Había comenzado a escribir un artículo sobre la insensatez de las conjuras en proceso contra Guaidó, cuando se produjo un cambio brusco en el escenario geopolítico, para muchos tan violento como un rayo, que me llevó a cambiar de tema. El hecho de que Putin decidiera enviar a Venezuela dos aviones militares que aterrizaron en el principal aeropuerto de Venezuela, para que el mundo entero los viera, con más de cien militares de distintos rangos altamente especializados en labores de defensa y ataque y un cargamento de armas de última generación equipados con misiles de mediano y largo alcance, escudando la operación en un tratado de cooperación militar entre las dos naciones, hay que verlo, uno, como un acto de provocación, con la esperanza de que Trump muerda el peine y decida responder con una intervención, lo cual le daría la oportunidad a Putin de aplicar la misma estrategia que aplicó en Siria, para ayudar a mantener en el poder a Bashar Al Assad. De no darse esa hipótesis y Trump decide no cambiar la estrategia en marcha, piensan los sátrapas, que podría lograr el desencanto de aquella parte de la población venezolana que piensa que solo con su intervención, se puede lograr el cambio que el país reclama y eso debilitaría, piensan ellos, el impulso de la ruta de Guaidó.
La llegada de los rusos y la posición cada vez más decidida, injerencista y conflictiva de los chinos, haberle negado la visa a Hausmann es una prueba, sumadas a la penetración de organizaciones fundamentalistas en nuestro territorio, no traen nada bueno. A lo largo de casi veinte años fueron muchas las veces que señalamos que el acercamiento de Chávez a líderes como Hussein, Gadafi, a los ayatolas iraníes y su conexión con organizaciones terroristas, no solo no traían nada bueno, sino que hacían del tema Venezuela una materia prioritaria de la geopolítica con graves posibilidades de alto riesgo, pero que el régimen dictatorial no estaba solo, que el apoyo de Rusia y de China tenían un peso importante y que no es tan cierto aquello de que Rusia no tiene fuelle económico para ser parte activa en el conflicto, ni que a China lo único que le preocupa es recobrar su dinero. Para entender a cabalidad lo que está pasando, no podemos olvidar que esos dos países están dirigidos por hegemonías comunistas y que además de jugar duro, tienen los ojos puestos en Venezuela.
Desde luego las tensiones están al rojo vivo porque una jugada como la hecha por Putin no puede traer nada bueno, como tampoco nada bueno pueden traer los pasos que está dando China, desafiando igualmente a Trump en otras instancias posiblemente menos alarmistas, pero igualmente radicales en su apoyo a la dictadura comunista instalada en Venezuela.
En el caso de Rusia porque Venezuela es para Putin el eslabón que le faltaba para entrar de nuevo en la guerra fría y decirle al mundo, que sigue siendo una potencia cuya posición no puede ser ignorada, y si a eso le añadimos que a los rusos si le interesan las riquezas de nuestro subsuelo y en modo particular nuestra privilegiada situación geográfica, desde donde puede colocar sus bases militares para hacer valer cada vez más, sus argumentos, podemos entender el real significado de su presencia militar en nuestro territorio.
En el caso de China, ya lo hemos escrito en artículos anteriores, su política de penetración en América Latina va mucho más allá de conquistar nuevos mercados. Para nadie es un secreto que los desajustes sociales de esta parte del mundo, por ser el caldo de cultivo en el que las bacterias mortales del comunismo mejor se mueven, son también de su incumbencia, por lo tanto con la paciencia que los caracteriza, van poniendo sus fichas en el tablero.
Además de los factores que explican los porqué de la conducta de Rusia y de China, hay que destacar que esta maniobra Putin la está haciendo en calidad de socios, no solo en lo comercial, sino en lo estratégico e ideológico, hecho que debemos tener presente por tratarse, incluyendo la china, de tres dictaduras comunistas. En segundo lugar hay que resaltar que la maniobra persigue darle más tiempo al régimen en su ejercicio de destrucción de la democracia lo cual le permite al mismo tiempo, ensamblar el papel que desempeñan en las actuales circunstancias, sus otros aliados, vale decir Cuba, Bolivia, Nicaragua, Siria, Irán, Turquía, sumados al ELN, las FARC, Hezbolá y otros grupos fundamentalistas a los cuales hay que añadir los que se ocupan del narcotráfico. En tercer lugar que la maniobra ayudó a China a salir de su relativa prudencia y a hacer un frente común, capaz al mismo tiempo de dar oxígeno a la dictadura, y provocar la ira desestabilizadora de Trump, todo lo cual se traduce en que con la llegada de rusos y chinos, los venezolanos estamos expuestos a nuevas y muy peligrosas presiones, sin descartar incluso la posibilidad de que nuestro territorio se convierta en un escenario de guerra, y es que más de un analista piensa que países como Rusia, Irán y Turquía cuyas economías andan muy mal, se beneficiarían con una guerra en la que por supuesto ellos no pondrán sus muertos.
El tema es demasiado complejo y los próximos movimientos serán cruciales para poder ver con más claridad el horizonte. Por ahora lo que más nos interesa como venezolanos que tratamos de construir una transición bajo la premisa de traer de vuelta a nuestras vidas la democracia, en medio de una tragedia que no parece tener fin, provocada por las arbitrariedades y la infinita maldad de un enemigo sanguinario y cruel, es saber en cuanto afecta a ese proceso esta nueva circunstancia. Saber cuál será nuestra respuesta ciudadana, demostrar con hechos que es 80% de venezolanos que queremos el cambio, seguimos de pie con las mismas consignas y la misma determinación; queremos saber cuál será la posición de la comunidad internacional, tanto del Grupo de Lima, como de la comunidad europea y en especial de los sesenta países que han reconocido a Guaidó como presidente Interino y cuál desde luego será la respuesta de Estados Unidos.
A este punto no nos es permitido olvidar que quienes ejercen el poder en Venezuela después de veinte años han logrado convertir nuestras instituciones constitucionales en cuerpos mafiosos que apuntan a un solo propósito: conservar el poder a toda costa. Tampoco es bueno olvidar que parte de lo sustraído por el régimen a la bonanza petrolera fue utilizado para fortalecer, entrenar, adiestrar, armar y preparar ideológicamente a las fuerzas con las que el plan del régimen castrocomunista pretende remplazar a unas fuerzas armadas que, deliberadamente, dejaron de ser preparadas para la guerra.
No hay ninguna duda acerca de las nuevas dificultades que se le añaden a la ruta tomada y estamos muy deseosos por saber cuáles son los próximos pasos. Como en toda lucha, hay momentos de sombras y estas solo se superan con lucha y más lucha. Aquí nadie se puede rendir porque el camino que nos espera nos necesita a todos con la mente puesta en nuestros mejores sueños, en el entendido de que los únicos sueños posibles nacen de nuestro esfuerzo y sacrificio.