COLUMNISTA

Maduro y Cabello: la historia no podrá absolverlos

por Javier Vivas Santana Javier Vivas Santana

El primer deber de la propaganda consiste en conquistar adeptos para la futura organización; el primer deber de la organización consiste en seleccionar los adeptos para engrandecer el Movimiento. El segundo deber de la propaganda es la destrucción psicológica del actual estado de cosas y la divulgación de la nueva doctrina; en cuanto que el segundo deber de la organización debe ser la lucha por el poder para conseguir, por ese medio, el éxito definitivo de la doctrina.

El éxito decisivo de una revolución ideológica consiste en lograr siempre que la nueva ideología sea inculcada a todos e impuesta después, por la fuerza si es necesario; en tanto que la organización de la Idea, esto es, el Movimiento mismo, deberá abarcar solamente el número de hombres indispensable para el manejo de los organismos centrales, en el mecanismo del futuro Estado.

Adolf Hitler, Mi lucha

Si alguien tiene duda de cuál es el pensamiento y la ideología del gobierno madurista, solo tendría que leer al autor del libro del epígrafe señalado para que pueda comprobar cómo este gobierno pretende no solo perpetuarse en el poder, sino lo que ellos llaman el “hombre nuevo” tendrá que plegarse a su “revolución ideológica”, para lo cual a través del mal llamado “carnet de la patria” intentan ejercer todo el control político y social sobre la población, y aquellos que no se arrodillen ante la condición suprema del poder que ejercen los burócratas del gobierno tendrán tres opciones: el exilio, la cárcel o la muerte.

Maduro y Cabello coexisten en el ejercicio del poder de una manera singular. Aunque el primero ejerce el Poder Ejecutivo y no permitió que el segundo se alzara con la presidencia de la “constituyente”, evitando un posible ascenso de este al máximo poder político por la vía de la traición, ello no ha impedido que en la praxis Cabello mantenga parte del control de la Fuerza Armada y las fuerzas policiales, así como la recaudación de impuestos desde el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat), donde su hermano no solo es un intocable, sino que sus acciones como superintendente de ese órgano, apartadas de todo evento político en apoyo a Maduro, demuestra que entre los llamados jerarcas del Partido Stalinista Único de Venezuela (PSUV) solo existe una asociación de conveniencia política, pero la realidad es que entre ellos la desconfianza en lo personal es plena en la acción del hecho humano, al punto que en sus reuniones privadas cada uno asiste con sus propios escoltas.

Que Diosdado Cabello, quien ejerce una función de “funciones especiales” en la ilegal e ilegítima “constituyente”, haya sido el vocero para un eventual llamado sobre el adelanto de la elección “presidencial” este 2018, y que tal responsabilidad no fue pronunciada en palabras de Delcy Rodríguez como “presidente” de ese adefesio “institucional”, que se intuye más allá del bien y del mal sobre lo que ocurra en la república, es otra prueba sobre quienes se reparten el poder en Venezuela, solo que en este caso Cabello le está diciendo a Maduro, palabras más, palabras menos: “Por ahora tú serás el candidato, pero si llegarás a perder la elección, nosotros no vamos a entregar la presidencia que se ejerce en Miraflores, y sobre la “constituyente”, yo pasaría a controlarla”. Verbigracia: ¿Cabello daría un golpe de Estado en caso de que Maduro perdiera la elección presidencial, justificando para ello alguna seudolegalidad de esa “constituyente”?

Sobre lo anterior no podemos obviar el hecho de que esta “constituyente” no haya fijado la fecha de su extinción o finalización de sus funciones en el plano político; tiene como único fin intentar “subordinar” la llegada al poder de un presidente antimadurista, que incluso pudiera ganar la elección presidencial con un mayor número de votos al que supuestamente “obtuvo” semejante órgano usurpador de las funciones legislativas, y que todavía estamos esperando por los resultados oficiales en los diferentes estados y municipios.

Ante ello surgen otras interrogantes: ¿Qué haría la Fuerza Armada si un presidente electo que no fuera Maduro decide convocar un referéndum para solicitar la disolución de tal “constituyente”? ¿Acataría las órdenes del presidente o de esa “constituyente”? Por otra parte, de llegar a ganar un candidato de oposición, ¿para cuándo sería la entrega del poder en manos de Maduro? ¿También lo adelantaría la “constituyente”, o saldría esta con algún subterfugio, diciendo, por ejemplo, que el período terminaría en 2019, o incluso más allá, con el propósito de negarse a entregar el poder? O más aún, esta “constituyente”, en caso de que el madurismo fuese barrido en varios estados, “inventarían” con el aval del Consejo Nacional Electoral y el Tribunal “Supremo” de Justicia alguna grabación “sin rostros ni voces comprobables” que pudieran “anular” resultados electorales en determinados estados con la finalidad de beneficiar al candidato del PSUV, tal como ocurrió con las elecciones de la Asamblea Nacional en el estado Amazonas.

Pero lo más grave, ¿qué piensa hacer el CNE con la auditoría del registro electoral? ¿Qué va a pasar con los millones de venezolanos que han emigrado del país y cuyas cifras conservadoras los sitúan en 3 millones de posibles votantes? ¿Van a actualizar la situación electoral de esos venezolanos en el exterior para garantizarles el derecho al voto? O simplemente, como acostumbra a hablar la cúpula del madurismo: quedan autoexcluidos de ese derecho. ¿A eso le llamarían elecciones “justas y transparentes? En otras palabras, para cumplir con la exigencia de tales procesos, sería imposible llevarlos a cabo antes del 30 de abril de 2018. Incluso, sería muy difícil concretar esas tareas antes del primer semestre de este año.

También debemos preguntar: ¿cómo pretende la “constituyente” o el CNE que un candidato presidencial y su equipo de campaña puedan recorrer todos los estados del país, así como sus más importantes ciudades y pueblos en un período que a lo sumo podría llegar a los 60 días, más aún cuando no existe ni siquiera garantía eficiente y suficiente de transporte terrestre, aéreo o marítimo? Y por favor, no me vengan ahora que ellos se “transportan” en aviones privados. Es imposible recorrer toda la geografía nacional en menos de dos meses para llevar un mensaje de tanta importancia política para el pueblo.

Maduro y Cabello “adelantan”, o mejor dicho huyen hacia adelante con el tema de la elección presidencial. Saben que el país está destrozado. La hiperinflación no los ayuda en lo económico, por más que intenten repartir limosnas a un pueblo hambriento y abatido en su condición social. La empresa petrolera está quebrada. Los servicios públicos colapsaron. La delincuencia se pasea impune en robos, atracos, contrabando, corrupción, secuestros, asesinatos y hasta masacres. La escasez de medicinas liquida la vida de los enfermos hasta por la ausencia de un antibiótico. Y para colmo, la cúpula del gobierno está siendo sancionada y repudiada por los países más importantes del mundo, razón por la cual, el desespero los ha llevado a someterse entre el suicidio o la eutanasia política.

Maduro y Cabello: la historia no podrá absolverlos ni porque adelanten la elección presidencial, porque simplemente en cuanto a esa historia ni siquiera Hitler como ideólogo del pensamiento nazi, que mejor identifica al madurismo como símbolo del poder, pudo torcerla aun cuando contaba en su momento con un apoyo popular impresionante, pero que a la postre terminó en el basurero del desquicio político y militar, y eso ustedes también lo saben, y allí les radica su principal preocupación.

El madurismo saldrá del poder. Ni porque busquen tomar atajos anticonstitucionales podrán llegar a la meta. Se acercan los últimos 10 días de Maduro en el poder, que también significan la agonía política de Cabello. Maduro y Cabello: La historia no podrá absolverlos.