COLUMNISTA

Maduro aunque se vista de entusiasmo, «banal y letal» se queda

por Antonio de la Cruz Antonio de la Cruz

Maduro busca en el simulacro electoral del 20-M seguir mandando en Venezuela hasta que su “cuerpo aguante”. Según el presidente colombiano Manuel Santos, el simulacro del 20-M será la última vez que los venezolanos voten para elegir a un presidente de la República. Por ello, Maduro trata de engañar a la gran mayoría de venezolanos. Su campaña promocional (electoral) lo presenta como un producto inclusivo, con un mensaje como “me importas tú”, además de mostrar que todos son presidentes, al portar la banda tricolor atravesada en el pecho por la gente del videoclip.

Su mala gestión de 5 años, la peor crisis que ha tenido Venezuela en toda su historia republicana, trata de borrarla con la frase “fuerza, unidad y amor”. Para lo cual Maduro usa camisas con los colores celeste y blanco, con el fin de reflejar generosidad, pureza y paz.

Los resultados electorales están influenciados cada vez más por el voto emocional que por el ideológico o racional, siendo el miedo y el entusiasmo las emociones básicas.

En un reciente estudio, realizado por Public Religion Research Institute y The Atlantic, se determinó que el miedo al cambio social –sentirse como un extranjero en su país y el aumento de inmigrantes ilegales– fue lo que motivó a la clase trabajadora blanca a votar por Trump en las elecciones presidenciales de 2016, además de la afiliación partidista, y no por la situación económica.

En el simulacro electoral del 20-M, Maduro busca mantener el piso político diferenciándose del pasado, alejándose de la marca Chávez. Por lo que abandona el color rojo para no asociarse a la gestión de los últimos 18 años, y adopta el nuevo partido Somos Venezuela para desvincularse del Partido Socialista Unido de Venezuela; con el fin de reposicionar la marca del socialismo del siglo XXI, expresado en el Plan de la Patria.

En la elección presidencial de 2013, Maduro usó el portaviones de Chávez: “Maduro desde mi corazón”, para captar los votos chavistas. En esta oportunidad, la estrategia de diferenciación de Maduro es que todos [pueblo] son presidentes, todos gobiernan y “el pueblo manda con Maduro, eso es seguro”.

Maduro ofrece entusiasmo en una Venezuela que se cae a pedazos por su gestión, la cual es rechazada por la gran mayoría de venezolanos. 76,4% de la población la evalúa como negativa, según Datanálisis. Por cierto, esta medición presenta una correlación positiva (0.88) con respecto al porcentaje de votos obtenidos por el candidato presidencial oficialista desde el año 2000. Lo que daría 4,8 millones de votos a Maduro el 20-M.

Por otro lado, la oposición llama a no participar en el simulacro electoral para mostrar el rechazo a la legitimidad del régimen. Lo hace en una postura de protesta ante lo que Maduro y la Nomenclatura quieren seguir haciendo en Venezuela.

Con Maduro:

•        persistirá enriqueciéndose ilícitamente la élite que ha saqueado a Venezuela durante 18 años; continuará con el control absoluto del poder público, con la excepción de la Asamblea Nacional;

•        la pobreza alcanzará a 9 de cada 10 venezolanos –un salario mínimo “oficial” solo alcanza para comprar 2 kilos de pollo–;

•        la mortalidad infantil, materna y por asesinatos mantendrá el ascenso. La escasez de alimentos y medicinas continuarán;

•        el agua y la electricidad tendrán severos racionamientos;

•        los precios de los artículos subirán 13.000% este año, según el Fondo Monetario Internacional;

•        pensar distinto al régimen será considerado un delito de traición a la patria;

•        los partidos políticos que no estén alineados con Maduro estarán o serán inhabilitados y sus dirigentes presos, exiliados o descalificados;

•        el éxodo del pueblo venezolano continuará, lo que afectará a los países de la región; y

•        la ayuda humanitaria seguirá siendo negada por el régimen.

Por último, el Grupo de Lima (15 gobiernos de América Latina), la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá desconocerán los resultados del simulacro electoral por considerarlos fraudulentos.

La marca Maduro es la misma de 2013. El entusiasmo que muestra es para engatusar a los votantes potenciales más los que no saben por quién votar, 45% del electorado, según Datanálisis. Sin embargo, la realidad es que con Maduro el pueblo terminará de entregar lo poco que le queda de libertad y prosperidad, porque al final “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

Parafraseándolo, Maduro aunque se vista de entusiasmo, “banal y letal” se queda.