En los brazos de Morfeo una mal llamada “constituyente” se autoproclamó electa con 8 millones de votos, mientras casi un año después, con un supuesto mayor número de inscritos ante el Consejo Nacional Electoral, Nicolás Maduro se “reelige” con apenas 6 millones de votos, a pesar de un múltiple ventajismo electoral y una aberrante compra de conciencias y de chantaje político.
En los brazos de Morfeo, Jorge Rodríguez nos dice que un trabajador puede laborar 800 horas mensuales. Tal vez por ello es que los zapatos que prefiere lucir en público cuestan aproximadamente 800 dólares. Es curioso que este mismo “revolucionario”, al estar en los brazos de Morfeo, nos diga que en Venezuela existen 5,6 millones de “colombianos”, pero en la realidad apenas 54 de ellos son quienes terminan siendo considerados como “refugiados”.
En los brazos de Morfeo, un ex ministro de economía del madurismo nos dijo que la inflación “no existe”. Es posible que lo que quiso decirnos en aquel momento es que con el madurismo solo existe la hiperinflación.
En los brazos de Morfeo, los voceros maduristas se jactan en un plan “vuelta a la patria” en el que llegan menos de una centena de venezolanos, como queriendo decirnos: “Se acabó la emigración”. Lo que no se entiende es cómo la Organización de Naciones Unidas nos habla de 2,3 millones de emigrantes venezolanos, mientras el gobierno presiona a las entidades bancarias con sancionarlas si permiten que las remesas que envían venezolanos desde el exterior no sean transferidas por la tasa de cambio que impongan sus colaboracionistas financieros.
En los brazos de Morfeo, Tareck el Aissami nos habla de que somos un país “potencia”. Cuando vemos que lo único que se potencia es el hambre, la escasez, la pobreza y la miseria.
En los brazos de Morfeo, el cinismo madurista nos asegura que tenemos un “excelente” sistema de salud. No obstante, se leen noticias en las que enfermeras y médicos protestan porque los ambulatorios y hospitales no tienen medicinas, ni insumos médicos-quirúrgicos, y ni siquiera agua para lavar las cosas más esenciales, mientras ellos como abnegados servidores públicos devengan salarios miserables.
En los brazos de Morfeo, una ministra de asuntos “penitenciarios” nos asegura que también tenemos el “mejor” sistema carcelario del mundo. Pero cuando nos vamos a la realidad casi una centena de ellos mueren quemados dentro de los propios calabozos, después de haber sido rociados con gasolina, y se multiplica el control del llamado pranato en todas las cárceles del país.
En los brazos de Morfeo, Aristóbulo Istúriz nos habla de una educación “gratuita y obligatoria”, mientras asegura que se incrementa la matrícula “escolar”. Sin embargo, resulta en la praxis que las familias deberán comprar un “combo” de útiles y uniformes, sin conocer las tallas de los niños y sus necesidades sociales; pero, además, cuando más de 73% de la infraestructura educativa está destruida, y se multiplica la deserción escolar y el éxodo docente, mientras el programa de alimentación escolar se convirtió en una entelequia.
En los brazos de Morfeo, el gobernador del Zulia firma un “convenio” para arreglar las torres eléctricas del estadio del equipo de beisbol de la región. Lo que no sabemos es cómo serán iluminadas tales “torres”, cuando ese estado registra apagones diarios de electricidad de 6, 8, 12 o hasta más de 24 horas, paralizando por completo todas las malogradas actividades productivas que aún se generan en esa región.
En los brazos de Morfeo nos dicen que tendríamos la planta ensambladora de autobuses más moderna de América Latina. La praxis nos revela que, según voceros del sector, más de 80% de los autobuses están paralizados por falta de baterías, cauchos, lubricantes o mecánica en general, mientras desde la Alcaldía de Caracas controlada por el partido oficialista y otros entes burocráticos del país promueven las llamadas “perreras” como forma de transporte del siglo XXI.
En los brazos de Morfeo fue expropiada la más grande empresa de transporte marítimo de Nueva Esparta. La realidad hundió todos esos buques que hasta los trabajadores de esa empresa reclaman que ni el “nuevo” salario mínimo les llegó aunque fuese con “medio petro”.
En los brazos de Morfeo, el madurismo nos habla de una “criptomoneda” que acabará con los problemas en el déficit de caja del gobierno. Entonces, cómo entender que el “ideólogo” de tal moneda reconoce ante agencias internacionales de noticias que ese “petro” ni siquiera ha iniciado sus operaciones como supuesto instrumento de intercambio de valor financiero.
En los brazos de Morfeo, un gobierno aplica una reconversión monetaria y elimina de un solo trancazo cinco ceros a la moneda que era llamada “bolívar fuerte”. Ahora, en la praxis de un supuesto plan de “recuperación y prosperidad” económica, un kilo de cualquier embutido equivale a más de 50% de una quincena que reconoce como tasa oficial un dólar diario de salario mínimo.
En los brazos de Morfeo muchos venezolanos, entre ellos niños y ancianos, se acuestan sin poder comer. Irónicamente, en estos casos, Maduro se olvida de Morfeo y degusta la mejor carne en el restaurante más costoso de Estambul, Turquía. Curiosamente, ante este hecho, en los brazos de Morfeo la senectud madurista nos habla de “steak”, “buen provecho” o simplemente nos muestra el paroxismo de un panegírico. La realidad nos enseña que las vitrinas refrigerantes en Venezuela quedaron sin carne ni pollo para la venta de millones de venezolanos que no tienen nada qué comer.
En los brazos de Morfeo el madurismo achaca a una corrupción “traidora” y unas “sanciones” la quiebra de la industria petrolera. Lo que no se logra comprender es cómo reactivar la producción si le sigue vendiendo petróleo a quien supuestamente lo “bloquea” y “sanciona”, mientras los corruptos son de su mismo partido rojo rojito.
En los brazos de Morfeo pareciera que la impunidad acompaña a Valentín Santana y su grupo de colectivos armados llamado La Piedrita, mientras dos bomberos y una mujer por actuar con un burro, o cuidar perritos, terminan tras las rejas.
En los brazos de Morfeo la cúpula madurista nos habla de ese imaginario protagonista como responsable de un supuesto atentado en grado de frustración contra su “líder”. Solo les sugiero a los escribientes de esta historia que cuidado y algún capítulo con tanta imaginación no termine arrasando en la realidad a quienes ahora hablan de Morfeo, sino a todos sus protagonistas. Así, pues, tenemos un gobierno en los brazos de Morfeo.