El pasado fin de semana participé, junto a Antonio, en una concentración celebrada en Puerta de Sol, Madrid, organizada por la diáspora venezolana con la finalidad de reiterar nuestro apoyo a Juan Guaidó, como presidente legítimo de nuestro país y al mismo tiempo para insistir en que la ruta trazada es inequívoca: lo urgente es el fin de la usurpación. Antonio en su mensaje reiteró que hay que seguir luchando en las calles de Venezuela y el mundo, argumentando que el objetivo esencial es liberar a Venezuela de la narcotiranía.
Ese es el compromiso de nuestro presidente Juan Guaidó y la ciudadanía lo respalda con euforia y determinación. Debemos estar alertas ante las tácticas de Maduro, quien desesperado tantea la via de otro diálogo, buscando salvarse de la agonía que experimenta. Ya Guaidó ha rechazado esa treta y se reafirma en su mantra de 1. Fin de la usurpación 2. Gobierno de transición y 3. Elecciones libres. El mensaje de todos es coincidente: no bajar la guardia y preservar el entusiasmo, recurso vital para seguir marcando la agenda del debate.
Con semejante catástrofe múltiple, Maduro no tiene forma ni manera de pretender continuar usurpando el poder. La crisis se le asoma por todos lados, con sus rostros de hambre y mortandad por falta de servicios médicos, en la oscurana porque no hay luz y en la sequía de un pueblo sin agua. Sus asesores cubanos acusan el golpe más contundente que les ha propinado Guaidó: cerrar el chorro petrolero. Sin ese bastimento se rendirán y sin el G-2 susurrándole la línea, Maduro caerá. ¿Qué les quedará? Arañar el calendario para ver cómo ganan unas semanas.
Replantear el cuento del «diálogo» para ese fin. O, dejar que sus sicarios secuestren o atenten contra el líder de esta cruzada. Todos estamos obligados a ofrecer nuestra solidaridad incondicional a Guaidó y en ella la decisión de continuar estremeciendo al país por los cuatro costados. La suerte de Venezuela está en la libertad y en la vida de Guaidó. Antonio sigue creyendo que lo estratégicamente válido es que se apele a esa carta que está sobre la mesa: debatir el artículo 187 de la Constitución y darle libertad y facultad a Guaidó para procurar la intervención humanitaria con una fuerza de paz que nos ayude a doblegar la narcotiranía.
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