Honestamente, en algunas ocasiones quisiera saber cómo se estatiza, se mueve o se transforma el pensamiento de los(as) economistas, entendiendo que estos(as) son quienes deberían generar las ideas básicas para desarrollar sistemas de desarrollo integral en las distintas sociedades.
Dentro de los economistas tenemos desde los ultraliberales, quienes piensan que con la mano invisible del mercado todos los problemas quedarán resueltos sin necesidad de que exista ningún Estado que pudiera regular semejante sociedad, y por el otro, tenemos los más encarnizados comunistas, quienes asumen que los mal llamados “medios de producción” cuando estén en manos del “pueblo” todo pasará a ser una especie de paraíso terrenal sin más necesidades para los más desposeídos.
En al caso venezolano, ha surgido una tercera orientación que es peor que las dos anteriores porque revela que el madurismo tiene que adueñarse de todo, bajo un perverso esquema de economía totalitaria, en donde si no son los dueños de las empresas, deben tener cuando menos 51% del capital accionario de estas, o en el peor de los casos terminan “interviniendo” lo que en la praxis no pueden obtener por la vía de la compra de acciones, lo cual se convierte en una expropiación de facto, mientras esas empresas se encuentran “bajo supervisión y control del Estado”.
Así tenemos que el madurismo ha quebrado desde Petróleos de Venezuela (Pdvsa), pasando por empresas que en su momento fueron expropiadas –por no decir robadas, porque nunca pagaron a sus dueños el valor de esas compañías–, como Lácteos Los Andes, o Consolidada de Ferrys (Conferry), o las procesadoras de azúcar, café o hasta de maíz, o la destrucción de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor), o más aún, ver que el Metro de Caracas junto con las hidrológicas y la corporación eléctrica nacional han quedado en los escombros como empresas de servicios públicos, representan para los economistas defensores de esta debacle el ardid más hipócrita que se haya podido escuchar, cuando sin ninguna fundamentación teórica apenas alcanzan a decir que es culpa de la “guerra económica”.
Una de las defensoras de esta masacre económica que vivimos los venezolanos por culpa del madurismo es la señora Pascualina Curcio, quien ahora llama “enigmas”¹ para de manera eufemística denominar esa supuesta “guerra económica” como responsable de todos los males que confrontamos en la nación.
Es tal el cinismo de esta “economista” que se atreve a asegurar en forma de interrogante –vaya contradicción sintáctica– que la “masa monetaria” ha disminuido 91% desde 2014. O sea, prácticamente le faltó decir a la señora Curcio que el “bolívar” desapareció en casi el 100%, y esa sería la razón por la cual el madurismo asesino al otrora “bolívar fuerte”, y los pocos billetes que quedaron en el mercado fueron “desmonetizados” para justificar ese 9% que aún se mantenía en circulación.
En la misma medida, sobre la afirmación anterior la “economista” Curcio plantea que el producto interno bruto (PIB) sobre la cantidad de dinero, hoy apenas representa 6% del 66% que correspondía en aquel 2014, y por esa razón lo del dinero inorgánico, o sin respaldo, se convierte simplemente en un “cuento”.
¡Bueno! Como no soy economista, y usted asegura que el madurismo tampoco es responsable de la crisis económica, quisiera preguntarle: ¿con cuáles dólares sostiene el presupuesto el gobierno si, tomándole la palabra, nuestra economía representa 60% menos desde que Maduro asumió el poder? ¿Con cuáles dólares el madurismo justifica el pago de bonos y “aumentos” salariales si la base monetaria disminuyó 91% desde 2013?
Si sus interrogantes en casi que completa afirmación son ciertas, y usted asegura que el dinero inorgánico no genera inflación, pues déjeme decirle que usted ha perdido el tiempo. Por favor, escriba un libro, una tesis económica en la cual proponga a todos los gobiernos que entreguen un “carnet de la patria” a cada ciudadano, y en dicho carnet depositen el dinero que los haga millonarios de ipso facto, y asunto arreglado para acabar con la pobreza en el mundo.
Verbigracia, proponga a Maduro que, por ejemplo, en vez de depositar miserables “bonos” que apenas alcanzan para comprar medio kilo de queso, mejor que cada uno de esos bonos sea el equivalente para comprarnos una casa al estilo de las que nos muestran Pedro Carreño o Diosdado Cabello por las redes, y con eso se evitan estar “construyendo” apartamentos y casas de eso que llaman “misión vivienda”, y que ese bono de dinero inorgánico “no inflacionario”, nos permita –quién quita– comprarnos el Corolla que nos ofreció Maduro por allá en 2016 o, mejor aún, cambiar ese dinero en el mercado paralelo de divisas, incluido el de yenes, y poder irnos a visitar hasta la Gran Muralla China, en donde hasta la cúpula madurista del estado Nueva Esparta se da el lujo de vacacionar con su salario en bolívares.
Ahora sí comprendo porque usted con su salario de supuesta profesora de la Universidad Simón Bolívar (USB) nunca protesta por tales ingresos. Es evidente que sus “asesorías” al exterior a los gobiernos de Bolivia, Cuba, Nicaragua, Irán, Vietnam, China, Rusia y hasta los turcos le han dado para que desde esas naciones usted reciba ese dinero “sin respaldo” que seguramente cambia a la tasa oficial en las casas de cambio autorizadas por el madurismo, por aquello de disminución de la base monetaria, y eso, por supuesto, casi que la hace también afirmar como lo dijo un ex ministro de economía madurista: “La (hiper)inflación ‘no existe’, porque todo es producto de la ‘guerra económica”.
¡Felicitaciones, señora Curcio! Su tesis sobre cómo justificar el desastre madurista ha roto con todos los esquemas de teorías económicas existentes. En lo sucesivo, debemos comprender que hasta los miles y miles de millones de dólares que se han robado los maduristas de las arcas públicas son parte de esa “guerra económica”, pero que además cuando vea los ferris hundidos en Puerto La Cruz o mi amada Margarita, diré que su quiebra no se debe a que el madurismo no supo dirigir tales empresas, sino a la disminución de la masa monetaria que no alcanzó para seguir manteniendo a flote tales embarcaciones.
Gabriel García Márquez fue el creador del realismo mágico, Pascualina Curcio se ha convertido en la creadora de la “economía enigmática” madurista, la que todo destruye, pero nada es su culpa, y menos la pobreza, o que nuestros niños mueran de hambre o por falta de medicamentos. Esos son los enigmas no mencionados por Pascualina Curcio.
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¹ https://www.aporrea.org/oposicion/a272641.html