«Tenga lista la botella de ron que ahora sí, entre 4:00 am y 5:00 am llegarán los marines junto con la ayuda humanitaria. ¡Preparados! ¡Estemos vigilantes!», leo en una de las tantas cadenas de Whatsapp que me han llegado. Hay para todos los gustos, desde los que invitan a tener velas a mano hasta aquellos que dicen que hay que preparar cotufas porque esto se pone bueno.
En las últimas semanas leemos y escuchamos de todo: a Nicolás lo protegen unos milicianos rusos, la recluta se está llevando a niños, a Maiquetía llegó un avión cubano y lo tienen oculto, tengan cuidado los habitantes de Palo Negro porque en cualquier momento los atacan, en La Carlota (o en el lugar cercano a su residencia) no sale ni entra nadie porque un general se alzó y pide apoyar al presidente.
El colmo es que además personas que pueden catalogarse de confiables nos dicen que detrás de todo esto está el político sutano o mengano, Rafael Ramírez y hasta Mario Silva, porque ellos venían planificando todo esto y ya se habían puesto de acuerdo con Guaidó para generar esta avalancha de optimismo y esperanza, porque era ahora o nunca. En esas disertaciones hasta Cilia está de acuerdo en que se vaya Nicolás.
Yo dudo de los que pasan cadenas. También desconfío de los que en estos momentos se las dan de sabiondos. Dudo de aquellos que ahora aparecen por arte de magia. Dudo, por último, de los que saben lo que debe hacerse e indican con claridad lo que yo no veo tan diáfano.
Son tiempos de aguas revueltas, en las que la verdad se mezcla con la mentira, donde algunos buscan recuperar el protagonismo perdido, no importa si lo que se tiene es una media verdad o una media falsedad. Por eso hay que evaluar lo que nos llega, lo que nos dicen, no creer en todo lo que se afirma.
Olvídese de las cadenas y busque información confirmada, ante todo, aunque eso implique que vaya más retrasado que los demás y que a lo mejor no podrá lucirse con la última primicia en la comida familiar o con los amigos. No divulgue información falsa, no respalde rumores embasurando los teléfonos y correos de cuanta gente esté entre sus contactos.
Los rumores y las cadenas no ayudan. Hagamos en lo posible comunicación ciudadana seria y responsable, y démosle un palo a la contrainformación, que si ayuda a alguien es al gobierno, que busca urgentemente un segundo aire.