Junto con el desarrollo científico y material, la primera revolución industrial marcó el impulso del socialismo científico que respondía vehementemente contra el desarrollo material producto de las nuevas tecnologías amparadas por la incipiente industrialización, con el tren a vapor como protagonista.
Marx lo analizó con su paradigma de que el capitalismo tenía dentro de sí el germen de su propia destrucción, mientras que la libre iniciativa y la libertad encumbraban a los países anglosajones en las altas esferas del crecimiento económico, apalancando un gran desarrollo científico y elevando exponencialmente la calidad de vida entre los nuevos habitantes de Estados Unidos, quienes en el nuevo mundo se desarrollaron fundando en pocas generaciones una gran nación donde comerciaban, trabajaban y creaban riqueza.
Líderes carismáticos y hombre nuevo
Mientras el desarrollo económico apalancaba el científico, surgían en Europa descontentos con el nuevo modelo de sociedad y producción que se asomaba, y muchos veían en este direccionamiento una amenaza en la que la técnica y las máquinas hacían que sus tradicionales trabajos desaparecieran y descontentos se embarcaban en proyectos revolucionarios donde encabezados por líderes carismáticos siempre tuvieron el mismo final hasta hoy: enriquecimiento de una élite que se perpetúa de las “ganancias” del Estado y una mayoría seguidora que se empobrece, pero que no importando la desilusión aún cree en el sistema en el que el “hombre nuevo” no aparece, lamentos que son atenuados con un “es que no se aplicó el verdadero socialismo”.
Riquezas del mundo tecnológico
Lo cierto es que estamos enfrentados a un nuevo mundo, diferente a la primera revolución del vapor y la segunda revolución industrial apalancada por el petróleo, donde la sociedad global es una realidad, y donde el conocimiento e información son la madre de las riquezas, y para quienes no crean, de las cinco empresas con mayor capitalización bursátil, casi todas son del ámbito tecnológico: Apple, Google, Microsoft y Amazon comparten podio junto a la tradicional Exxon Mobil, destronando a históricas empresas del retail, banca y energía que dominaban la economía mundial.
Unidos por una gran red neuronal
Estamos en la cuarta revolución industrial, en la que los vapores, fábricas y riquezas ligadas a la construcción de caminos y grandes obras de infraestructura son reemplazadas por la computación, inteligencia artificial, big data, automatización, robótica, biotecnologías, nanotecnologías, criptomonedas, células madres y energías alternativas, en un contexto en el que los seres humanos se entremezclan en una gran red neuronal facilitada por el poder de Internet, configurando un nuevo espacio de estadio de desarrollo, donde el posthumano, mezcla de humano y máquina junto a la automatización “amenaza” con iniciar una escalada de productividad, con generación de nuevos empleos nunca antes vistos he imaginado, pero que ya hacen reflotar los mismos temores de los socialistas científicos que es la rivalidad contra el desarrollo y del desarrollo capitalista.
Proteccionismo del siglo XXI
Marx diría que los robots tienen en sí el germen de la autodestrucción, y sus seguidores repetirían que la automatización engendra cesantía y pobreza, situación que nuevamente reflotará la lucha entre proyectos colectivistas y los antiestatales, los primeros, luchando contra la productividad de las máquinas, estableciendo y sugiriendo impuestos y otras medidas proteccionistas y expropiatorias contra la tecnología, en contraposición al paradigma individual, que fomentará la creatividad y libre iniciativa, impulsados por la productividad que permiten las nuevas tecnologías y el gran mercado que estas impulsarán, mercados aún más próximos que los de siglos pasados, fortalecidos por el comercio electrónico y cada vez mejores y más seguros medios de pago, y mercados donde la mayor oferta, como los emblemáticos casos de Uber y Airnb, están multiplicando las opciones para los consumidores, creando riquezas donde no había y consumiendo productos y servicios más baratos y de mejor calidad.
Inteligencia artificial en el aparato estatal
La nueva disputa está asomando, será la clásica, solo cambiarán los medios, donde los avances de la secuenciación del ADN, el desciframiento y edición del genoma humano, reeditarán la misma lucha de cuando surgieron las primeras vacunas, también se apreciaran nuevas batallas respecto al control del Estado, ya que la misma tecnología y la capacidad de personalización, procesamiento de datos e inteligencia artificial harán que la estructura estatal sea cada vez más pequeña, aligerando su peso y burocracia…¿Estarán tranquilos los adoradores del Estado al ver como el gobierno electrónico y digital les hacen perder poder de esas superestructuras que los han enriquecido?… ¿Estarán tranquilos los adoradores del poder estatal cuando las redes sociales sean aún más poderosas y el machine learning personalice aún más las informaciones dejando de lado sus tradicionales capacidades de encantamiento y hechizo semántico gracias a sus ventajas a nivel discursivo?.
Lo cierto es que la ola transformadora aniquilará muchas industrias y nacerán otras producto de la innovación y creatividad, y lo más probable es que religiones y movimientos de índole espiritual, filosóficos y del establishment moral, también entrarán en esta “gran batalla”, configurando pugnas que generarán corrientes que llevarán la pugna entre lo público y privado a otros niveles, repitiendo una vez más la cíclica disputa entre libertad y prosperidad y estancamiento y atraso.
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