos y por más de 50 autores. Se afirma que el primer libro, el Génesis, fue escrito trece siglos a. de C. Todos esos escritos sagrados fueron acumulándose hasta integrar los 73 libros reunidos, luego, en un solo volumen. Y ¿en qué idiomas? También narra la historia que el Antiguo Testamento fue escrito en hebreo y arameo, y el Nuevo Testamento, en griego antiguo.
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