COLUMNISTA

Los buenos vinos, entre más viejos mejores

por Guillermo Vargas Guillermo Vargas

“Somos como los buenos vinos, entre más viejos mejores”, una expresión muy común pero bastante alejada de la realidad.  Según este concepto, los vinos jóvenes no son tan buenos y los añejados tienen una calidad infinita, lo cual es totalmente falso. Los vinos tienen una curva de vida, que consta de tres etapas: una primera donde la calidad va en aumento, una segunda donde se logra la plenitud de calidad, y una tercera donde la calidad va disminuyendo. Lo ideal es consumir el vino en la segunda etapa de su vida, cuando logra su máxima calidad. La duración de esas etapas depende del tipo de vino, se cuentan desde el año de cosecha, colocado en la etiqueta; en la mayoría de los blancos y rosados, la plenitud se logra el primer año de vida, donde se expresa mejor su frescura; como por ejemplo muchos vinos  Bordeaux, Sancerre, Samur, Rueda, Riveiro; y varietales como Sauvignon, Chenin Blanc, Malvoisie, Macabeo, Alvariño, Verdejo, Pinot Grigio, Sylvaner y Riesling, entre otros. Los  blancos con fermentación y/o añejamiento en barrica, pueden alargar su vida hasta unos tres años; como por ejemplo los Chablis, Chassagne-Montrachet, Poully-fuisse; y algunos Chardonnay de Estados Unidos, Australia, Chile y Argentina.  Los vinos blancos, dulces, se pueden consumir entre cinco y hasta veinte años como Pedro Ximénez, Sauternes, Oporto y Tokay.

En los vinos tintos tomamos muy en cuenta su estructura tánica, la cual varía con la cepa, zona de producción y año de cosecha. Un joven de ligera estructura logra su plenitud en el segundo año de vida, mientras que los de mayor estructura, con añejamiento en barrica como los varietales Tempranillo, Syrah, Petit Verdot, Malbec, Cabernet Sauvignon, logran su plenitud entre los tres y ocho años de vida. Existen vinos tintos de mucha longevidad como algunos  Saint-Esthephe, Saint-Julien, Pauillac, Margaux, Saint-Emilion, Pomerol, Romanée-Conti, Fleurie, Marsault, Montrachet, Rioja, Rivera del Duero, Barolo, Brunello di Montalcino, Amarone, entre otros; los cuales dependiendo del año, pueden lograr su plenitud de calidad, entre los diez y los veinte años, aproximadamente.

La curva de vida de los vinos, se desarrolla naturalmente almacenados correctamente, es decir: botella en posición horizontal, en ambiente oscuro y fresco, entre 14 y 18°C; a temperaturas más altas el tiempo de vida se acorta; temperaturas más bajas pueden afectar su calidad.

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