Por muchos años los socialistas que usurpan el poder en Venezuela repetían constantemente el documental La revolución no será transmitida como parte de sus campañas propagandísticas en contra de los medios de comunicación social. Ahora, más de 20 años después de aquel trabajo audiovisual hecho para criticar a la prensa libre, podemos parafrasear aquel título y decir: La verdad no será transmitida.
Sí, hoy la verdad de los hechos que acontecen en Venezuela no son transmitidos. Y no lo son por varias razones puntuales.
Una de ellas es que la autocensura se ha transformado en una constante en todo el territorio nacional. A través de leyes autoritarias, mediante presiones económicas y operativas, utilizando el hostigamiento y la persecución, los medios de comunicación venezolanos han tenido que bajar la guardia.
Hoy la verdad es dosificada, es endulzada, es anestesiada. Hoy la verdad es disfrazada y maquillada para que sea del agrado de quienes se sostienen ilegalmente en los pasillos y en las oficinas del Palacio de Miraflores.
La verdad no será transmitida porque los canales de televisión nacionales están arrodillados ante las presiones del Estado, porque los canales internacionales han sido vetados y, porque cada vez son menos las estaciones de radio independientes en la nación. La prensa escrita prácticamente desapareció en Venezuela.
En las últimas semanas la Comisión Nacional de Telecomunicaciones ha sacado del aire a un sin fin de estaciones radiales -más de 50- por el simple hecho de mantener una línea independiente, por criticar y exponer lo que en realidad está sucediendo en el país.
Las cierran y entregan los diales a cómplices de Maduro, a truhánes que no hacen periodismos sino que se contentan con ser pregoneros de notas o comunicados de prensa del Ministerio de Comunicación e Información de Nicolás Maduro.
Los periodistas han vivido la censura en carne propia. Le han cerrado programas de opinión, los han encarcelado, perseguidos y hostigados por el simple hecho de no tener miedo y por denunciar lo que se debe denunciar y decir lo que se debe decir.
Venezuela es un país censurado, es un país donde no hay libertad de prensa. Aquí lo que existe es una pantalla, un montaje para el que ve desde afuera crea que en el país existen medios privados de información. Es solo una sombra, una proyección ficticia que solo busca crear una ilusión.
Aquellos que resisten en los medios de comunicación y aquellos que se abren camino a través de las redes, venciendo a las políticas censuradoras del sistema venezolano, les digo, con todo respeto, el país se los agradece y espera que sigan adelante.
Ante la arremetida de Miraflores en contra de la prensa, los periodistas tenemos que dar un paso al frente y avanzar. Debemos ingeniar todas las formas posibles e imposibles para que la verdad no sea sepultada por completo.
La verdad es el peor enemigo del modelo opresor, y es la principal responsabilidad del ejercicio del periodismo. Es por ello que socialismo y periodismo son incompatibles.
Así de simple.
Y sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.
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