COLUMNISTA

Los rostros de la perversidad

por Carlos E. Aguilera Carlos E. Aguilera

El demonio de la perversidad (The Imp of the Perverse en el original en inglés) es un relato corto del escritor estadounidense Edgar Allan Poe del año 1845. La obra trata esencialmente de los impulsos autodestructivos que mueven al narrador, impulsos que los identifica como el «demonio de la perversidad». El autor describe este principio como un agente espiritual que obliga a las personas a hacer cosas por el mero hecho de que no deberían hacerlas. La frase es hoy corriente en lengua inglesa y se considera que este autor pudo estar en el origen de la misma.

El escritor estadounidense Edgar Allan Poe (1809-1849) trata de dar una explicación de la actitud de los personajes protagónicos haciendo uso de su concepción de la “perversidad”. En su narrativa hace un esbozo de lo que podría ser una teoría de la perversidad, donde son destacables las alusiones al poco o nulo trato que filósofos y moralistas han dado a la cuestión.

La historiadora y directora de Investigaciones en la Universidad de París Elisabeth Roudinesco, autora de diversos libros que han marcado época como La batalla de los cien añosHistoria del psicoanálisis en Francia y otros tantos, enfoca el tema de la historia de la perversión desde diferentes ángulos y a través de retratos hablados de sus protagonistas, al enfocar las teorías y las prácticas de cada contexto para pasar a una reflexión de aquello que entendido como perversos en la actualidad, pregunta: ¿Dónde empieza la perversión y quiénes son los perversos?

El lado oscuro de la perversión en nuestro país se puede observar en aquello que recurrentemente ocurre en las declaraciones de Maduro y sus ministros y funcionarios de distintos entes públicos, así como de sus conmilitones del Partido Socialista Unido de Venezuela, que emborrachados de poder muestran sin empacho alguno el lado perverso de su personalidad y en consecuencia la parte más abyecta que, el psicoanálisis señala, transgrede el espacio que va  más allá de lo que la racionalidad, prudencia y respeto, que impone para quienes son víctimas de sus descargas emocionales. Es lo que algunos psicólogos denominan el verdadero “analfabetismo emocional”.

No fue sino hasta cuando apareció Freud que ciertos estudiosos comenzaron a conferir una dimensión esencialmente humana a la estructura de la perversidad –placer del mal o erotización del odio–, pues una vez asumida la muerte de Dios, la perversión como estructura psíquica fue integrada a la orden del deseo. De tal manera que Roudinesco defiende la vía antipenalizadora que huye del mecanismo que puede llevar a las masacres más grandes de la humanidad: es el soldado nazi que actúa con una perversidad anclado por la ley. Acción esta que en el marco actual de la nueva psiquiatría de la detención, evaluación y comportamiento, opera un desplazamiento entre el orden del saber y el de la verdad

El desafío de los perversos

Un Estado que no protege a los suyos es un ente depredador, y un gobierno que utiliza la justicia como instrumento de opresión y persecución pierde su legitimidad. Causa indignación oír a quien preside este régimen corrupto golpearse el pecho y proclamarse líder obrero y amante de la paz, cuando en la práctica desdice de cuanto se ufana, por lo que este ardid lo utiliza como instrumento para sus propios fines bastardos. Proclama el socialismo como fundamento revolucionario, imitando a Hugo Chávez, su padre putativo, genio y figura hasta la sepultura de la tragedia que hoy día vivimos los venezolanos.

Pero nada les importa a Maduro y al team alabardero de su gabinete y miembros del partido oficialista vomitar a diario absurdas expresiones que ya ni asombro producen en la población, que a lo largo de estos cinco años del desgobierno del inquilino del Palacio de Miraflores, con preaviso de desocupación, pasan desapercibidas y más bien son motivo de burla y desprecio. La perversidad de estos seudorrevolucionarios socialistas y marxistas llega al extremo de burlarse de un pueblo desesperado por la extrema situación económica que afecta a millones de hogares venezolanos, cuyos núcleos familiares no obtienen ni siquiera para el sustento diario.

Quienes detentan el poder con Maduro a la cabeza, se solazan como si el país marchara sobre ruedas y todo fuese normal, ignorando deliberadamente el sufrimiento y en algunos casos la agonía de personas que por falta de atención médica, desnutrición y de terapias, fallecen a diario en distintos hogares y hospitales del país.

Reproducimos algunas de estas falacias por boca de Maduro y otros funcionarios:

Maduro: “Yo creo en el socialismo. Creo que el socialismo es el futuro de la humanidad… y sé que todas las respuestas, por creativas que sean… algunas que parezcan capitalistas, todas deben tener una estrategia y un destino futuro del desarrollo de las fuerzas productivas para construir el socialismo productivo… Nadie se venga aquí a dárselas de puro. ‘Yo soy más marxista-leninista que tú”.

Otras de su mismo repertorio: «No hay escasez de alimentos, lo que hay es desabastecimiento» (13 de junio de 2013). “Es una técnica psicológica que aplican estos bandidos, estos burgueses” (2 de diciembre de 2015).

Y de sus funcionarios, he aquí algunas de sus perlas:

Los rostros de la infamia y perversidad saltan a la vista, y solo merecen el desprecio colectivo, pues cercenan la calidad de vida de una sociedad como la venezolana, que siempre ha sido productiva y limpia. Atrás quedaron los vientos huracanados de la revolución socialista, marxista y mal llamada bolivariana, cuyos resultados han sido nefastos, dolorosos y muy tristes, que el pueblo recordará amargamente, pues el régimen madurista y antes chavista olvidó que el poder es para servir y no para servirse.

@_toquedediana // careduagui@gmail.com