Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, y el proyecto AIRCOP en asociación con Interpol y la Organización Mundial de Aduanas, los grupos delictivos organizados se han enfocado durante mucho tiempo en acelerar el transporte de drogas y otros bienes ilícitos mediante el uso de barcos, contenedores o aviones y han podido transportar cantidades aún mayores de drogas en todo el mundo.
El transporte minoritario de clorhidrato de cocaína o anfetaminas normalmente se hace en vuelos de aviación comercial, por personas llamadas narcomulas, utilizando maletas con doble fondo, ropa y zapatos impregnados, así como chalecos especialmente diseñados, u oculta en objetos tan extraños como sillas de ruedas, o en la forma más peligrosa como es el de los dediles en el estómago o en los intestinos. Siempre tratando de evadir los controles aeroportuarios y de rayos X, para transportar unos pocos kilos.
Algunas cantidades un poco más importantes, como unas pocas decenas de kilos, en aviones de carga empacados juntamente con flores o hierbas aromáticas, oculto en frascos plásticos de productos veterinarios, y algunas otras formas sofisticadas de camuflaje, para evadir el rastreo de oficiales antidrogas con perros entrenados.
Pero cuando hablamos del grueso del narcotráfico y muchos cientos de kilos o toneladas, los carteles tienen sus propios aviones, containers con doble fondo, barcos pesqueros, lanchas rápidas y hasta submarinos de fabricación artesanal.
En un principio los aviones preferidos eran los pequeños aviones Cessna, en especial el modelo 206 con sus aproximados 645 Kg de carga útil y su doble puerta lateral, que facilitaba la carga y descarga, así también el Cessna 185 RG con sus 725 Kg de carga útil, con tren retráctil y algo más de velocidad. Pero más importante aún, por sus capacidades de aterrizar y despegar en pistas cortas o simplemente en cualquier tramo de carretera de entre 275 hasta un poco menos de 400 metros.
Además de la existencia y facilidad de la instalación de kits que permitían expandir su capacidad de combustible para una mayor autonomía.
En su traslado de drogas de México a Estados Unidos, además de la vía terrestre y sofisticados túneles en ciudades fronterizas, el transporte expedito por vía aérea en la mayoría de los casos lo realizaban con vuelos a baja altura, aterrizando en algún de los desiertos de Nuevo México o Arizona, previamente convenido en hora y lugar, para luego quemar el avión. O arrojando los bultos con radio balizas para luego ubicarlos, poniendo posterior al lanzamiento el avión con rumbo al océano Pacífico antes de que los pilotos se arrojen al vacío, provistos de paracaídas.
Para tener una idea de la magnitud del transporte aéreo del narcotráfico, antes de ser capturado por segunda vez, el 22 de febrero de 2014, el capo del Cartel de Sinaloa, Joaquín «el Chapo» Guzmán, dirigía la operación aérea más grande de México.
Entre 2006 y 2015 las autoridades mexicanas confiscaron 599 aeronaves, de las cuales 586 eran aviones y 13 helicópteros, que el cartel solía utilizar para enviar drogas a Estados Unidos y todo México, así como traerla desde América Latina, según información de la Secretaría de Defensa Nacional Mexicano. A modo de comparación, la aerolínea legítima más grande del país, Aeroméxico, tiene 127 aviones.
El cartel de Guzmán operaba 4.771 pistas de aterrizaje clandestinas, de entre 500 y 1.000 metros, regados por todos los estados del norte de México.
En los primeros tres años del mandato del presidente mexicano Enrique Peña Nieto (2012 a 2015), el Ejército confiscó 55 aviones y cerró 894 pistas de aterrizaje.
De los aviones que fueron capturados en Culiacán, Navolato y Ahome, municipios del estado de Sinaloa, 60 de ellos eran precisamente el Cessna 206.
Estos pequeños aviones de gasolina, de bajo mantenimiento y que una gran mayoría de pilotos sabe volar, fueron igualmente utilizados por los carteles de las drogas en Suramérica, para el transporte de la droga entre Bolivia y Colombia hasta Venezuela. Para luego continuar viaje a Centroamérica, básicamente a Honduras, Nicaragua, Guatemala o hasta el territorio mexicano de Quintana Roo, en la península de Yucatán, o Chiapas, al sur de México.
Para estos viajes de mayor distancia y con mayores volúmenes de droga, y poder continuar hasta los estados del norte de México como Sonora, Chihuahua, Baja California y Tabasco, para terminar en ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez, se empezaron a utilizar mayormente aviones turbohélice de mayor capacidad como aviones Beechcraft de la serie King, mayormente los de las series 90, 100, 200, 300. Pudiendo aterrizar en pistas clandestinas en los desiertos de Sonora o Chihuahua, en aeropuertos no controlado o campos cultivados de alfalfa.
Ya para el año 1984 un ex oficial de nombre Francisco Javier Ocando Paz, mayor retirado de las Fuerzas Armadas Venezolanas, fue acusado de traficar 136 kilos de cocaína de alta pureza desde Colombia utilizando para ello un avión Beechcraft Super King 200. Igualmente, durante las investigaciones se determinó que poseía otras 5 aeronaves, entre las cuales tenía un Lear Jet.
Para finales de los años noventa había sido reportado el hurto de 150 aviones de la serie King 200 y King 300, de países como Estados Unidos, Bahamas, Brasil y Venezuela. Estos eran introducidos a Colombia por la zona de los llanos orientales, para luego ser pintados y provistos de nuevas siglas e identificación en la zona del Putumayo.
El 26 de enero de 2020 fue detectado el ingreso ilícito al espacio aéreo mexicano de un avión bimotor Beechcraft modelo King 90 con siglas falsas N-2204 procedente de Suramérica. De inmediato se desplegaron fuerzas de reacción terrestres, logrando ubicar el lugar del aterrizaje de la nave al noroeste de Chetumal, Quintana Roo, en la península de Yucatán, México. Se lograron asegurar 26 paquetes con peso total aproximado de 1 tonelada conteniendo una sustancia con las propiedades de clorhidrato de cocaína.
En Venezuela en fecha reciente, 4 de marzo de este año 2020, un King 200 con matrícula americana N-54TS, cuyo último destino conocido había sido Toluca en México, el 2 de marzo, fue localizado y decomisado en Casigua, municipio Mauroa, estado Falcón. Relacionándolo con carteles mexicanos y cargado con bidones plásticos, de los usados para el transporte de los químicos utilizados para la fabricación de clorhidrato de cocaína.
Aumenta el consumo, crecen los envíos
Aun cuando el 24 de septiembre de 2007 se encontraron los restos de un Gulfstream que se estrelló en la península de Yucatán con 3,3 toneladas métricas de cocaína a bordo, no es sino en fechas recientes que los carteles han estado modificando su regular modo de operar; las aeronaves que anteriormente utilizaban, mayormente de turbohélice, están siendo sustituidas y actualmente emplean mayormente aviones jet, con mayor velocidad y capacidad de carga.
El 10 de noviembre del año 2015, los señores Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freites, sobrinos de Cilia Flores y Nicolas Maduro, fueron detenidos por la DEA en Puerto Príncipe, Haití. En el avión privado en el que viajaban, un Jet Cessna Citation 500, bi-turbina, con siglas YV-2030, se encontraron 800 Kg de Cocaína con destino a Estados Unidos.
El 28 de enero de 2020 la Secretaría de la Defensa Nacional de México interceptó un avión Gulfstream III con siglas americanas N-18ZL cargado con una tonelada de cocaína.
Este había despegado desde Salta, Argentina, y cuyo destino final era la isla de Cozumel. Al verse detectados por aviones de intercepción de la Fuerza Aérea Mexicana, decidieron aterrizar en Mahahual, Quintana Roo. La serie de aeronaves Gulfstream son de los aviones ejecutivos más sofisticados y costosos del mercado.
El 29 de enero de 2020 detuvieron a tres mexicanos que intentaban salir de Bogotá, Colombia, con destino a Tapachula, México, con tres maletas contentivas de 164,5 kilos de cocaína y 1,9 kilos de una droga sintética de color rosado, conocida como cocaína rosada, en un jet Hawker 700A, charteado. Estos fueron detenidos antes de abordar el avión rentado.
El jefe del área de operaciones del Sistema Integral de Vigilancia Aérea de México refirió que en promedio detectan 3 vuelos irregulares al mes en la frontera sur de México, ligados al narcotráfico procedentes principalmente de Venezuela.
El crimen organizado lleva a cabo el trasiego de la droga, trasladada vía aérea casi siempre por la noche, lo que a veces complica la detección, intercepción y el seguimiento a la aeronave sospechosa porque es más difícil mantener el objetivo de noche de manera visual y se tiene que hacer uso de tecnología de visión nocturna para complementar las limitaciones de visión humana. De acuerdo con la información de Sedena, los grupos criminales tardan entre 5 a 10 minutos en descargar completamente una aeronave con droga que logra ingresar y aterrizar en una pista clandestina alumbrada minutos antes con latas de aceite, habiendo ingresado por la frontera sur de México a la península de Yucatán.
El monto equivalente en dinero de la droga transportada es de tal magnitud que descartar el avión, sea quemándolo o simplemente abandonándolo, es para los carteles lo de menos y más cuando este ha sido muchas veces hurtado o robado.