África y América Latina son regiones distintas, pero a la vez similares en sus bellezas naturales, en las tradiciones ancestrales y en el deseo de avanzar contra la desigualdad.
Hace pocos días recorrí por primera vez las tierras de Tanzania, un sueño hecho realidad, a través del hermoso Parque Nacional de Serengueti. Esta extensión de 1,5 millones de hectáreas exhibe una impresionante fauna salvaje, presidida por “los cinco grandes de África”: leones, leopardos, rinocerontes, elefantes y búfalos, además de hipopótamos, cocodrilos, jirafas y otras especies protegidas.
Allí despunta el cráter de Ngorongoro, considerado una de las mayores calderas volcánicas del mundo. Con base de operaciones en el Four Seasons Safari Lodge Serengeti, constaté un servicio de excelencia comprometido seriamente con el medioambiente, pero también con el desarrollo comunitario a través de programas educativos y sanitarios. Todo está pensado para preservar el ecosistema: desde los safaris hasta la forma de interactuar con la naturaleza.
De la mano experta de Sadick Said conocí a la tribu masáis, que aún vive de manera tradicional. A pesar de sus vidas austeras, cuenta con escuelas comunitarias que preparan a los niños antes de empezar la primaria. Los masáis aman a los animales y esa es la esencia de cualquier viaje a Tanzania. Su ganado es sagrado. Conviven entre las manadas de jirafas y cebras, en un ambiente de libertad y protección. Tanzania dispone de 16 parques nacionales y su esfuerzo de conservación es alentador. El respeto a la madre naturaleza y el amor a la fauna autóctona posibilitan un turismo sostenible, que contribuye a mejorar sus índices de desarrollo.
Muchas personas se preguntan habitualmente: ¿cuál es el futuro de África? Fred Swaniker, fundador de African Leadership University, afirmaba recientemente en McKinsey Quarterly: “Hay una abundante fuente de talento en África: tiene la población más joven del mundo, con una edad promedio de 19,5 años. Y ese talento está motivado, tiene hambre y está dispuesto a aprender. Todo lo que necesita es una oportunidad”.
África es un continente marcado por el sufrimiento y la explotación. Sin embargo, es tiempo de detener el estigma y avanzar. Resulta alentadora la cantidad de personas y proyectos que trabajan para transformar vidas, crear oportunidades y generar riqueza sin romper el ecosistema. Siempre debemos agradecer a quienes, incluso con muy poco, nos ofrecen lecciones sobre lo que de verdad importa.
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