Son tantas e intensas las informaciones recibidas a diario por los venezolanos sobre las tremendas condiciones que imperan en el país, que son imposibles de asimilar con algo distinto a una desesperada exclamación de ¡hasta cuándo!
Revisando el cúmulo de datos recogidos en la encuesta Encovi, un trabajo conjunto de la UCAB, la UCV y la USB con la colaboración de organizaciones de investigación social, sorprenden las respuestas a muchas incógnitas de la tragedia venezolana que ni se comprende ni se condona.
La investigación aporta luces al fenómeno migratorio y enciende alarmas para imaginar el porvenir yermo que le espera al país.
58% de los hogares encuestados tiene al menos un emigrante internacional en su seno, se infiere que 10% de la población ha emigrado al exterior. Estos migrantes son fundamentalmente personas en edad laboral entre 60 y 25 años. Hasta ahora son mayoritariamente pertenecientes a la clase media, el segmento menos vulnerable socialmente. Personas generalmente con un nivel de educación superior.
La investigación señala como razón fundamental para emigrar la búsqueda de trabajo. Es la falta de oferta de puestos de trabajo y su baja remuneración en una moneda nacional sin valor su causa.
La situación laboral tan poco auspiciosa no sorprende, es resultante de la pobreza por ingreso que pasó de 48% de la población en 2014 a 87% el pasado año. Se agravan aspectos como la alimentación, salud y seguridad.
Ese mundo pareciera no preocupar a los gerifaltes rojos, quienes en lugar de reconocer el tremendo fracaso que han significado 20 años de socialismo del siglo XXI, el doble del período perezjimenista o la mitad del período democrático; pretenden mantenerse en el poder celebrando elecciones írritas y demostrando habilidades para traicionar a nuestro pueblo mediante el engaño y la trampa electoral.
La pobreza junto con la destrucción del país también han desmontado el entarimado sobre el que Chávez logró proyectarse como reivindicador de desigualdades sociales con el complejo sistema de misiones que abarcó ineficientemente viviendas, salud, educación, alimentación, pero que hoy se encuentra reducido a solo la entrega irregular de bolsas con algún alimento. Hoy 61% de los venezolanos reconoce que se acuesta con hambre.
Por si fuese poco la incidencia en muertes por desnutrición infantil, este trabajo revela la aterradora cifra de 43 muertes violentas diarias de jóvenes entre los 12 y 29 años.
Es imperdonable que los responsables de este pandemonio que predomina en el país no reconozcan sus errores y que ni siquiera les preocupe aprender la lección.
Con diálogos engañosos y observadores vendidos no enmendarán estas páginas tristes de nuestra historia patria.
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