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La muerte del cónyuge

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I

Mi artículo de hace 7 semanas, el del viernes 12 de agosto, titulado «La navaja de Occam», se inició con una conocida afirmación de alguien que si bien tiene formación en medicina, pues obtuvo la especialidad de médico endocrinólogo en la India, su país de origen, ha sido muy criticado por promover la medicina alternativa y alguna clase de esoterismo: Deepak Chopra. A él se le atribuye la frase «la realidad es una interpretación».

Mi punto en el mencionado artículo es que dado que cada quien interpreta la realidad desde su propio paradigma, entonces y en pleno siglo XXI, tenemos casos como los de 35% de la población rusa que cree que el sol es el que gira alrededor de la Tierra y 19% de los estadounidenses que cree que la Tierra es plana.

Como si la ignorancia no fuera suficiente, la búsqueda de la verdad, así como la toma de decisiones, viene afectada por innumerables sesgos perfectamente descritos en abundante bibliografía. Tal es el caso del efecto Dunning-Kruger y la utilización de atajos (heurísticas) que, por lo común, constituyen falacias como en el caso de la navaja de Occam.

Con el artículo quise destacar la importancia de adiestrarse en un pensamiento más riguroso, más crítico, menos apoyado en lo que se transmite por redes sociales como Twitter o Instagram, que no dé por aceptadas las cosas automáticamente pues, entre otras realidades, existen seres humanos inescrupulosos que se aprovechan de la ignorancia del prójimo para imponer sus puntos de vista.

II

En un artículo para la Harvard Business Review, titulado «Decision Making: Going Forward in Reverse» (Toma de decisiones: avanzar marcha atrás) publicado en enero de 1987, sus autores, Hillel Einhorn y Robin Hogarth, ambos PhD en Psicología, el primero en Wayne State University y el segundo en Chicago University, afirman lo siguiente: «Estemos o no dispuestos a reconocerlo, la mayoría de las veces nuestras reflexiones informales son muy poco exactas. De hecho, los datos empíricos recogidos en campos tan diversos como el asesoramiento psicológico, los créditos bancarios y las previsiones económicas, sugieren que la mayoría de las estimaciones humanas son menos exactas que prácticamente cualquier modelo estadístico sin importar que tan simple sea este». Einhorn fue el tutor de la tesis doctoral de Hogarth y falleció ese enero de 1987.

Aun así, la mayoría de las personas tienen más confianza en la capacidad de juicio humana convencional que en los modelos estadísticos. Aquí debo aclarar lo que entiendo por juicio convencional: una toma de decisión sobre creer o no creer en algo, basada tal decisión tan solo en lo que se transmite por redes sociales. En consecuencia, se trata de juicios precarios.

III

En la Internet es posible encontrar cualquier cantidad de definiciones de pensamiento crítico y una de las que encuentro más apropiada para todos los públicos es esta: “Es el proceso intelectualmente disciplinado de conceptualizar, aplicar, analizar, sintetizar y/o evaluar de manera activa y hábil la información recopilada o generada por la observación, la experiencia, la reflexión, el razonamiento o la comunicación, como una guía para la creencia y para la acción” (Michael Scriven y Richard Paul, en un trabajo presentado en la 8ª Conferencia Internacional Anual sobre Pensamiento Crítico y Reforma Educativa, verano de 1987).

IV

A fin de ilustrarles el hecho de que cada quien, de buenas a primeras, interpreta la realidad a su leal saber y entender, en virtud de sus intereses o en virtud de su paradigma personal, les coloco un ejemplo tragicómico.

Suponga el caso (no descabellado pues ha ocurrido) de una pareja que discute por la infidelidad reiterada -y corroborada- de uno de los cónyuges. Durante el “in crescendo” argumental, el cónyuge traicionado coge un revólver y lo vacía en la humanidad del otro cónyuge y lo mata. Yo le hago a usted, estimado lector, la siguiente pregunta: ¿Qué causó la muerte de este cónyuge?

Vamos con algunas pocas respuestas.

Algún político zuliano diría que «se murió porque lo mataron».

Algún narcisista, y también algún creyente en teorías conspirativas, diría que la muerte de este cónyuge nunca ocurrió.

La mamá del occiso(a) diría que la causa fue la mala decisión que tomó su hijo(a) al casarse con esa(e) “desgraciada(o)”.

Rubén Blades diría que fue la naturaleza, «muerte natural», pues después que usted vacía un revólver en el pecho de alguien, lo más natural es que ese alguien se muera.

Dr. Wayne (Mad Man) diría que fue el arrebato de ira.

Perry Mason (en tribunales y desde la defensa) argumentaría que la causa fue un cónyuge abusado.

Gil Grissom (CSI) diría que el «móvil criminógeno» del homicidio fue la infidelidad o el irrespeto al compromiso originalmente contraído.

Gregory House (Dr. House) diría que el cónyuge murió a causa de un shock hipovolémico.

Amigo lector, haga usted el ejercicio incluyendo a personajes de nuestra innegable realidad nacional, y díganos, en boca de esos personajes, ¿qué causó la muerte de este cónyuge?

 

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