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De las estrategias y el tiempo

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Juan Guaidó ha mostrado coraje personal para asumir la responsabilidad de presidente encargado. Se ha convertido en el símbolo de la esperanza. La estrategia que representa es una entre las varias que parecían posibles; pero el país, la Asamblea Nacional y buena parte de los dirigentes políticos, optaron por la que estaba envuelta en el artículo 233 de la Constitución: sin presidente electo para el 10-E, fecha del comienzo de un nuevo período presidencial, le correspondió al presidente de la AN asumir el cargo de presidente de la República. Esta estrategia –como cualquier otra– tiene lados excelentes y otros menos buenos. Entre los más positivos se encuentra que nunca ha habido tal confluencia de apoyo popular a un movimiento audaz como tener un presidente (E) y nunca ha habido tal nivel de apoyo internacional como el que goza el gobierno provisional que comienza a emerger de los escombros de la V República.

Del lado menos claro está la continuidad de la estrategia. Los diseñadores de esta ruta parecen confiar en dos factores esenciales: el primero se refiere a la fractura militar, y el segundo a la intervención humanitaria. La fractura militar existe; cada cierto tiempo hay una arremetida en contra de oficiales a los cuales se acusa de promover un golpe de Estado; sin embargo, la fractura a la cual se apunta –al menos en mi opinión– es la del Alto Mando Militar hacia Maduro. Las cadenas de rumores sobre este o aquel oficial son frecuentes; el caso es que hasta el presente no ha ocurrido, lo cual no niega su posibilidad. ¿Es una certeza o es una apuesta? Un alzamiento como el de Chávez en 1992 parece menos probable por el grado de control de la inteligencia rusa, cubana y venezolana sobre los militares.

Otro asunto al escribir estas líneas es el de la ayuda humanitaria. Se hacen llamados a los militares para que no se opongan a la llegada de alimentos y medicinas por la frontera; también una cierta esperanza de que la población necesitada imponga esa entrada, o que una operación militar internacional fuerce ese proceso. O, peor, que el régimen se la coja con la idea de que si donan los de afuera para los venezolanos no hay que impedirlo. Quien esto escribe no lo sabe, aunque es de desear que los estrategas de la hora tengan claridad sobre el asunto.

Hay dos temas que le pueden hacer la vida de cuadritos al régimen en el contexto del cerco internacional y del apoyo popular a Guaidó: una posible intervención militar en Venezuela por parte de una coalición internacional que hoy no veo; y una más eficaz, aunque por sí sola no sea suficiente, asfixia mecánica al impedir el flujo de la economía con eventual infarto financiero.

Pienso que Maduro ha estado caído desde hace algún tiempo; lo que no está claro es si es de platanazo.

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