En eso de vender espejitos, si son muy eficientes los dictadores de nuestro ámbito latinoamericano que tienen, en el modelo castrista la cartilla o el menú a poner en practica para mantenerse en el poder, a costa de lo que sea.
Así vemos como se desarrolla una campaña publicitaria, utilizando todos los mecanismos posibles, para vender la falsa idea de que “Venezuela se arregló” e, instantáneamente, presentar al “Superbigote” como el líder invencible de la era chavodamurista. La verdad es que ni “Venezuela se está arreglando” ni Maduro cuenta con reconocimiento adentro y afuera del país.
¿Cuál es la verdad de los hechos? Que Maduro saca partido de los dislates de una dirigencia opositora que le sirve en bandeja de plata argumentos y tiempo para que continúe destrozando a nuestro país. Esa es la verdad. Para nada las cosas han mejorado en un país en donde la catástrofe económica y social se pone de manifiesto en todos los ordenes de la vida nacional. Sigue la inflación, la devaluación, la crisis de todos los servicios, todo el mundo está atrapado en la pobreza, a excepción de un pequeñísimo porcentaje que puede lidiar con una economía dolarizada de hecho.
¿Qué Maduro está fortalecido? Eso es absolutamente discutible. Maduro sigue siendo rechazado por más de 80% de la ciudadanía. No lo quieren ¡ni siquiera los chavistas llamados puros! A la vista está al debate entre ellos mismos sacándose los trapitos sucios al aire. No tiene gestión que mostrar. Nada funciona en un país en donde están paralizados centenares de proyectos, tal como lo demostró, con datos irrefutables, la organización Transparencia Venezuela. Lo poco que lograron edificar lo hicieron mal, porque lo que privaba era sacar tajadas muy grandes en sobre precios, facturaciones ficticias o cobrando lo que nada se pudo ejecutar. Entonces ¿en qué está fuerte Maduro?
Está fuerte en sus alianzas siniestras con esos grupetes de tránsfugas que se han vendido por un puñado de dólares. Logra confundir dividiendo y chantajeando mediante operaciones sórdidas usando a esos bufones que se prestan para encomiendas vergonzosas. Esa es la verdad que se puede cambiar si damos el paso de concebir e instalar un eje de conducción de la resistencia de los venezolanos que luchan valientemente dentro de Venezuela, con la ayuda de los millones que estamos dispersos por el mundo y que urge organizar para lograr ese objetivo.
Hoy Maduro está más débil que nunca. Está más que señalado por los organismos internacionales como perpetrador de crimines de lesa humanidad. Se le vincula con los carteles del narcotráfico internacional. Es responsable de uno de los crímines ecológicos más reprochables por promover y permite la explotación irregular en nuestro Arco Minero. Está involucrado en escándalos de corrupción en un país con su pueblo muriéndose de hambre o de enfermedades. ¿Cuál es la fortaleza? ¿Contar con unos socios políticos a sueldo? ¿Aplicar sus mecanismos de hostigamiento, apresamientos, torturas y asesinatos a los disidentes de su dictadura? Como dice la canción, ¡Todo tiene su final!
¿Tiene respaldo poderoso de aliados internacionales? Eso está en entredicho. Rusia, su principal sostén, está siendo acorralado por el mundo, incluido China que dejó solo a Putin en el debate de la ONU. Está perdiendo -sin que haya terminado- esa guerra absurda que solo una mente afiebrada de un sociópata es capaz de poner en marcha. El fresquito que les soplaba con las victorias de sus supuestos aliados en Argentina, Chile y Colombia, se convierte en pesadilla que pone al gatillero de Diosdado a dispararle a mansalva al presidente Boric por pedir en la ONU “la libertad de los presos políticos de Venezuela y Nicaragua”. El panorama cubano cada día se pone más oscuro y los herederos del castrismo no encuentran como paliar las emergencias que no les es posible cubrir con lo poco que les manda su tutelado en Venezuela. El fracaso de sus aliados en Argentina es de antología.
En definitiva, Maduro está tan mal como el país que hundieron en la miseria. Por lo tanto resulta inconcebible que pudiera ser él, el llamado a reconstruir desde esas cenizas una nación que tiene a gente valiosa, valiente y decidida a dar lo mejor de si misma para rescatarla de las manos de esa pandilla de secuaces. ¿Qué hace falta? Una dirección integrada por gente buena, honesta y comprometida con esa causa. Andamos en ese camino.