Los comentarios de Donald Trump antier, a propósito del carácter “animal” de los migrantes indocumentados de México y de Centroamérica, así como su queja adicional de que México no hace nada por Estados Unidos en materia de comercio ni en lo que se refiere a la seguridad fronteriza, constituyen un traspaso, ahora sí, de una línea roja a la que nunca debimos haber llegado. Utilizar un término como “animales” representa un ejemplo del discurso del odio que, en muchos países de Europa, constituiría un delito. Si a eso le agregamos la respuesta del negociador del TLCAN norteamericano en el sentido de que no hay un acuerdo comercial en puerta, en su conjunto, son un síntoma del deterioro que ha habido en la relación de México con Estados Unidos en los últimos 16 meses.
Sí es una línea roja y ha llegado el momento de ejercer represalias e ir más allá de la retórica tan cansada del respeto, de la dignidad y de la soberanía.
Existen múltiples opciones, pero habría que comenzar con dos que describo rápidamente. Para empezar, Enrique Peña Nieto, en compañía de, por lo menos, los mandatarios de El Salvador, Honduras y Guatemala, debiera emitir una declaración solemne exigiendo una disculpa pública a la Casa Blanca y al presidente Trump por utilizar un lenguaje denigrante, ofensivo, del odio e inaceptable con relación a mexicanos y centroamericanos. A continuación y, en segundo lugar, el mandatario mexicano debe señalar que la cooperación mexicana en tal o cual rubro ha sido suspendida hasta que se reciba dicha disculpa pública. Y esto mismo debe proclamarlo el gobierno de México en los medios norteamericanos.
Hay diez o quince temas de cooperación que pudieran ser suspendidos entre los cuales se puede escoger uno. Además, el que se escoja debe ser proporcional a la ofensa, debe causarle el menor daño posible a México, debe provocar una reacción en Estados Unidos de los sectores burocráticos afectados para que sean ellos quienes presionen a la Casa Blanca para que rectifique su postura. Y debe ser algo fácilmente explicable y aplicable por las autoridades mexicanas.
Primer ejemplo: suspender la admisión de deportados supuestamente mexicanos de Estados Unidos a México sin que antes las autoridades norteamericanas comprueben la nacionalidad mexicana de las personas interesadas. Si esto va a causar problemas del lado de Estados Unidos, mala tarde para todos. Segunda posibilidad, retirar de la frontera sur y del istmo de Tehuantepec a los contingentes de las fuerzas armadas, de la policía federal y del Inami, salvo en los puntos fronterizos existentes, y levantar todos los retenes hasta nueva orden. Esto provocaría, en efecto, un éxodo de centroamericanos a Estados Unidos; asunto de ellos. Y mientras están de nuestro lado de la frontera, darles todo el apoyo posible en esos puntos fronterizos del norte, en espera de que puedan cruzar y pedir asilo. Siguiente opción. Probablemente la más drástica pero la más eficaz: expulsar, al término de una semana, a la tercera parte de los agentes de la DEA presentes en México en este momento. A la siguiente semana de no venir la disculpa pública, expulsar otro tercio de agentes norteamericanos en suelo mexicano, y así sucesivamente hasta que no quedara ninguno. Provocaría una reacción muy negativa en Estados Unidos, pero, por parte de la DEA, una enorme presión sobre la Casa Blanca para que cambiara de posición.
Última opción, algo que ha sugerido Aguilar Camín desde hace más de un año: suspender la cooperación en materia de inteligencia entre el gobierno de México y las autoridades norteamericanas, incluyendo el cierre de los centros de fusión en México, y la suspensión del programa de los requisitos de visados para nacionales de países terceros que desean entrar en México supuestamente camino a Estados Unidos.
Muchos dirán que cualquiera de estas medidas puede traer consigo una represalia igualmente virulenta por parte de Estados Unidos. Es posible. Pero llevamos casi 18 meses esperando que poner la otra mejilla llevará a que un día cercano cesen las agresiones de Trump. No ha sucedido. Esto es lo que conviene hacer ahora, esta es la respuesta al cruce de la línea roja, esto es lo que la sociedad mexicana entera debe exigirle al gobierno, y es lo que el gobierno debe realizar, con el apoyo de la sociedad mexicana.
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