La Mesa de la Unidad Democrática languidece. Al perder la confianza del colectivo sufrió otra pérdida, una que es devastadora y letal para una organización política: la esperanza. Ni sus adeptos ni la opinión pública creen en la MUD, que moribunda no sabe qué hacer para rectificar sus errores.
Incoherencias, fallas tácticas y estratégicas inexplicables, conductas excluyentes y arrogantes de una dirigencia ciega ante la necesidad de la unión como sinónimo de fortaleza, pesaron más que los abusos y trapacerías del régimen en el resultado electoral del 15 de octubre.
Luego de la “reingeniería” que se hizo en febrero de 2017 no se logró revertir el deterioro que ya experimentaba la coalición y menos aún cumplir los objetivos para los cuales se formó. Al contrario de lo esperado, produjo mayores fracturas y exclusiones. La designación de José Luis Cartaya como coordinador general de la MUD fue una de las causas principales. Burócrata de profesión, carecía de la capacidad y experiencia política y operativa para manejar la complejidad de una organización pluralista como la MUD.
Los partidos políticos no entendieron que los 112 escaños obtenidos en las parlamentarias no representaban el crecimiento de la organización, sino votos castigo contra el chavismo aunado con una efectiva exposición mediática de las cabezas de la oposición.
Similar correlación se vio en los resultados de las primarias para elegir a los candidatos a gobernadores, con el añadido de las capacidades para disponer de recursos financieros para movilización y logística.
Hoy esos dirigentes de los partidos “mayoritarios” intentan, cual avestruces, el camino más fácil: no participar para no exponer sus tarjetas a resultados electorales que se presumen serán adversos y cuyo abordaje se niegan a confrontar como auténticos líderes.
El país nos demanda con urgencia oxigenar, reorganizar y revitalizar la Unidad. Se impone que la MUD proceda de una manera más organizada y concienzuda, incluyendo la discusión y estructuración de planteamientos y soluciones concretas a los problemas de los venezolanos.
Hoy más que nunca hay que encontrar el camino democrático y pacífico para salir de un gobierno incapaz, corrupto e indolente como lo es el encabezado por Nicolás Maduro. Venezuela requiere un gobierno que la conduzca a consolidar una economía estable y sólida, que instaure de nuevo valores y garantice los derechos fundamentales de sus ciudadanos y así, retomar el curso que todos deseamos.
Desde Visión Venezuela seguiremos insistiendo en que una coalición verdaderamente democrática e incluyente debe ir más allá de un grupo de partidos. En los próximos días volveremos a presentarle al país una propuesta de cómo se debe reestructurar la Unidad y la economía.
Hay que recuperar la confianza, hay que recuperar la esperanza.
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